Bruselas. El arzobispo Jean-Claude Hollerich, presidente de Justicia y Paz
Europa, y el obispo Oscar Cantú, presidente del Comité Episcopal de Estados
Unidos sobre Justicia y Paz Internacional, emitieron hoy una declaración en la
que defienden "la eliminación total de las armas nucleares".
Con el título “Desarme Nuclear: La búsqueda de la seguridad humana”,
la declaración se hizo coincidir con la finalización de la reunión organizada
esta semana por Naciones Unidas "para negociar un tratado legalmente
vinculante que prohíba las armas nucleares y que conduzca a su eliminación
total".
Estados Unidos y la mayoría de las naciones europeas no se están uniendo a estas negociaciones, reconocen los obispos católicos, "el hecho de que la mayoría de las naciones del mundo están participando en este esfuerzo demuestra la urgencia de su preocupación, una urgencia intensificada por la perspectiva del terrorismo y la proliferación nuclear, y por la desigualdad e insatisfacción de los Estados no nucleares ante la falta de progreso en los esfuerzos de desarme nuclear".
Estados Unidos y la mayoría de las naciones europeas no se están uniendo a estas negociaciones, reconocen los obispos católicos, "el hecho de que la mayoría de las naciones del mundo están participando en este esfuerzo demuestra la urgencia de su preocupación, una urgencia intensificada por la perspectiva del terrorismo y la proliferación nuclear, y por la desigualdad e insatisfacción de los Estados no nucleares ante la falta de progreso en los esfuerzos de desarme nuclear".
Reconociendo la necesidad de seguridad nacional e internacional, los
obispos de Estados Unidos y Europa imploran a los líderes de sus naciones a
trabajar con otras naciones para promover la paz a través del desarme
nuclear. "La naturaleza indiscriminada y desproporcionada de las
armas nucleares obliga al mundo a ir más allá de la disuasión nuclear",
dice la declaración. "Hacemos un llamamiento a los Estados Unidos
y a las naciones europeas para que trabajen con otras naciones en la
elaboración de una estrategia creíble, verificable y aplicable para la
eliminación total de las armas nucleares".
"El desarme nuclear completo es un paso necesario hacia una paz
completa y mundial", dijo el Arzobispo Hollerich. "En consonancia
con la Doctrina de la Iglesia, las Comisiones de Justicia y Paz en Europa
seguirán abogando por la no proliferación y, en definitiva, la abolición de
todas las armas nucleares, tanto dentro de los Estados Unidos como en Europa y
a nivel mundial".
El texto completo de la declaración se adjunta a este mensaje y está
disponible en:
- http://www.juspax-es.org/news/desarme-nuclear-la-busqueda-de-la-seguridad-humana/ (español)
- http://www.juspax-eu.org/en/ (english)
CONTACTO PRENSA: secretary@jupax-europa.org (Stefan
Lunte). Tf: 0033/680179422
Desarme
Nuclear: La búsqueda de la seguridad
humana.
6 de
julio de 2017
Para
muchas personas, el horror de una posible guerra nuclear se retiró de la
conciencia con el fin de la Guerra Fría, pero los recientes acontecimientos
geopolíticos nos recuerdan que nuestro mundo sigue en grave peligro. Incluso un
intercambio nuclear limitado tendría consecuencias devastadoras para la gente y
el planeta. Trágicamente, el error humano o el error de cálculo podrían
conducir a una catástrofe humanitaria.
Además,
nuestro mundo se ha vuelto cada vez más multipolar con una variedad de amenazas
que van desde el terrorismo, los conflictos asimétricos o la ciberseguridad
hasta la degradación ambiental y la pobreza, lo que plantea serias dudas sobre
la idoneidad de la disuasión nuclear como respuesta eficaz a estos desafíos.
El
desarme nuclear se encuentra en estos momentos en la agenda mundial. Del 15 de
junio al 7 de julio, las Naciones Unidas acogen una conferencia para
"negociar un tratado jurídicamente vinculante que prohíba las armas
nucleares y que conduzca a su eliminación total". El hecho de que la
mayoría de las naciones del mundo participen en este esfuerzo demuestra la
urgencia de su preocupación, una urgencia intensificada por la perspectiva del
terrorismo y la proliferación nuclear, y por la desigualdad e insatisfacción de
los Estados no nucleares ante la falta de progreso en los esfuerzos de desarme
nuclear.
Estados
Unidos y la mayoría de las naciones europeas no se están uniendo a estas
negociaciones. En lugar de centrarse en un tratado para prohibir las armas
nucleares, su atención la ocupa la necesidad de una arquitectura de seguridad
más amplia que permita estabilidad estratégica a medida que se logran
reducciones verificables.
Los
Estados nucleares están haciendo nuevas inversiones significativas para
modernizar los arsenales nucleares. Estos costosos programas desviarán enormes
recursos de otras necesidades urgentes que fomentan la seguridad, incluyendo el
logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Como ha declarado el Papa Francisco insistentemente: "Gastar en armas nucleares dilapida la riqueza
de las naciones. Dar prioridad a semejante gasto es un error y un despilfarro
de recursos, que se invertirían mucho mejor en las áreas de desarrollo humano
integral de la educación, la salud y la lucha contra la pobreza extrema".
La
seguridad es un prerrequisito básico para el florecimiento humano. La Doctrina de la Iglesia afirma que "El bien común implica, finalmente, la paz, es
decir, la estabilidad y la seguridad de un orden justo". Una pregunta
moral clave es: ¿Las armas nucleares fomentan la seguridad y contribuyen a una
paz genuina?.
El Papa Francisco, en su mensaje a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la
prohibición de las armas nucleares en marzo de 2017, utilizó el lenguaje
directo para responder a esta pregunta: "La paz y la estabilidad
internacional no pueden basarse en una
falsa sensación de seguridad, en la amenaza de la destrucción recíproca o de
aniquilación total, en el simple mantenimiento de un equilibrio de poder. La
paz debe construirse sobre la justicia, sobre el desarrollo humano integral,
sobre el respeto de los derechos humanos fundamentales, sobre la custodia de la
creación, sobre la participación de todos en la vida pública, sobre la
confianza entre los pueblos, sobre la promoción de instituciones pacíficas,
sobre el acceso a la educación y a la salud, sobre el diálogo y la solidaridad.
En esta perspectiva, necesitamos ir más allá de la disuasión nuclear: la
comunidad internacional está llamada a adoptar estrategias a largo plazo para
promover el objetivo de la paz y de la estabilidad y evitar los enfoques miopes
de problemas de seguridad nacional e internacional".
Además,
en su discurso de enero de 2017 ante el Cuerpo Diplomático, el Papa Francisco
recordó el largo apoyo de la Iglesia Católica en el tiempo hacia la prohibición
de las armas nucleares: "Siguen siendo actuales las palabras de san Juan XXIII en la Pacem in terris cuando afirmaba que «… se prohíban las armas
atómicas»". La Santa Sede sigue siendo una voz insistente de la razón
moral en apoyo del desarme nuclear y la no proliferación.
Como
pastores y maestros de la moral, está fuera de nuestra competencia trazar el
camino exacto hacia un mundo sin armas nucleares, pero podemos señalar con
cierta certeza décadas de frustración hacia el ritmo y el alcance del desarme
nuclear. Esta frustración ha contribuido indudablemente al esfuerzo de muchas
naciones a comprometerse en la negociación de un tratado para prohibir las
armas nucleares.
La
naturaleza indiscriminada y desproporcionada de las armas nucleares, obliga al
mundo a ir más allá de la disuasión nuclear. Hacemos un llamamiento a los
Estados Unidos ya las naciones europeas para que trabajen con otras naciones en
la elaboración de una estrategia creíble, verificable y aplicable para la
eliminación total de las armas nucleares. Esta meta es alcanzable si todas las
naciones, tanto nucleares como no nucleares, trabajan juntas. Somos conscientes
de que el camino hacia un mundo sin armas nucleares es complejo y largo, pero
creemos que, en particular, las siguientes medidas podrían contribuir
significativamente a lograr este objetivo: - proseguir las obligaciones de no
proliferación y desarme en conformidad con el marco jurídico internacional; -
reforzar los mecanismos de salvaguardia y control a nivel militar, diplomático
y político; - desarrollar y aplicar con determinación medidas que profundicen
la confianza mutua en todos los niveles; - reducir la dependencia de la
disuasión nuclear en las estrategias de seguridad nacionales e internacionales
en favor de alternativas más eficaces centradas en la seguridad y la paz
humanas; y - participar en un debate
mundial en los foros internacionales pertinentes, a fin de trabajar para crear
y promover las condiciones de un mundo sin armas nucleares.
Compartimos
la esperanza de nuestro Santo Padre, el Papa Francisco: "La disuasión
nuclear y la amenaza de destrucción recíproca segura no pueden ser la base de
una ética de fraternidad y de coexistencia pacífica entre los pueblos y los
Estados. Los jóvenes
de hoy y de mañana tienen derecho a mucho más. Tienen derecho a un orden
mundial pacífico, basado en la unidad de la familia humana, fundado en el
respeto, la cooperación, la solidaridad y la compasión. Este es el momento de
contrastar la lógica del miedo con la ética de la responsabilidad, para
promover un clima de confianza y de diálogo sincero".
Arzobispo
Jean-Claude Hollerich, Presidente
Conferencia de Comisiones de Justicia y Paz de Europa (Justicia y Paz Europa).
Obispo
Oscar Cantú, Presidente del Comité
Episcopal de Estados Unidos sobre Justicia y Paz Internacional.
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