Con
este comentario iniciamos una serie dirigida a profundizar un poco en la
extraordinaria Encíclica del Papa Francisco sobre la Ecología Integral, por la
enorme importancia que tiene, tanto para el ser humano como para el planeta en
que vivimos, del cual todos dependemos: la Tierra no depende de nosotros, pero
nosotros dependemos de ella. Tenemos que lamentar que el Presidente
de EE. UU., el segundo país que más contamina después de China, se haya
desvinculado del acuerdo de París.
También
recibiremos con sumo gusto aportaciones, reflexiones y sugerencias para
compartirlas unos con otros.
Comentarios
a la Encíclica del Papa Francisco sobre la Ecología Integral: el Hombre y la
Madre Tierra.
Vivimos
en el Planeta más bonito y maravilloso del
Universo hasta ahora conocido.
Es la
casa de todos nosotros, amándola a ella nos
amamos a nosotros mismos.
“Plantó
Dios un jardín... y puso en él al hombre
para que lo cultivase y guardase”
(Génesis
2,8 y 15).
Todo
salió bien hecho
de las manos de Dios para que se
perfeccione en las
manos del hombre.
La
preocupación del Papa Francisco por los empobrecidos del mundo, integrando en
una sola unidad inseparable, tanto al Hombre como a la Madre Tierra, es una
constante diaria desde el momento mismo en que fue elegido Papa, tanto en sus
discursos como en sus homilías, como sobre todo en sus documentos, entre los
cuales destaca especialmente la gran Encíclica “Laudato Si”.
Con
estos próximos comentarios queremos traducir las formulaciones teóricas de la
Encíclica sobre Ecología Integral (Hombre-Tierra) a realidades concretas, en
las que se sustentan. No hay verdadera ecología, sea ambiental, social o
política, si no rescata a la humanidad humillada de los millones de
empobrecidos de nuestro tiempo, en los cuales la Tierra, como verdadera Madre,
es más ofendida y agredida.
“Jesús
dirige la buena nueva a todos, más aún privilegia a los más alejados, los
sufrientes, los enfermos, los descartados por la sociedad" (Francisco al
Movimiento Cuarto Mundo).
Hoy ya
no debemos hablar de pobres, sino de empobrecidos, tanto respecto al Hombre
como a la Tierra, y con rigor no podemos decir que mueren de hambre, sino que
los matamos de hambre, por dos motivos:
1º). Porque actualmente hay bienes de sobra para todos; incluso para el doble de la
humanidad actual, lo cual quiere decir que estamos produciendo mucho más de lo
necesario y explotando innecesaria e injustamente al Planeta Tierra,
despilfarrando al año más de 1.400.000 toneladas de comida perfectamente útil
que tiramos a la basura. En España, por ejemplo, se desperdicia en toda la
cadena alimentaria el equivalente a 169 kilos de comida por habitante al año.
Dicho de otro modo, con lo que los europeos tiran a la basura comerían 200
millones de personas (Fuente: EL PAIS,16/10/2016). Con los alimentos que se
pierden en América Latina y África por falta de medios para conservarlos
podrían comer 600 millones de personas. Son 1400 millones de toneladas de
comida las que se desperdician cada año, y también cada año nos desprendemos de
unos 160 millones de kilos de ropa aun perfectamente utilizable. Es un enorme
derroche para la humanidad y para el planeta.
“...sabemos
que se desperdicia aproximadamente un tercio de los alimentos que se producen,
y «el alimento que se desecha es como si se robara de la mesa del pobre”,
(Francisco en Laudato Si,50)
Por
consiguiente, hoy la muerte por hambre es un asesinato, tanto del ser humano
como de todos los demás seres vivos de la creación. En consecuencia, toda
muerte por hambre es una muerte injusta y prematura. Mueren cada día unas
70.000 personas de hambre, de las cuales más de 20.000 son niños:
Es por
lo que el hambre es el asesinato más grande de la humanidad, más que las
guerras, los atentados, los terremotos, lo que supone más de 25 millones de
personas al año (PNUD).
Y no
sólo morir, sino que las consecuencias de la desnutrición en el seno materno y
en los primeros años de vida son fatales para el resto de la vida, porque el
cerebro pierde por lo menos un 20 % de su desarrollo.
Este
subdesarrollo es permanente, irrecuperable, irreversible: el niño quedará
limitado para el resto de sus días. En algunos países de América del Sur afecta
al 50 %, y en casi toda el Africa Subsahariana alcanza e incluso supera ese
porcentaje, así como en bastantes regiones de Asia.
2º)- Porque hay unas causas y unos causantes concretos, productores de empobrecidos.
El hambre actual del Tercero y Cuarto Mundos, no es una fatalidad, sino la
consecuencia directa de un sistema, que llamamos neoliberalismo capitalista,
que a costa del hombre y la tierra, está acumulando cada vez más en menos manos
y dejando a más manos con menos, no sólo perpetuando sino incluso aumentando la
pobreza en determinados países, causando sufrimientos enormes en muchos
millones de personas, y generando además una asimetría y desigualdad globales
insoportables, totalmente contrarias a la dignidad del hombre, lo cual trae
como consecuencia unos movimientos migratorios muy dolorosos y arriesgados para
huir de una vida completamente indigna e incluso de una muerte segura por
hambre.
Esto
está sucediendo especialmente en África Subsahariana, en el cono Sur de América
y ocho Estados de la India, entre los que están Bihar, Madhya Pradesh, Orissa,
Rajastán, Uttar Pradesh y Bengala Occidental, en los cuales viven unos 421 millones
de empobrecidos. Que uno de cada cinco habitantes de nuestro planeta viva en
pobreza absoluta y el 30 % de ellos, en extrema pobreza, con menos 1,25 € por
día, es una injusticia enorme. En esta situación no puede haber paz y
estabilidad en el mundo. Incluso, además de los conflictos bélicos, tienden a
globalizarse el terrorismo, la violencia, y los asesinatos.
Humanidad
y Tierra somos un todo inseparable, como una nave espacial en pleno vuelo,
donde el 1% viaja en primera con abundancia de todo y tiene cada vez más, el 24
% viaja en turista con recursos suficientes, pero el 75 % restante viaja en la
bodega, a oscuras, hacinada, desesperada, triste e impotente, con poco de todo
o casi nada. Aunque unos pocos tengan mucho (los de primera), otros poco (los
turistas) y la gran mayoría casi nada o nada (los de la bodega) todos tenemos
amenazada la vida, porque todos viajamos en la misma nave (la Tierra) y a la
nave se le acaba el combustible, porque cada día consumimos más de lo que la
Tierra puede producir. A todos nos espera el mismo trágico destino: caer al
abismo.
Sólo un
acuerdo global de supervivencia, puede salvar la nave y a todos con ella, pero
los de clase primera y turística no ven lo que pasa en la bodega; se van a
resistir a perder su situación de privilegio: sólo una rebelión en la bodega
puede forzar un cambio total de estrategia en busca de un equilibrio que ponga
a salvo toda la nave. De lo contrario nada ni nadie tendrá futuro. Este
escenario no es una representación teatral, sino algo que está cada día más
cerca, pero es reversible si todos nos hacemos responsables. Rebelión incruenta
y global igual a futuro para todos y para todo.
Todo
esto lo sabe perfectamente el Papa Francisco. Por eso su preocupación por los
empobrecidos del mundo (Hombre y Tierra) está a diario en su enseñanza y sus
compromisos.
En este
sintético y condensado trabajo vamos a seguir la metodología clásica de VER,
JUZGAR y ACTUAR, incluyendo en cada uno de los apartados pronunciamientos
concretos del Obispo de Roma, el hermano Papa Francisco.
Un
cordial saludo a tod@s.- Faustino.
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