Queridos compañeros de
Cáritas España,
Desde hace unos días, la
primavera por fin ha llegado a Damasco. Aquí, en Siria, el invierno ha sido muy
duro para todos nosotros porque la guerra no nos ha permitido protegernos fácilmente
del frío. Hemos trabajado en condiciones muy difíciles, sin electricidad, sin
calefacción y en algunas ocasiones incluso sin agua corriente.
Hemos visitado a algunos beneficiarios que están viviendo situaciones precarias en edificios sin terminar o en ruinas. Estas personas han sufrido mucho durante el invierno.
Hemos visitado a algunos beneficiarios que están viviendo situaciones precarias en edificios sin terminar o en ruinas. Estas personas han sufrido mucho durante el invierno.
Pero el frío no es la
única causa del sufrimiento de la población siria. Siempre me hago la misma
pregunta. Vosotros, que vivís en países occidentales, ¿qué sabéis sobre las
dificultades que enfrentamos en nuestra vida cotidiana? Tal vez habéis leídoacerca
decifras y estadísticas sobre las tasas de pobreza en Siria. Puede ser quehayáis
visto noticias sobre el número de muertos y el derramamiento de sangre. Pero,
¿qué se dice acerca del estrés bajo el que vivimos a diario para poder
conseguir cosas sencillas, tan sencillas como agua, gas, combustible para la
calefacción y pan? Cada día luchamospara encontrar alternativas a la
electricidad.Tenemos que esperaren una cola durante diez horas o más para
llenar el depósito del coche. Tardamos horas en llegar a nuestros centros de
trabajo a causa de los controles de seguridad. Tenemos que pagar hasta cinco
veces más por una bombona de butano para poder calentar nuestro hogar durante
unos días.Todo ello nos está matando por dentro y haciéndonos sentir que no
somos capaces de pensar en otra cosa salvo en la manera de cubrir nuestras
necesidades diarias. Los jóvenes ya han dejado de pensar en el futuro. Están
demasiado ocupados para preocuparse de eso. Tienen que hacer largas colas durante
horas en los parques públicos para poder conseguir un poco de agua para
asearse.
Desgraciadamente, después
de seis años de guerra hemos llegado a un punto en el que lo único que hacemos
es luchar por proporcionar a nuestra vida las necesidades más básicas.
Nuestro trabajo en
Cáritas tampoco resulta fácil. Formamos parte de una sociedad, la siria, que
está cansada. Y tenemos nuestros propios problemas y preocupaciones. Algunos de
los trabajadores que trabajan aquí están desplazados y tienen que compartir una
habitación diminuta con otras familias. Alguno de ellos ha perdido a sus seres
queridos.La recepcionista del centro Kashkoul de Damasco, por ejemplo,perdió a
su marido al principio de la guerra por culpa de una bala perdida. Estaba haciendo
la compra para su familia con su hija de cinco años, que vio morir a su padre
delante de sus propios ojos. Actualmente, esta señora tiene que ocuparse ella
sola de sus tres hijas, lo que supone una dificultad para sobrellevar la carga
de la vida día tras día. Además, los trabajadores de Cáritas deben dejar de
lado sus propias preocupaciones yescuchara la gente contar historias tristes y
a menudo trágicas, con comprensión y compasión. Y si seles pregunta de dónde
sacan fuerzas para continuar con su misión, la mayoría responde “de la alegría
que vemos en los ojos de los desfavorecidos cuando reciben nuestra ayuda”. Esto
es sencillamente una oda a la alegría de los trabajadores de Cáritas en Siria.
Los seis años de guerra
nos han agotado y nos han devuelto a la Edad de Piedra, privándonos de las
cosas más sencillas de la vida. Pero vosotros, desde los países occidentales,
podéis ayudarnos a recuperar nuestra dignidad y nuestra alegría apoyándonos y
ayudándonos no solo económicamente, sino también contribuyendo a acabar con la
guerra en nuestro país. Os pedimos que por favor habléis en voz alta sobrela
verdad. Sobre el tremendo sufrimiento de millones de seres humanos en Siria.
Que ejerzáis presión sobre vuestros gobiernos para que pongan fin a las
sanciones en nuestro país ya que lo único que se está consiguiendo es que los
ricos sean más ricos y los pobres lo sean aún más. Pedid a vuestros líderes
políticos que prohíban el envío de armas y que impidan a los yihadistas viajar
a Siria. Que nos ayuden a reconstruir nuestro país para que así podamos
interpretar de nuevo nuestra propia “Oda a la alegría”.
Por último, me gustaría
daros las gracias por vuestra solidaridad, que nos ha llegado al fondo de
nuestros corazones y nos ha dado esperanza. Personas como vosotros nos dais la
certeza de que la primavera siempre llega después del invierno.
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