A lo
largo del año mi compañera y yo, hemos impartido talleres de Desarrollo
Personal y Comunitario a diferentes grupos de personas con vidas verdaderamente
complejas, hemos trabajado con ellas múltiples temas como la autoestima, autoconocimiento, manejo de emociones,
resolución de conflictos,... con la finalidad de contribuir a su motivación y
que encuentren una salida a la dura realidad que están viviendo.
Lo que
más me sorprende es la cantidad de personas que se encuentran en un estado de
depresión y la duración de ésta. Lo que hace unos años era algo llamativo y
resaltable en algunas personas y debido a muy diferentes causas… hoy día se ha
multiplicado casi exponencialmente: falta de estabilidad a todos los niveles
(económica, laboral, emocional-afectiva,…), situaciones dolorosas que lejos de
solucionarse se prolongan en el tiempo, sensación de incapacidad para afrontar
sus muchos problemas,…
Al
hablar con ellas te das cuenta de la
presión de vida que tienen; consideran que sus vidas son un drama continuo y que sólo viven una realidad acompañada de diferentes
dificultades y problemas (pérdida de
empleo y vivienda, divorcios, adicciones,...); al comenzar los talleres me
quedé impactada de toda la pobreza que se respiraba en estos grupos y no me
refiero sólo a la económica, me refiero a la falta de motivación, esperanza,
fuerza,... es como si estas personas aún estando vivas sin embargo se sienten
muertas, derrotadas,... mirabas a los ojos de muchas de ellas y sólo podías
observar sufrimiento infinito,... sólo
había allí ¡ausencia de vida!.
Ante
toda esa burbuja de emociones negativas nos propusimos provocar un cambio, o
por lo menos alentarlo, promoverlo,… en todas y cada una de aquellas personas.
Sabíamos
que no iba a ser tarea fácil conseguir esa motivación necesaria y que encontrar
esa fuerza interior que los impulsara a buscar un cambio de vida no iba a ser
sencillo, máxime cuando ninguna motivación, ningún paso hacia delante que sea
constructivo para la persona puede darse si ella misma no se convence de la
necesidad de darlo y de que es capaza de ello.
Con el
paso del tiempo y a medida que íbamos impartiendo los talleres, notábamos ya
algo: formas de pensar que se cuestionaban, formas de ver la realidad
diferentes a como eran las anteriores,...
Cuando
finalizamos los talleres las personas nos agradecieron nuestra labor, no por el
tiempo invertido, no por lo que trabajamos, no por los esfuerzos,… sino por
todos esos cambios que finalmente iban observando en sí mismas.
Vistas
así las cosas es cuando comprendemos esas sentencias que decimos con frecuencia
y que suenan muy bien pero a las que no les vemos constancia hasta que la
realidad evidencia de que son ciertas:
- “Todas
las escaleras comienzan con un peldaño”.
- “Los
grandes recorridos empiezan todos por un primer paso”.
- “Lo
importante no es el punto donde estás, sino la dirección en la cual te mueves”.
- “Grano
a grano se hace granero”.
- “Se
hace camino al andar”.
Desde
estas líneas quiero agradecer a estas personas, además de al equipo del que
formo parte, la posibilidad de experimentar estas alegrías y de constatar que la
utopía tiene sentido, que es posible otra realidad.
Autora: Violeta Ferrera
Trabajadora social en Justicia y Paz Tenerife DESIDE 2018
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