El 5 de junio celebrábamos el "Día Mundial del Medio Ambiente" y Faustino Bilabrille nos invitaba a través de la revista "ECCLESALIA" a reflexionar acerca de nuestra salud:
- Haciendo mención a lo que hace Jesús de Nazaret con la ecología que necesitamos vivir con nosotros mismos.
- Denunciando los inhumanos sacrificios a los que se obliga a gran parte de la humanidad para que pueda vivir bien apenas un resto.
- Proponiendo algunas medidas para sanar no sólo nuestros cuerpos sino nuestro ser entero, nuestra PERSONA y la sociedad entera.
Es una clara invitación a reflexionar sobre lo que estamos haciendo con nosotros mismos, con los demás y a ejemplo de Jesucristo busquemos con Él la plena liberación de toda enfermedad.
FAUSTINO VILALABRILLE, sacerdote, faustino.vilabrille@gmail.com
JESÚS LIBERA.
En el Evangelio de
Jesús tenemos el programa social más importante que ha conocido hasta ahora la
historia de la humanidad, que abarca todas las dimensiones fundamentales del
hombre: el amor, la justicia, la fraternidad, la unidad, la igualdad, la salud,
la alimentación, la felicidad, la vida, la amistad, la paz, la esperanza, el
bienestar personal y social, etc.
El Evangelio nos relata varias decenas de hechos extraordinarios que
realiza Jesús para restablecer la salud de las personas, porque Jesús le daba
una importancia fundamental, ya que de ella depende el bienestar o sufrimiento
de las mismas. Jesús curaba a toda clase de personas: niños, jóvenes, hombres,
mujeres, ancianos, incluso hasta el punto de devolverles la vida: hija de
Jairo, hijo de la viuda de Naín, o Lázaro.
Hasta hay un pasaje en el que se nos cuenta la curación de un criado de un
centurión (militar) romano. Seguro que a Jesús no le simpatizaban nada los
militares, porque El vino a traer paz y no guerra. Aquel militar, aunque estaba
absorbido por el sistema político-militar romano, tenía buenos sentimientos, y
a pesar de que el enfermo era su criado lo quería bien, y por eso acude a Jesús
para que lo cure. Tiene fe en Jesús, que se lo cura ya antes de llegar a su
casa.
LA USURA ESCLAVIZA Y MATA.
LA USURA ESCLAVIZA Y MATA.
Hoy hay muchas enfermedades y sufrimientos perfectamente evitables y
prevenibles. Estando en Guatemala en 2011, vimos con dolor y hasta
desesperación a miles y miles de hombres, incluso familias enteras y por tanto
también niños, trabajando en la zafra de la caña de azúcar para obtener azúcar
o biodiesel. Una enfermedad mortal, llamada ERC (enfermedad renal crónica)
deteriora irreversiblemente el riñón acabando prematuramente con la vida de
estos trabajadores, extenuados además por el calor, la sed, y el trabajo a
destajo, explotados por las multinacionales, que les pagan una miseria, no por
el tiempo trabajado, sino por la cantidad de caña cortada. De ahí que trabajen
de sol a sol con temperaturas entre 35 y 40 grados. Este problema afecta a los
siete países de Centroamérica, donde este cultivo va en aumento. Una fábrica en
Nicaragua produce más de 18 millones de litros de etanol al año. En el primer
mundo lo utilizamos porque contamina mucho menos que el petróleo porque no
queremos respirar aire contaminado, pero detrás quedan muchos miles de vidas
prematuramente perdidas para producirlo. El valor de esta producción en los
siete países citados alcanzaba en 2009 la cifra de 1.294.485.000 $.
Las multinacionales se hacen con el derecho a la tierra, que queda en manos de grandes monopolios, apoyados incluso por paramilitares y sicarios, desplazando a un campesinado empobrecido y sin tierra, que queda obligado a trabajar como peones de las empresas a las cuales se la tuvieron que vender.
Las multinacionales se hacen con el derecho a la tierra, que queda en manos de grandes monopolios, apoyados incluso por paramilitares y sicarios, desplazando a un campesinado empobrecido y sin tierra, que queda obligado a trabajar como peones de las empresas a las cuales se la tuvieron que vender.
Estos días pasados hemos tenido noticia de lo que pasa en Bangladesh y la India con las
fábricas de confección que se derrumban o incendian con varios cientos de
muertos, donde también empresas españolas elaboran prendas que nosotros
vestimos, dando ganancias cuantiosísimas a sus dueños, pero hay innumerables
casos de trabajo injusto e indigno en muchos más países, como el que acabamos
de relatar.
La salud es un derecho fundamental del ser humano. Detrás de ese azúcar que
echamos en la taza de café que tomamos al desayuno, o en la coca cola que
bebemos hay mucho dolor, sufrimiento y muerte. Pues también el café es
cosechado en condiciones muchas veces cruelmente inhumanas: conocimos a un
joven que venía de la zona de la costa occidental de Guatemala, enfermo de
tuberculosis de cosechar café por trabajar mojado, estar mal alimentado y
dormir a la intemperie, mientras un terrateniente cafetalero tenía tres
latifundios de más de 1000 hectáreas cada uno y al lado de su casa un
helipuerto para uso particular y los 2000 obreros en una sola finca, dormían en
"galeras", sobre la pura tierra y encendían hogueras por la noche
para ahuyentar el frío y posibles animales. Cuando un obrero enfermaba se
negaba a llevarlo al hospital: "si muere que se muera, hay muchos más que
desean trabajar aquí". Esta terrible frase se la oí yo mismo. ¡Qué
diferencia tan grande con Jesucristo!.
PODEMOS HACER ALGO.
PODEMOS HACER ALGO.
En conclusión: Usemos menos el coche, andemos más que es más sano,
endulcemos con miel de las maravillosas abejas (responsables del 30 % de los
alimentos que comemos), infinitamente más sano que el azúcar, compremos el café
en tiendas de comercio justo, desechemos los alimentos transgénicos de
Monsanto, la Bayer y otras multinacionales, que negocian con nuestra salud.
Hagamos objeción de conciencia a los gastos militares y a la carrera de las
armas, que se fabrican en el Norte pero matan en el Sur, es decir, asesinan a
los más pobres.
Hoy estamos en una etapa de la historia en que es posible acabar con el
hambre en el mundo con tal de acabar con la voracidad infinita de los
depredadores del hombre y la tierra, que sólo quieren dinero y más dinero a
costa de los demás. Al final son tan pobres, tan pobres que sólo tienen dinero,
porque no tienen justicia, ni sentimientos, ni amor, ni fraternidad, ni
solidaridad, ni misericordia, ni bondad, ni amistad, ni comprensión, ni
humanidad... Ese no es el camino para ser feliz.
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