Jesús murió
como consecuencia de su compromiso con el hombre y la
Creación para la plenitud de la Resurrección.
Lucas 9, 28 b-36
Jesús sube a lo
alto de una montaña con Pedro, Santiago y Juan a hacer oración: su rostro
cambió, sus vestidos brillaban de blancos. Ellos ven la gloria de Jesús y se
sienten allí muy a gusto. Pedro le dice a Jesús: “que bien se está aquí,
hagamos tres tiendas.
Quieren quedarse allí. Suena la voz de Dios: “Este es mi Hijo, el escogido, escuchadle”.
Quieren quedarse allí. Suena la voz de Dios: “Este es mi Hijo, el escogido, escuchadle”.
1.- Jesús murió
asesinado, víctima de una muerte injusta y prematura: Jesús les viene
anunciando a los discípulos que va a ser perseguido, condenado a muerte y
crucificado, pero que al tercer día resucitará.
Esto último nos hace ver que Jesús no caminaba a ciegas: sabía muy bien que su trayectoria humana
de compromiso con los empobrecidos contra los opresores y empobrecedores del
pueblo, políticos y sobre todo religiosos, le va a llevar inexorablemente a ser
perseguido, denunciado, procesado y asesinado de forma injusta y prematura, con
una muerte muy cruel, pero tiene la plena seguridad de que Dios le ama y va a
triunfar con la Resurrección. Los discípulos
andan con miedo: con esta escena de grandeza y felicidad Jesús busca animarlos,
tanto que quieren quedarse allí.
Ese destino de Jesús, es el
de muchos luchadores, a favor de los demás a lo largo de la historia y lo es
también en nuestro días, como Oscar Romero, en cuya raíz están la
injusticia y la ambición humana de querer vivir y triunfar sobre los demás y a
costa de los demás, no con los demás y a favor de los demás, como lo hizo
Jesús.
2.- Jesús murió
como consecuencia de su propio compromiso con el pueblo concreto de Galilea,
oprimido y castigado por los poderes religiosos y políticos de entones: los
sacerdotes del templo de Jerusalén y las autoridades romanas, porque
“solivianta al pueblo y la gente se va con él”, porque les hablaba de
libertad, de justicia, de igualdad, de fraternidad, de amor, de paz, de vida y
vida en abundancia para todos.
3.- ¿Qué estamos
haciendo hoy para que vivan dignamente los oprimidos de nuestro tiempo?. ¿Qué hacemos por Africa, el continente más rico
del planeta y a la vez donde están los más empobrecidos del mundo?.
Africa tiene el 80 % del
coltán del mundo, el 60 % de diamantes, el 97 % del cobre, el 50 % del cobalto,
el 60 % de diamantes, 57 % de oro. Las compañías multinacionales de los países
ricos, que actúan en Africa como aves de rapiña, están matando de
hambre a millones de africanos cada año.
¿Qué hacemos ante tanta
tragedia humana, ante tantos crucificados de nuestro tiempo?.
4.- Plenitud
para tod@s y para toda la creación: La cumbre del monte, el rostro transformado de Jesús, los vestidos blancos,
brillantes, significan triunfo, grandeza, felicidad. Este es el destino de
Jesús y de tod@s y de toda la creación para una vida gratificante con El para
este mundo y de plenitud para más allá de la muerte, porque la vida
empieza pero no termina nunca, tan solo cambia. Jesús lo sabe y por eso las
tres veces que anuncia su muerte en la cruz anuncia también su
resurrección. Dios quiere con Jesucristo para todos y para toda la creación
una vida digna en este mundo y un destino feliz y para siempre. Por
eso los creyentes en Jesús tampoco vamos por la vida a ciegas. Nuestro
compromiso, como el de El, por un mundo mejor, justo y fraternal tiene una meta
feliz con Jesucristo: la plenitud de la resurrección. Este mensaje debemos dar
a conocer con los hechos y las palabras de nuestra vida a todo ser humano.
Quienes quieren triunfar a
base de explotar a los demás, de engañarlos, de practicar la corrupción, de
oprimir a los débiles, de proteger a los poderosos, de venderse políticamente
al dinero, de explotar injusta e indebidamente y contaminar la naturaleza, son
indignos de ser seres humanos. Todos aspiramos a triunfar, pero el
triunfo, como el de Jesús, solo es verdadero con los demás y por los demás,
todos juntos para el bien de todos y de toda la creación.
5.- La política de la encarnación de Jesús: Los
discípulos quieren quedarse allí, pero hay que bajar a la arena de la vida, a
la lucha y el compromiso, a la tarea de perfeccionar el mundo para la
meta final. Es la política de la encarnación de Jesús: Hay mucho que hacer,
mucho mal que quitar, mucho dolor que mitigar, muchas heridas que curar, mucho
hambre que satisfacer, mucha soledad que acompañar, mucho frío y desnudez que
calentar y cubrir, muchas cárceles que abrir, muchos clamores de los
empobrecidos del mundo que oír y mitigar, muchas injusticias que vencer, muchos
potentados que abajar y muchos postrados que levantar... Nuestra oración, como
la de Jesús poco antes de su muerte, más que para pedirle cosas a Dios, es para
decirle qué estamos dispuestos a hacer para construir el Reino de Dios en el
mundo para el bien de to@s y de toda la creación: "buscad el Reino de
Dios y su justicia, lo demás se os dará por añadidura".
6.- Escuchar a
Jesús: El Padre les manda escuchar
a Jesús: si todos los creyentes en El, de todas las confesiones religiosas,
incluida toda la oficialidad de todas las iglesias, escucháramos y
practicáramos de verdad la integridad de su mensaje, sin amaños, sin recortes,
sin eufemismos religioso-políticos, el mundo sería infinitamente más feliz.
Un cordial abrazo a tod@s.-Faustino
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