Que lo
tenemos que expresar siendo manos de Dios,
pies de Dios, ojos de Dios, oídos de Dios, brazos y abrazos de Dios, boca de
Dios, como lo fue Jesucristo sobre todo para los más empobrecidos y necesitados de la Tierra, pero donde hay un
ser humano haciendo daño a si mismo o a otra persona ahí hay otro Judas
traicionando a Jesucristo, porque para Dios cada ser humano somos Jesucristo.
Comentario
al Evangelio de Juan 13,31-33a.34-35
Cuando
salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: «Ahora es glorificado el Hijo del hombre y Dios es glorificado en él (Si
Dios es glorificado en él también Dios lo glorificará en sí mismo: y pronto lo
glorificará). Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Os doy un
mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado. La señal por
la que conocerán que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros».
1.- Hay
demasiados Judas en este mundo, demasiados traidores y traicionadores, que
hacen mucho daño, porque casi siempre saben hacer bien el mal y por eso el daño
es aun mayor. Por el contrario hay quienes saben hacer bien el bien, y por eso
el bien que hacen es muy grande. A este grupo perteneció Jesús de Nazaret, que
"pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el mal porque
Dios estaba con El", nos cuenta el Evangelista Lucas. Pero donde hay un
ser humano haciendo daño a si mismo o a otra persona, ahí hay otro Judas
traicionando a Jesucristo, porque lo traiciona en los seres humanos que somos
Su presencia.
¿Quiénes son los grandes judas de
nuestro tiempo?. Ya los hemos nombrado muchas veces, todos los tenemos en la
cabeza. Son los principales responsables de casi todos los males y grandes
sufrimientos que hay en el mundo. Hoy los dejamos en paz, aunque viendo el mal
que causan parece que no lo merecen...
Pero también hay pequeños judas,
a veces no tan pequeños, que somos cada uno de nosotros, unas veces porque
secundamos a los grandes judas tomándolos como modelo de hombre y queriendo ser
como ellos, y otras veces porque nos hacemos abundantes maldades unos a otros.
Por ejemplo:
- Entre los EE.UU. China, Alemania, Italia, Japón, Francia y España gastamos al año 30.395 millones de euros en helados, mientras casi 800 millones de personas carecen de un bocado de pan, entre las que están 217 millones de africanos que no disponen de 1 ó 2 euros al día, muchos enfermos de tuberculosis o sida, a los que casi no sirve de nada darles medicamentos para curarse, porque es darlos a estómagos vacíos, y así no funcionan; y en España, en 2018, tenemos nada menos que 8,6 millones de personas en exclusión social, de las cuales unos 4 millones sufren exclusión social severa (Informe Foesa-Cáritas).
- Gastamos en perfumes unos 25.808 millones de € mientras unos 844 millones de personas no tienen un servicio básico de agua potable y 4500 millones carecen de saneamiento, lo que supone la muerte por diarrea de 990 niños al día, menores de 5 años.
- Nos gastamos en bebidas alcohólicas de alta graduación nada menos que 253.126 millones de euros, mientras cientos de miles de personas se alimentan de hojas, raíces y cortezas de árboles. Aquí tiramos las mondas de la fruta, de las patatas…, a los pobres de Guatemala o Ruanda nunca les vimos hacer eso.
- Podríamos seguir hablando de otros gastos cuantiosos, no sólo innecesarios, sino además dañinos, como en tabaco, drogas, juego, sexo, además del enorme gasto económico y social que generan las enfermedades derivadas de esas dependencias.
¿Estamos
educando a la juventud para que no caiga en esas adicciones y dependencias
esclavizadoras que con frecuencia destruyen la propia vida, la de la
familia, y de la sociedad?. Por el
contrario ¿les ayudamos a descubrir el sentido de la vida, la autoestima, el
respeto a todos y a todo, la empatía con el bien común y la naturaleza, la
solidaridad con los que sufren, la acogida y el voluntariado con los
inmigrantes, la generosidad con los
empobrecidos del Tercer Mundo en tiempo y dinero?.
2.- ¡Qué
serenidad, valentía, fe y fortaleza tenía Jesús!, que viendo a Judas salir a
consumar su traición, les dice a los discípulos: "Os doy un mandamiento
nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado". Cómo ante lo que se
le viene encima reacciona en positivo y les dice: "Ahora va a ser
glorificado el Hijo del Hombre". Es una glorificación que le llega por el
compromiso tan grande que asumió y le va a conducir a ser asesinado, condenado
a muerte de cruz de forma totalmente injusta y cruel. No le llega por la
inmolación voluntaria de morir crucificado, sino por el compromiso con los
empobrecidos y esclavizados de Galilea denunciando las injusticias de sus
opresores, religiosos y políticos, que por eso mismo lo condenan a muerte. Su
muerte fue un asesinato religioso-político. Su amor a aquellas gentes fue tal
que le lleva a arriesgar la vida por ellas. Una persona quiere de verdad a otra
persona cuando es capaz, y lo hace, de dar la vida por ella. Eso hizo Jesús de
Nazaret. Fue plenamente consciente del compromiso que asumía.
El amor a los
demás y de unos a otros es la señal que demuestra que somos discípulos de
Jesús: “conocerán que sois mis discípulos si os amáis unos a otros”. La señal
es el amor.
¿Qué
pensar, por tanto, de algunos Cardenales y algunos Obispos y falsos teólogos que se
oponen con furia al Papa Francisco que intenta hacer reformas elementales en la
Iglesia que la vuelvan por lo menos un poco más coherente con el Evangelio?.
Parece que, presumiendo de saber muchas teologías y liturgias, todavía no han
descubierto ni lo más elemental: cuál es la señal del cristiano.
Donde
hay amor allí está Dios.
Un
abrazo muy cordial a tod@s.- Faustino Vilabrille
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