Del 6 al 9 de junio se celebra en toda Europa un acontecimiento crucial: unos 400 millones de personas de la ciudadanía europea se preparan para votar en las elecciones al Parlamento Europeo.
Este ejercicio de democracia trasciende las fronteras nacionales y ofrece a cada individuo la oportunidad de forjar el destino colectivo del continente. Estas elecciones marcan un hito histórico ya que, por primera vez, la juventud de 16 y 17 años de algunos países también puede participar. Se trata de un esfuerzo más amplio para implicar y capacitar a este grupo de edad, reconociendo su participación en la configuración del futuro de Europa.
La importancia del proceso electoral va mucho más allá de la mera
composición del Parlamento Europeo. Repercute en los pasillos del poder,
influyendo en la selección de figuras clave como la presidencia de la Comisión
Europea y la presidencia del Consejo Europeo. Estos liderazgos, siguiendo el
mandato otorgado por el electorado, navegarán por la intrincada red de la gobernanza
europea, dirigiendo el curso de políticas e iniciativas que repercuten en
la vida de millones de personas.
Con este espíritu de compromiso democrático, el Comité Ejecutivo de Justicia y Paz Europa, que representa a una red de más de treinta Comisiones Nacionales de Justicia y Paz de todo el continente, hace este llamamiento a todas las personas que acudirán a las urnas. Más allá del ámbito de los intereses personales, se insta a la ciudadanía a considerar los imperativos más amplios del bien común. Ello implica un enfoque multidimensional que abarque diversas cuestiones críticas que exigen una atención y una acción concertadas.
- Entre estas preocupaciones destaca la preservación de la vida humana, la dignidad y los derechos fundamentales, tanto dentro de Europa como más allá de sus fronteras. Las libertades fundamentales, como la libertad religiosa, de creencias, de expresión y de información, constituyen la base de los valores europeos. Sin embargo, estos derechos siguen siendo objeto de asedio en muchas partes del mundo, lo que subraya el imperativo de una defensa vigilante y enérgica.
- Simultáneamente, las amenazas existenciales se ciernen sobre la vida humana, con la crisis climática y la pérdida de biodiversidad planteando duros desafíos. La Unión Europea, dotada de una importante autoridad reguladora y una gran influencia diplomática, tiene una gran responsabilidad a la hora de abordar estos problemas acuciantes. Debe atender las apasionadas súplicas de las generaciones más jóvenes, que exigen con razón una acción decisiva para salvaguardar su futuro y el planeta que heredarán.
- Además, los cambios demográficos, unidos a las crisis sanitarias emergentes, exigen respuestas políticas innovadoras que den prioridad a la inclusión y la cohesión social. El envejecimiento de la población, exacerbado por la posibilidad de nuevas pandemias, subraya la urgente necesidad de una asistencia sanitaria integral y de sistemas de apoyo que atiendan las necesidades de toda la ciudadanía.
- Paralelamente, la difícil situación de las personas refugiadas y emigrantes, obligadas por circunstancias extremas a buscar refugio dentro de las fronteras europeas, subraya el imperativo moral de la compasión y la solidaridad. Quienes solicitan asilo, en particular, deben recibir un trato justo y humano a lo largo de todo su viaje, lo que refleja el compromiso de Europa con la defensa de los derechos humanos universales.
- Más allá de sus fronteras inmediatas, la esfera de influencia de Europa se extiende a los aspirantes a Estados miembros. El proceso de ampliación, que ahora incluye no sólo a los Balcanes Occidentales sino también a Ucrania, Moldavia y Georgia, será fundamental para el próximo ciclo europeo. Ofrece la promesa de fomentar el Estado de Derecho y promover la estabilidad en las regiones vecinas.
- Del mismo modo, Europa debe solidarizarse con las naciones que se enfrentan a conflictos e inestabilidad en todo el mundo, ofreciendo apoyo y ayuda humanitaria para aliviar el sufrimiento humano y restaurar la esperanza en medio de la desesperación. Sufriendo una brutal guerra de agresión iniciada por el gobierno ruso, el pueblo de Ucrania merece la solidaridad inquebrantable y el apoyo integral de las instituciones europeas recién formadas. Además, el próximo Parlamento Europeo debería lanzar una importante iniciativa para reconstruir un nuevo orden de paz internacional.
Sin embargo, en medio de estas nobles aspiraciones, se cierne la sombra de
la desinformación, que amenaza con socavar los cimientos mismos de
la democracia. Tanto si se propagan en el país como si se orquestan desde el
extranjero, las campañas de desinformación buscan sembrar la discordia y
erosionar la confianza en las instituciones democráticas. De ahí que la
preservación de los medios de comunicación independientes y la promoción del
periodismo de calidad surjan como baluartes contra la insidiosa embestida de la
falsedad.
Además, se deben condenar sin ambages la lacra del racismo y el antisemitismo, contrarios a los valores de tolerancia e inclusión que profesa Europa. Las ideologías extremistas que pretenden denigrar la dignidad y los derechos humanos no tienen cabida en el discurso democrático, lo que justifica un frente unido contra su influencia.
En conclusión, mientras Europa se prepara para este hito electoral, las
aspiraciones y convicciones colectivas de su ciudadanía marcarán el rumbo de su
futuro. Las elecciones al Parlamento Europeo, lejos de ser un mero ejercicio de
teatro político, representan un testimonio de los perdurables principios
de democracia y solidaridad que unen al continente. En el
ejercicio de su deber cívico, quienes ejercen su derecho al voto tienen el
poder de forjar un futuro definido por la justicia y la paz.
Nota del Comité
Ejecutivo de Justicia y Paz Europa
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