ÚLTIMA HORA:
Naciones Unidas condena a España por no garantizar vivienda alternativa a
una familia desahuciada
El CAES y Amnistía Internacional
destacan que el dictamen del Comité de derechos económicos, sociales y
culturales (Comité DESC) pone al descubierto la violación sistémica del derecho
a la vivienda en España
5 de julio de 2017
Naciones Unidas, a través del Comité de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales, ha condenado hoy a España por haber violado el derecho a la
vivienda de la familia integrada por Mohamed Ben Djazia, de nacionalidad
española y a Naouel Bellili y sus dos hijos menores de edad. Un caso denunciado
por el Centro de Asesoría y Estudios Sociales (CAES) ante Naciones Unidas y en
el que Amnistía Internacional ha intervenido, como parte de la Red
internacional DESC, pidiendo medidas de protección del derecho a la vivienda
para esta familia.
Sobre las violaciones
de derechos humanos en relación al caso concreto.
La familia de Mohamed Ben Djazia y
Naouel Bellili, junto a sus dos hijos menores de edad vivían en una habitación
alquilada en un piso de Madrid desde 1998. En 2012, únicamente tenían un
ingreso del subsidio de desempleo y no pudieron hacer frente al pago de las
rentas de alquiler de los meses siguientes por lo que fueron demandados. Si
bien el Juzgado n.º 37 de Madrid solicitó a la Comunidad de Madrid y al
Ayuntamiento de Madrid adoptar medidas para evitar el “desamparo y exclusión”
de la familia, no se les ofreció un alojamiento adecuado alternativo y la
familia fue desahuciada. La respuesta de las autoridades fue ofrecer un
albergue temporal durante diez días, al término de los cuales, la familia
estuvo durante cuatro días durmiendo en su coche, hasta que fue a la vivienda
de un conocido. Mohamed, en base a sus bajos ingresos llevaba solicitando
vivienda pública al Instituto de la Vivienda de la Comunidad de Madrid (IVIMA)
desde 1999 hasta 2013, sin obtener respuesta adecuada por las autoridades.
En su dictamen el Comité recuerda al
Estado español que el proceder a un desalojo sin garantizar alternativa
habitacional constituye una violación del derecho a la vivienda. Naciones
Unidas recuerda que los desalojos no deberían dar lugar a que los afectados
queden sin vivienda. España, como estado parte del Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y culturales, tiene el deber de
adoptar medidas para proveer vivienda alternativa a las personas que puedan
quedar sin techo como consecuencia de un desalojo, independientemente de si tal
desalojo ocurre a instancia de las autoridades del Estado parte o de
particulares. Y recuerda que los Estados partes deben prestar especial atención
en los casos que los desalojos afecten a mujeres, niños, personas mayores,
personas con discapacidad; así como otros individuos o grupos que sufran
discriminación sistémica o estén en una situación de vulnerabilidad.
Asimismo, el Comité estima que la oferta del Ayuntamiento de Madrid de
ofrecer alojamiento para la Naouel e hijos en un centro para mujeres y para
Mohamed en un centro de personas sin hogar, habría implicado una ruptura del
núcleo familiar, contraviniendo el deber del Estado de otorgar la mayor y más
amplia protección posible a la familia.
Más información: https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/noticias/noticia/articulo/naciones-unidas-condena-a-espana-por-no-garantizar-vivienda-alternativa-a-una-familia-desahuciada/
Más información: https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/noticias/noticia/articulo/naciones-unidas-condena-a-espana-por-no-garantizar-vivienda-alternativa-a-una-familia-desahuciada/
Hasta
aquí la noticia.
No hace
falta ¿verdad? recurrir al articulado que la Carta Universal de los Derechos Humanos ni al de la Constitución Española (Art. 47) para comprender lo que “derecho a la vivienda” significa.
Tampoco
hace falta recordar que ha habido y sigue habiendo partidos políticos (de la
vieja y de la nueva casta) a los que se les llena la boca de discursos
grandielocuentes sobre el compromiso con los desheredados, con quienes sufren
el desamparo, la pobreza, la exclusión social, el paro, la pérdida de garantías
en el disfrute de los Derechos Humanos más elementales,… evidenciando el gran
dominio que tienen de la oratoria y la habilidad para practicar la demagogia
más pura y dura bajo apariencia de defender a quienes dicen defender (pero eso,
“dicen” porque del dicho al hecho…).
Lo que
la noticia denuncia se ha dado en Madrid por un ayuntamiento cuya alcaldía está
en manos de uno de esos partidos políticos que dice estar muy cercano al pueblo
(dice, porque del dicho al hecho…).
El
problema.
El
problema, no obstante, no es de ese partido ni del otro o del de más allá, el
problema, señores y señoras o viceversa, es de un sistema que baila
maravillosamente bien con las izquierdas como con las derechas (como si eso de "izquierdas" o "derechas" significara algo en este país hoy;... ya es de chiste, la verdad) ya que no le importa
el color de las banderas ni las proclamas de los credos ideológicos porque la
frecuencia desde la que emite está completamente aparte.
El
problema es de usura estructural. ¿Tiene rostro?... porque si lo tuviera…
tendríamos claro enseguida a quién dirigirnos pero no. No tiene rostro (y si
acaso lo tiene es el de miles y miles de familias que se han visto y se ven en la calle –españolas y provenientes de otros lugares del mundo- después de haber
invertido lo que tenían en algo que ya no disfrutarán quedándose ahora peor que
cuando se atrevieron a luchar por ese derecho a la vivienda: ése es el único
rostro de este gran pecado estructural, el de las víctimas).
El problema
es la avaricia, la búsqueda desmedida de beneficios materiales, monetarios, de
entidades financieras que con la excusa de satisfacer a sus socios y aportarles
los dividendos, intereses al final de un ejercicio contable actúan sin
escrúpulos, invirtiendo en proyectos que garanticen esos beneficios aún incluso
a través de la pura especulación (bolsa) o los ya tradicionales (armas,
petroleras, explotaciones mineras que en su proceder demuestran el más claro
desprecio a las poblaciones nativas y su entorno natural, etc…)… sin ningún
criterio ético.
El problema
es la falta de coherencia institucional. Ahí entran los partidos políticos que
en los hechos demuestran estar de espaldas a los Derechos Humanos; también los sindicatos
que ya se han convertido en simple correa de transmisión ideológico partidista
y ya no defienden al trabajador sino al corporativismo que practican con
absoluta ceguera; empresariado que busca el máximo de beneficio con el mínimo
de inversión –es lo que buscan todos, es verdad- pero sin guardar proporción
entre los beneficios que se obtienen con lo que percibe un trabajador por unas
jornadas laborales que en demasiados casos no sólo no respeta el equilibrio del
descanso y el cuidado de sus respectivas familias con el trabajo sino que
percibe salarios indignos, incapaces de sostener los gastos de una vivienda con
unos mínimos para su mantenimiento.
El problema
es de una Administración Pública, un Estado que no administra adecuadamente lo
que recauda a través de los impuestos, que permite de facto la evasión de
capitales y en la supuesta persecución del fraude señala a algunos delincuentes
–no a todos- pero es incapaz de hacer devolver a la sociedad todo lo que se le
estafó, se robó, hurtó, fue apropiado indebidamente,… y tantos términos que
aunque con palabrejas distintas al final se traducen todos en usura y
acumulación de bienes para unos y pobreza, miseria y desesperación para otros.
Un Estado, una Comunidad Autónoma, un Ayuntamiento que permite esto y lo
fomenta con su inoperancia es cómplice directo de que el “Derecho a la Vivienda”
sea una risa y una burla en este país.
El
problema es de conjunto, también de la ciudadanía de a pie: de cada uno de
nosotros, de mí mismo, de la organización que presido y de otras mayores de las
que formo parte,… porque entre escribir este artículo y dedicar las horas de ordenador
que destino al día utilizara este mismo tiempo en patear calles, estar con las
personas y familias afectadas y plantarme ante quien convenga para reclamar lo
que es justo y bueno para quienes necesitan de esa justicia… si optara ahora
mismo… sobrarían estas líneas. El problema es que ya estamos como anestesiados,
vacunados,… “una familia más que se va a la calle”, ya, total… ¿qué se puede
hacer?, nada, no hay nada que hacer. ¡¡Mentira!!: en realidad ¡¡TODO ESTÁ POR
HACER!!.
La
solución.
Pasa
por la HUMILDAD. Y humildad significa SINCERIDAD, saber reconocer las cosas tal
como son. Y para ser sinceros basta decir “dónde le aprieta a cada cual su
zapato”.
Y después
de ese acto de honradez para con nosotros mismos… actuemos con coherencia, cada
cual desde su responsabilidad, desde su lugar de trabajo, de compromiso social,
político, eclesial, asociativo,…
¿Te
importa que tu dinero, tus ahorros, se inviertan en proyectos éticos, aquéllos
que promuevan los Derechos Humanos DE TODOS y sean respetuosos con el Medio Ambiente?.
Entonces no dejes tu dinero en bancos que inviertan en armas, en petroleras ni
empresas que exploten a los trabajadores ni empleen a niños en la obtención de
minerales o que no tengan escrúpulos en
contaminar acuíferos, suelos y atmósfera,… inviértelos en entidades que garanticen
los DD.HH., el cuidado del M.A., el comercio justo, el reparto equitativo de los
beneficios no en función del capital invertido sino de las necesidades de las
personas y del entorno natural.
¿Te
importa que tus vecinos se queden mañana sin hogar porque no pueden seguir
pagando un alquiler o un crédito hipotecario?. Si te importa… implícate,
interésate por ellos, mira a ver de qué maneras puedes echarles una mano. ¿Y si
fueras tú?, ¿y si fuera un familiar tuyo o una amistad a quien aprecias
mucho?... ¿lo dejarías pasar?. Que no nos pase como con la ranita que acaba
cocinada por no reaccionar a tiempo.
¿Te
importa la coherencia de tu partido, de tu sindicato, de tu comunidad
cristiana, de tu Asociación de Vecinos, de tu plataforma reivindicativa,… con
sus propios postulados?. Entonces… no te calles. Participa de sus asambleas,
plantea tus propuestas, arguméntalas con datos contrastables, practica la
autocrítica e invita a tus correligionarios a hacer lo mismo,… No esperes que
sean los de fuera quienes vayan a cambiar tu propia casa porque ni tú mismo lo
permitirías aunque supieras que entre desatinos también dicen verdades. El
verdadero cambio se produce desde dentro hacia fuera, no al revés.
¿Te
importa?...
Entonces
ACTÚA, actuemos. Sólo las piedras permanecen impasibles. Nosotros somos algo
más.
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