Comisión ecuatoriana Justicia y Paz. Carta Nº 216 – 24 diciembre 2023
“En la región había pastores que por la noche se turnaban para cuidar sus rebaños. El ángel del Señor se les apareció y los rodeó de claridad la gloria del Señor y todo esto les produjo un miedo enorme.
Pero el Ángel les dijo: No teman porque yo vengo a comunicarles una buena nueva que será motivo de mucha alegría para todo el pueblo. Hoy ha nacido para ustedes en la ciudad de David un Salvador que es Cristo Señor. De pronto aparecieron otros ángeles y todos alababan a Dios diciendo: Gloria a Dios en lo más alto del cielo y en la tierra, gracia y paz a los hombres.” Lc. 2, 8-14
La Navidad es tiempo festivo por la
buena nueva del nacimiento de Jesús. Ha sido, es y será una fiesta de Alegría y
Paz, pero a la vez un tiempo de contradicciones. Vivimos un cambio
civilizatorio similar al que se vivió en tiempos de la llegada de Jesús, época
de decadencia del sistema capitalista, en tanto orden social, económico,
político, cultural, que arrasa con la red de la vida en su conjunto, versus el
tiempo de semillas de un momento nuevo. Celebramos la Navidad contradiciendo la
paz y gozo presentes en el designio de Dios. Parecería que no queremos la paz
ni la justicia y consiguientemente la alegría.
Estamos en una época de miedo y hasta de
muerte y los factores destructores son:
- Las guerras declaradas entre países que quieren arreglar sus diferencias con las armas, destruyendo pueblos enteros y diezmando muchas vidas. El crimen organizado siembra el pánico y el terror en las poblaciones; el sicariato que acaba con la vida de niños, jóvenes y adultos, muchos inocentes. La producción y comercialización de las drogas, destruye la salud poblacional y perjudica las economías nacionales, el lavado de dinero mal habido y la ambición exorbitante de tener grandes fortunas sin importar los medios para conseguirlas, agravando la pobreza y valiéndose de amenazas y el uso de material bélico.
- La pobreza que pese a ser el primer Objetivo de Desarrollo de todas las Naciones Unidas y los continuos ofrecimientos, por varias décadas, de combatirla con fuentes de trabajo, empleo, salario justo y respeto al derecho laboral, sigue creciendo porque cada vez hay más desempleados, despedidos, desocupados y carentes de recursos para emprendimientos generadores de medios de subsistencia para la familia, la educación de los hijos y las necesidades básicas.
Deambulan por las calles hombres y mujeres pobres, muchos de ellos con niños, mendigando unas monedas para su sustento, durmiendo en las veredas, sin ninguna clase de albergue ni una ocupación que les permita obtener algunos recursos para atender sus necesidades, mientras un número reducido de personas acaparan la riqueza del país, ajenos a la situación del prójimo, la justicia social y la solidaridad.
- También nos azota la corrupción en todos los niveles, la impunidad, la exclusión, el racismo, la xenofobia, el machismo, el individualismo y tantos males sistémicos, frente a los cuales la débil e ineficiente institucionalidad de los Estados desarticula toda posibilidad de enfrentarlos y solucionarlos.
- La contaminación ambiental generada ya
no sólo por el extractivismo sino también por los deshechos no renovables
causados por un consumismo descontrolado y atroz que esteriliza el campo, acaba
con la flora y la fauna, envenena las aguas y hace inútil la laboriosidad de
los agricultores, ganaderos y microempresarios generando la reducción cada vez
mayor de la producción alimentaria y nutricional de la población.
Así y a pesar de todo estamos celebrando
la Navidad con fe y esperanza en el porvenir, confiados profundamente en el
Emmanuel -Dios con nosotros- que revestido de nuestra carne viene a liberarnos
de estos pecados sociales y de la muerte que nos atormenta, compartiendo
nuestras miserias y dándonos una vida nueva (Rom. 6, 29-36).
Como anunció el Ángel a los pastores de
Belén, no debemos tener miedo frente a estos factores de muerte, porque en
Navidad vuelve a nacer la Vida y la esperanza de que haya muchos “luchadores”
por la paz, la justicia, la solidaridad, el cuidado de la casa común, construyendo
concretamente un mundo que sea fraterno, solidario, incluyente, sin guerras, ni
excluidos. Entonces podemos tener alegría y gozo.
Que en esta celebración gozosa de la
Navidad no falte nuestra oración al Niño de Belén no sólo pidiéndole sino
clamándole: Ven Señor no tardes, ven que te esperamos, haz de nuestra patria
una gran familia, danos fe en la vida y un amor sincero que nos haga hermanos.
Una Navidad llena de Jesús. • #ComuniquemosEsperanza
("Con los ojos fijos en El, en la realidad y la fe" es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz, resultado de reuniones periódicas de los miembros de la Comisión para analizar, reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas).
Para contactar: cjusticiaypaz@gmail.com
PARA LA REFLEXIÓN Y LA PRAXIS:
- ¿Qué celebramos en Navidad?, ¿se parece lo que los relatos bíblicos narran del nacimiento de Jesús con la forma en que lo celebramos hoy?.
- ¿Qué contradicciones hallamos en la Navidad que celebramos en Canarias y España?.
- ¿Qué actitides necesitamos desarrollar para que esta celebración vaya más allá de los rituales o costumbres adquiridas y nos acerque a lo que Navidad significa?.
- ¿Cómo podemos hacer los cristianos para "dar a Cristo al mundo" y hacer que su mensaje nazca en todos los corazones?.
No hay comentarios:
Publicar un comentario