Con no poca frecuencia se escucha en muchas personas la expresión: “Yo creo en Dios pero no creo en la Iglesia”.
Independientemente de las reflexiones de todo tipo, amplitud y profundidad que se han hecho de esa expresión es indudable que subyace un desencanto, desilusión o decepción sobre lo que “ser Iglesia” debiera significar y que no es evidente en la práctica o prácticas que se observan en hechos y/o actitudes de algunas instituciones o personas que dicen ser parte de esta Iglesia.
Obviamente la Iglesia está
formada por hombres y mujeres y no puede esperarse que sea perfecta por sí
misma ya que si uno no es perfecto –aunque todos estemos llamados a serlo-
¿cómo puede pretenderse que ella, la Iglesia, lo sea?.
“Sólo Dios es perfecto” y
así es. Pero decimos en el Credo: “Creo en la Iglesia que es una, santa,
católica y apostólica”. Al decirlo conscientemente nos damos cuenta de que hay
algo que no cuadra: Es SANTA pero quienes formamos parte de ella somos
pecadores y podemos serlo tanto o más que el más pecador de todos.
Pero ocurre que esa santidad de la Iglesia no se refiere a los méritos de esta
gran Comunidad sino a la presencia del Espíritu Santo en ella, es por eso que
es Santa y está llamada constantemente a esa santidad con lo que ha de estar
siempre en proceso de conversión.
La Hª de la Iglesia está
llena de ejemplos, algunos muy dolorosos y decepcionantes y otros muy gozosos y
esperanzadores, pero nos ocupa ahora y siempre la tarea de SER FIELES al Maestro de Nazaret y a su mensaje y el primer paso siempre es reconocer la
realidad tal cual es, corregir errores, fortalecer aquello que es acertado y
seguir creciendo en autenticidad personal y comunitaria al llamado de “ser
santos como Padre Dios es Santo”.
Razón ésta y otras que a
nuestro hermano el Papa Francisco le han impulsado a convocar un “SÍNODO
DIOCESANO” y que empieza por “recoger nuestras opiniones, el sentir de toda la
comunidad respecto a nuestras iglesias locales y expresarlo con absoluta
franqueza, sinceridad y al mismo tiempo con justicia y caridad".
Somos Iglesia que anuncia o
pretende anunciar el Evangelio; caminamos juntos y nos podemos preguntar: “¿Cómo
se realiza este caminar juntos en la propia Iglesia particular?, ¿qué pasos nos
invita a dar el Espíritu para crecer en nuestro caminar juntos?”.
Proponemos pues a cuantas personas y grupos humanos que hasta la fecha no hayan podido incardinarse en espacio comunitario presencial en el que se esté trabajando este tema de la IGLESIA SINODAL que puedan hacerlo al menos a través de los siguientes medios.
ENCUESTA ESTANDAR (La propuesta por todas las diócesis):
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