domingo, 2 de junio de 2024

Fiesta de la presencia de Jesús en la Eucaristía y en la vida

El gran Profeta Isaías escribía, ya en el siglo VIII antes de Cristo, estas palabras dirigidas a los habitantes de Jerusalén, texto muy válido para nuestros días:

No sigáis trayendo ofrendas vacías ante mí, detesto el humo de vuestro incienso, no tolero vuestros ayunos y festividades, no puedo soportar vuestras solemnidades.

Al levantar vuestras manos me tapo los ojos para no veros, no oigo vuestras oraciones. Porque vuestras manos están llenas de sangre. Lavaos, limpiaos, quitad de mi vista vuestras fechorías, desistid de hacer el mal, aprended a hacer el bien, buscad lo que es justo, dad sus derechos al oprimido, haced justicia al huérfano y a la viuda”.

En la fiesta de Corpus celebramos los cristianos la presencia de Jesús en la Eucaristía, a partir de que en la última Cena con los discípulos y discípulas Jesús tomó pan en sus manos, lo partió, se lo dio y les dijo: Tomad y comed todos de él, porque esto es mi cuerpo. Después tomó la copa con vino y les dijo: Tomad y bebed todos de él porque este es el cáliz de mi sangre. Haced esto en memoria mía.

- No se trata SOLO del cuerpo físico de Jesús, sino de la persona de Jesús (entonces no existía el concepto de persona como tal, sino que el cuerpo se identificaba con la persona). Por tanto, decir “MI CUERPO” era decir MI PERSONA, SOY YO, soy la persona de Jesús. La sangre se identificaba con la vida, porque perder la sangre, entonces como hoy, era perder la vida. Por tanto, no se trata solo de la sangre física de Jesús, sino también y sobre todo de la vida de Jesús, y por eso cuando dice este es el cáliz de “MI SANGRE”, está diciendo: esta es “MI VIDA”. Decir mi sangre era decir mi vida). Por tanto, recibir la Comunión es recibir la persona y la vida de Jesús. Es asumir el compromiso de ser como El, para hacer en este mundo lo que El hizo para el bien de la Humanidad y la Creación. De ahí que, la comunión sin compromiso con la persona y la vida de Jesús no significa nada, es un rito vacío, aunque, y peor aún, se celebre con cálices, patenas, o custodias de oro, mientras millones de personas mueren de hambre. El pan de la Eucaristía solo es verdadero cuando se convierte en compromiso por el pan de la vida de cada día para todos. Pan de la EUCARISTIA y pan de la VIDA son inseparables. Primero es el pan de la vida humana y después el pan de la Eucaristía para celebrarlo.

- En consecuencia, sin reconocer la presencia de Jesús en los empobrecidos del mundo es imposible reconocer su verdadera presencia en la Eucaristía: "tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y en la cárcel y me visitasteis..."

Cada domingo nos ponemos en torno a una misma mesa del altar, para recibir un pan común que es Jesús, pero luego no hacemos de los bienes del mundo una misma mesa para todos los hombres: mientras unos pocos estamos hartos y hasta enfermos de tanto comer, muchos millones de personas pasan hambre y no tienen que comer, pasan sed y no tienen agua para beber, pasan frío y no tienen ropa para vestirse: en España el 10% más rico es dueño del 54% de la renta nacional. Los países ricos gastamos 2,4 BILLONES de euros en armas para las guerras, pagamos millones todos los domingos para ver futbol, y mientras a un solo futbolista le pagamos al año casi 30 millones de euros, a un investigador científico apenas unos 100.000 euros al año, pero gastamos 500 euros y dos días a la cola para asistir a un concierto en el Bernabeu. ¿No parece que estamos bastante locos?.

Pensemos un poco: Todo ese boato con que rodeamos la Eucaristía y las fiestas de Corpus, ¿no está en contradicción con Jesús y su mensaje que “no tenía donde reclinar la cabeza?. ¿No nos tendría que echar en cara lo mismo que hacía Isaías? Por ejemplo, ¿no nos diría hoy Jesucristo algo así?:

“Detesto vuestras pompas, custodias, ropajes, procesiones, vuestras calles cubiertas de flores, vuestras músicas; detesto vuestros cálices, patenas, copones, custodias y sagrarios de oro, vuestros órganos, altares e iglesias lujosas y catedrales, porque a la vez millones de mis hermanos están muriendo de hambre y sed, no tienen casa, ni médicos, ni medicinas”. Porque:

  • -me tenéis abandonado y lleno de miseria en las cárceles, basureros y campos de refugiados del Tercer Mundo: ¿no veis que es ahí donde yo necesito realmente de vuestra justicia?
  • -me tenéis muriendo de hambre en África, América del Sur, la India, Bangladés o Haití, y así me obligáis a emigrar de mi tierra, no me acogéis y me rechazáis en los inmigrantes que llegan a vosotros, queréis expulsarme, e incluso algunos lo lleváis en el programa de vuestro partido político, y no os importa verme escarbando en los contenedores de vuestras calles, o pidiendo a las puertas de vuestras iglesias, supermercados y en la misma calle.
  • -me tratáis como basura, engañando y explotando comercialmente a las mujeres de los países más pobres con la prostitución y la trata.
  • -me pagáis a precio de miseria mis minerales en el Níger para vuestras centrales nucleares, mi coltán en el Congo para nuestros móviles y mi mejor uranio para fabricar las más horribles armas de guerra como las bombas nucleares, mientras yo aquí me muero de hambre.
  • -vuestras Multinacionales, vuestros bancos y sus dueños son cada vez más ricos, y empobrecen cada vez más al resto de mis hermanos del Tercer Mundo con la Deuda Externa y los grandes intereses que les cobran por ella .
  • -compráis mi tierra sobornando a los gobiernos corruptos de mi país en Angola, Kenia, Zambia, Liberia, Senegal, Malí, Benín y otros muchos países de África, para extraer minerales para vuestras industrias o producir alimentos para vosotros, y a mí no me queda ni para cultivar un poco maíz para alimentar a mi familia, y el dinero de la venta va parar a vuestros bancos y paraísos fiscales.
  • -tiráis millones de toneladas de comida y ropa a la basura, mientras millones de hermanos y hermanas míos se mueren de hambre y frío, comiendo en basureros y durmiendo en la pura tierra.
  • -cada día maltratáis más y más a la Madre Tierra: la contamináis, la deforestáis, la adulteráis genéticamente, matáis su vida, no os consideráis sus hijos ni la cuidáis como Buena Madre. Cuando gastáis más de lo necesario estáis siendo injustos conmigo, y con ella, y con vuestros propios descendientes.
  • -me matáis con vuestras armas en Siria, Afganistán, Sudán, Yemen, Palestina, Etiopía, Malí, Níger, Burkina Faso, Somalia, Congo y Mozambique…, destruyendo mi casa, mis escuelas, mis hospitales.

CONSIDERACION: Aquella primera Eucaristía de Jesús, no fue solo con LOS DISCÍPULOS, sino también con LAS DISCÍPULAS, pues cómo no iba a invitar también Jesús a aquella memorable Cena a todas aquellas mujeres que, ya desde Galilea, lo habían seguido, acompañado, escuchado y servido durante los mismos años en que lo hicieron los discípulos, y a veces con más fidelidad, más compromiso y más riesgo que ellos, y a las cuales les tenía reservadas sus primeras apariciones de resucitado, además de encargarles anunciarlo a los apóstoles, y más aun con el gran machismo que imperaba en aquella sociedad, y por eso el comportamiento de Jesús con la mujer tiene mucho más valor del que hoy le daríamos. Es por lo que la Iglesia debería ser la primera en dar a la mujer la misma dignidad que al hombre en todo, pero no como algunos tratan de hacerla: tan asimétrica, tan desigual, tan escalonada, tan autoritaria, dogmática, legalista, clasista, fastuosa, jerarquizada, antidemocrática, segregada del mundo, tan lejos de los últimos y tan cerca de los primeros, ya desde el siglo IV y hasta nuestros días.

Una Iglesia androcéntrica nunca puede ser la verdadera Iglesia de Jesús. Por eso, por ejemplo, en las palabras de la consagración deberíamos decir: “Tomad y comed todos Y TODAS de él... y tomad y bebed todos Y TODAS de él”.

Hace años que algunos ya lo hacemos así, pero ¿cuándo lo podrán hacer por lo menos ALGUNAS?. En esta Iglesia oficial de hoy seguramente nunca, incluso con el Papa Francisco al frente de la misma.

Por todo eso, os digo con Isaías:

Convertidos: Lavaos, limpiaos, quitad vuestras fechorías de delante de mi vista, desistid de hacer el mal, aprended a hacer el bien, buscad lo justo, defended el derecho del pobre, haced justicia al abandonado, devolvedle lo que le habéis robado, compartid vuestros bienes. Construid una sociedad nueva inundada de justicia, de amor, de igualdad, de fraternidad: eso es lo que yo hice y os he enseñado. Entonces vuestra luz brillará como el sol del mediodía, seréis hijos de mi Padre, y así celebraréis de verdad la Eucaristía en recuerdo mío.

Faustino Vilabrille
faustino@faustinovilabrille.es

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