miércoles, 15 de mayo de 2019

La señal del cristiano es el amor


Que lo tenemos que expresar siendo manos de  Dios, pies de Dios, ojos de Dios, oídos de Dios, brazos y abrazos de Dios, boca de Dios, como lo fue Jesucristo sobre todo para los más empobrecidos  y necesitados de la Tierra, pero donde hay un ser humano haciendo daño a si mismo o a otra persona ahí hay otro Judas traicionando a Jesucristo, porque para Dios cada ser humano somos Jesucristo.

Comentario al Evangelio de Juan 13,31-33a.34-35

Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: «Ahora es glorificado el Hijo  del hombre y Dios es glorificado en él (Si Dios es glorificado en él también Dios lo glorificará en sí mismo: y pronto lo glorificará). Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado. La señal por la que conocerán que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros».

1.- Hay demasiados Judas en este mundo, demasiados traidores y traicionadores, que hacen mucho daño, porque casi siempre saben hacer bien el mal y por eso el daño es aun mayor. Por el contrario hay quienes saben hacer bien el bien, y por eso el bien que hacen es muy grande. A este grupo perteneció Jesús de Nazaret, que "pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el mal porque Dios estaba con El", nos cuenta el Evangelista Lucas. Pero donde hay un ser humano haciendo daño a si mismo o a otra persona, ahí hay otro Judas traicionando a Jesucristo, porque lo traiciona en los seres humanos que somos Su presencia.

¿Quiénes son los grandes judas de nuestro tiempo?. Ya los hemos nombrado muchas veces, todos los tenemos en la cabeza. Son los principales responsables de casi todos los males y grandes sufrimientos que hay en el mundo. Hoy los dejamos en paz, aunque viendo el mal que causan parece que no lo merecen...

Pero también hay pequeños judas, a veces no tan pequeños, que somos cada uno de nosotros, unas veces porque secundamos a los grandes judas tomándolos como modelo de hombre y queriendo ser como ellos, y otras veces porque nos hacemos abundantes maldades unos a otros. Por ejemplo:
  1. Entre los EE.UU. China, Alemania, Italia, Japón, Francia y España gastamos al año 30.395 millones de euros en helados, mientras casi 800 millones de personas carecen de un bocado de pan, entre las que están 217 millones de africanos que no disponen de 1 ó 2 euros al día, muchos enfermos de tuberculosis o sida, a los que casi no sirve de nada darles medicamentos para curarse, porque es darlos a estómagos vacíos, y así no funcionan; y en España, en 2018, tenemos nada menos que 8,6 millones de personas en exclusión social, de las cuales unos 4 millones sufren exclusión social severa (Informe Foesa-Cáritas).
  2. Gastamos en perfumes unos 25.808 millones de € mientras unos 844 millones de personas no tienen un servicio básico de agua potable y 4500 millones carecen de saneamiento, lo que supone la muerte por diarrea de 990 niños al día, menores de 5 años.
  3. Nos gastamos en bebidas alcohólicas  de alta graduación nada menos que 253.126 millones de euros, mientras cientos de miles de personas se alimentan de hojas, raíces y cortezas de árboles. Aquí tiramos las mondas de la fruta, de las patatas…, a los pobres de Guatemala o Ruanda nunca les vimos hacer eso.
  4. Podríamos seguir hablando de otros gastos cuantiosos, no sólo innecesarios, sino además dañinos, como  en tabaco, drogas, juego, sexo, además del enorme gasto económico y social que generan las enfermedades derivadas de esas dependencias.

¿Estamos educando a la juventud para que no caiga en esas adicciones y dependencias esclavizadoras que con frecuencia destruyen la propia vida, la de la familia,  y de la sociedad?. Por el contrario ¿les ayudamos a descubrir el sentido de la vida, la autoestima, el respeto a todos y a todo, la empatía con el bien común y la naturaleza, la solidaridad con los que sufren, la acogida y el voluntariado con los inmigrantes,  la generosidad con los empobrecidos del Tercer Mundo en tiempo y dinero?.

2.- ¡Qué serenidad, valentía, fe y fortaleza tenía Jesús!, que viendo a Judas salir a consumar su traición, les dice a los discípulos: "Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado". Cómo ante lo que se le viene encima reacciona en positivo y les dice: "Ahora va a ser glorificado el Hijo del Hombre". Es una glorificación que le llega por el compromiso tan grande que asumió y le va a conducir a ser asesinado, condenado a muerte de cruz de forma totalmente injusta y cruel. No le llega por la inmolación voluntaria de morir crucificado, sino por el compromiso con los empobrecidos y esclavizados de Galilea denunciando las injusticias de sus opresores, religiosos y políticos, que por eso mismo lo condenan a muerte. Su muerte fue un asesinato religioso-político. Su amor a aquellas gentes fue tal que le lleva a arriesgar la vida por ellas. Una persona quiere de verdad a otra persona cuando es capaz, y lo hace, de dar la vida por ella. Eso hizo Jesús de Nazaret. Fue plenamente consciente del compromiso que asumía.
El amor a los demás y de unos a otros es la señal que demuestra que somos discípulos de Jesús: conocerán que sois mis discípulos si os amáis unos a otros. La señal es el amor.
¿Qué pensar, por tanto, de algunos Cardenales y algunos Obispos y falsos teólogos que se oponen con furia al Papa Francisco que intenta hacer reformas elementales en la Iglesia que la vuelvan por lo menos un poco más coherente con el Evangelio?. Parece que, presumiendo de saber muchas teologías y liturgias, todavía no han descubierto ni lo más elemental: cuál es la señal del cristiano.

Donde hay amor allí está Dios.

Un abrazo muy cordial a tod@s.- Faustino Vilabrille

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