Este artículo forma parte de un conjunto que pretende llamar la atención sobre el papel de la mujer en el mundo, en cada una de las sociedades de nuestra Casa Común, en el antiguo pueblo de Israel (en tiempos de Jesús) y en nuestra Iglesia.
“El papel de la mujer en la Iglesia no puede
estar relegado a la servidumbre” (Del Papa Francisco en la entrevista de Jordi
Évole).
Continuamos
analizando sucintamente el comportamiento tan extraordinario de Jesucristo con
las mujeres, más aun teniendo en cuenta la hostilidad social, etnográfica,
antropológica, política y religiosa que existía contra ellas en tiempos de
Jesús, como vimos en la introducción al primer comentario.
“Ni
aborrecisteis, Señor de mi alma, cuando andabais por el mundo, a las mujeres,
antes las favorecisteis siempre con mucha piedad, y hallasteis en ellas tanto
amor y más fe que en los hombres” (Santa Teresa de Jesús, en Camino de
perfección, Códice de El Escorial, cap.3º).
La
mujer de la moneda perdida (Lucas 15,8-10): Este Evangelista nos cuenta que una mujer pierde una moneda,
enciende una lámpara y barre la casa hasta encontrarla, y al encontrarla siente
tal alegría que convoca a las vecinas y amigas, y les dice: alegraos conmigo
que encontré la moneda perdida.
Conocimos
en Guatemala, en Alta Verapaz, a un niño que al salir de la escuela hacía de
limpiabotas. Un día, casi al atardecer,
lo vimos llorar tan desconsoladamente, que no podíamos entender lo que
decía. Después de logar calmarlo un poco nos dijo: “quitaron pisto y mamá pegar
por no llevar para maíz”. Allí pisto es dinero, y un adulto le había
quitado todo lo que había ganado aquella tarde. Le dimos más o menos lo que le
había quitado. Estaba sentado en un peldaño. Se levantó inmediatamente y echó a
correr a toda velocidad. Al día siguiente estaba de nuevo allí limpiando. Le
preguntamos por qué había marchado corriendo tanto y nos contestó: “si ven usted
dar pisto quitar otra vez”.
Un
futbolista encargó un coche que cuesta 11 millones de euros antes de impuestos,
además de la colección que ya posee. ¿Quiénes son los que están detrás de
semejante locura?. Todos los insensatos que pagan por ver fútbol, en los campos
o en la tele. Con cada entrada que pagan llenarían de alegría a un niño de los
8500 que mueren de hambre cada día.
Las
mujeres son las que más luchan por quitar el hambre de la boca y la ignorancia
de la mente de los niños pobres del Tercer Mundo: en Africa están presentes 155
congregaciones masculinas y 441 femeninas; en Asia están presentes 95
masculinas y 297 femeninas, que con los millones de monedas que gastamos
absurdamente los países “civilizados” harían
más que milagros.
La
viuda importuna (Lucas 18-1-8): Cuenta Jesús que en una ciudad había una mujer
viuda que acude a un juez, al que no le importan ni Dios ni los hombres,
pidiendo justicia. Después de mucho tiempo, el juez la escucha. Esta mujer
sufre acoso injusto por ser mujer y ser viuda.
750 millones de personas, de los
cuales más de 500 son mujeres, llevan años y años clamando por justicia a los
países ricos, pero éstos, como tampoco les importan ni Dios ni los hombres, no
les hacen ni caso, porque les duele mucho más que se queme una catedral, que el
dolor de tantos millones de personas que no tienen que comer.
El juez
acaba escuchando a la viuda: Las mujeres tenéis que gritar, tenéis que exigir que os hagan justicia, tenéis que
reclamar los mismos derechos que los hombres, en la sociedad (en la cual ya
habéis avanzado un poco, sólo en algunos países) y en la Iglesia hemos de trabajar todos por erradicar el machismo y discriminación que aún hoy existe y que no permite de facto que la mujer participe en ella en las mismas condiciones que los varones.
El
óbolo de la viuda (Marcos 12,41-44): Jesús con frecuencia destaca los valores y
las cualidades de las viudas, porque eran
de lo más pobre, despreciable e infravalorado de su tiempo, lo cual aun
sigue pasando hoy en los países empobrecidos, sobre todo de Africa y la India:
- AFRICA:
- Seis de cada 10 mujeres dependen de la tierra para subsistir. En las zonas rurales de Kenia las mujeres que pierden a sus maridos son forzadas a practicar un rito que incluye quemar su ropa, afeitarse la cabeza y tener relaciones sexuales con un extraño, además de perder la propiedad de las tierras que pasan a manos de los familiares de él. Así pasa también en Zimbabue, Uganda, Congo, Sudán del Sur, Nigeria, etc.
- A menudo no tienen educación porque la escolaridad de muchas niñas de estos países no pasa de 3 años, y se limitan a mendigar para satisfacer las necesidades básicas de sus familias.
- Las leyes sobre la propiedad de tierras aun discriminan hoy a las mujeres en más de 90 países. Aunque las leyes han mejorado en muchos países en realidad no se aplican, porque siguen mandando las tradiciones ancestrales.
- Un nuevo programa en Zimbabue pretende informar a las mujeres viudas sobre su derecho a heredar.
- LA INDIA: “Desde que murió mi marido nadie me dirige la palabra. Mi destino es sufrir. Durante cinco meses después de morir mi marido tuve que dormir en le calle como manda la tradición. Quise construir una cabaña pero el dueño del terreno me pegó tanto que tuve que ingresar en el hospital. De madrugada voy a trabajar a las montañas, lejos del pueblo, para no cruzarme con los vecinos y evitar problemas. La gente del pueblo me trata mal y me insulta porque creen que si una viuda se cruza en su camino les traerá mala suerte”.
Jesús
reclama la atención de sus discípulos hacia esta viuda, porque echó más que
nadie por ser la más pobre. ¡Qué lejos estamos en los países ricos de ser un
poco coherentes con el Evangelio!. Hay otra manera de vivir y de hacer un mundo
más justo y habitable para todos, que es ser solidarios, compartir y amarnos de
verdad.
Las
mujeres que siguen a Jesús hasta la muerte (Lucas: 23,27-28). En la época de
Jesús, el pueblo judío estaba sometido al poder romano que ejercía su dominio a
través de un procurador o gobernador. Las autoridades romanas exigían tributos
personales y territoriales para el Emperador romano, incluidos hasta los niños,
además de aportes en especie para el mantenimiento de sus tropas de ocupación.
La situación política de Palestina en tiempos de la muerte de Jesús era muy
dura, difícil y arriesgada, y más estando cerca de un hombre que era tenido por
las autoridades como revolucionario y soliviantador del pueblo, que incluso tenía
que andar medio escondido porque ya estaba amenazado de muerte. Cuando llegaron
a prenderlo para condenarlo a muerte y ejecutarlo, todos los discípulos
huyeron o negaron conocerlo como
Pedro.
Pues
bien, estas mujeres tuvieron un valor extraordinario al acompañar al reo Jesús
hasta el mismo sepulcro, pues se arriesgaban a ser detenidas.
Precisamente hoy
las mujeres son la gran mayoría de las personas que están arriesgándose y
acompañando a los más empobrecidos y necesitados del mundo, como las que
atienden, curan y alimentan a miles de personas infectadas de hepatitis B y C, Sida o Tuberculosis en el Centro
Socio-Sanitario de Biryogo (Ruanda), desbordadas con más de 500 consultas
diarias, que se ven además en una situación angustiosa porque tienen que dar
medicamentos a estómagos vacíos, con la gran incertidumbre de que no sirvan
para nada, porque la gente no tiene qué comer, mientras que en la misa del domingo tienen que oír a los
sacerdotes pedir dinero al pueblo: pedir para construir una iglesia nueva;
pedir para construir una casa nueva para ellos; pedir para amueblarla bien.
¿Cómo
es posible que a estas mujeres, que ejercen a diario el sacerdocio real de
servicio a los pobres, no se les pueda permitir ejercer el sacerdocio de la Eucaristía?.
¿Cómo
acompañamos hoy nosotros a Jesucristo crucificado en los pobres de la tierra
desde la com-pasión, la misericordia, la denuncia y la lucha por la justicia?.
Un abrazo muy cordial para ellas y para tod@s vosotr@s.- Faustino Vilabrille
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