Santa
María, Madre de Dios – A (Lucas 2,16-21)
Evangelio
del 01 / Ene / 2020
A
muchos puede extrañar que la Iglesia haga coincidir el primer día del nuevo año
civil con la fiesta de Santa María Madre de Dios. Y, sin embargo, es
significativo que, desde el siglo IV, la Iglesia, después de celebrar
solemnemente el nacimiento del Salvador, desee comenzar el año nuevo bajo la
protección maternal de María, Madre del Salvador y Madre nuestra.
Los cristianos
de hoy nos tenemos que preguntar qué hemos hecho de María estos últimos años,
pues probablemente hemos empobrecido nuestra fe eliminándola demasiado de
nuestra vida.
Movidos,
sin duda, por una voluntad sincera de purificar nuestra vivencia religiosa y
encontrar una fe más sólida, hemos abandonado excesos piadosos, devociones
exageradas, costumbres superficiales y extraviadas.
Hemos
tratado de superar una falsa mariolatría en la que, tal vez, sustituíamos a
Cristo por María y veíamos en ella la salvación, el perdón y la redención que,
en realidad, hemos de acoger desde su Hijo.
Si todo
ha sido corregir desviaciones y colocar a María en el lugar auténtico que le
corresponde como Madre de Jesucristo y Madre de la Iglesia, nos tendríamos que
alegrar y reafirmar en nuestra postura.
Pero
¿ha sido exactamente así?. ¿No la hemos olvidado excesivamente?. ¿No la hemos
arrinconado en algún lugar oscuro del alma junto a las cosas que nos parecen de
poca utilidad?.
Un
abandono de María, sin ahondar más en su misión y en el lugar que ha de ocupar
en nuestra vida, no enriquecerá jamás nuestra vivencia cristiana, sino que la
empobrecerá. Probablemente hemos cometido excesos de mariolatría en el pasado,
pero ahora corremos el riesgo de empobrecemos con su ausencia casi total en
nuestras vidas.
María
es la Madre de Cristo. Pero aquel Cristo que nació de su seno estaba destinado
a crecer e incorporar a sí numerosos hermanos, hombres y mujeres que vivirían
un día de su Palabra y de su gracia. Hoy María no es solo Madre de Jesús. Es la
Madre del Cristo total. Es la Madre de todos los creyentes.
Es
bueno que, al comenzar un año nuevo, lo hagamos elevando nuestros ojos hacia
María. Ella nos acompañará a lo largo de los días con cuidado y ternura de
madre. Ella cuidará nuestra fe y nuestra esperanza. No la olvidemos a lo largo
del año.
José
Antonio Pagola
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