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Tiempo ordinario – C (Lc 21,5-19)
Evangelio
del 17 / Nov / 2019
En los
evangelios se recogen algunos textos de carácter apocalíptico en los que no es
fácil diferenciar el mensaje que puede ser atribuido a Jesús y las
preocupaciones de las primeras comunidades cristianas, envueltas en situaciones
trágicas mientras esperan con angustia y en medio de persecuciones el final de
los tiempos.
Según
el relato de Lucas, los tiempos difíciles no han de ser tiempos de lamentos y
desaliento. No es tampoco la hora de la resignación o la huida. La idea de
Jesús es otra. Precisamente en tiempos de crisis «tendréis ocasión de dar
testimonio». Es entonces cuando se nos ofrece la mejor ocasión de dar
testimonio de nuestra adhesión a Jesús y a su proyecto.
Llevamos
ya mucho tiempo sufriendo una crisis que está golpeando duramente a muchos. Lo
sucedido en este tiempo nos permite conocer ya con realismo el daño social y el
sufrimiento que está generando. ¿No ha llegado el momento de plantearnos cómo
estamos reaccionando?.
Tal
vez, lo primero es revisar nuestra actitud de fondo: ¿Nos hemos posicionado de
manera responsable, despertando en nosotros un sentido básico de solidaridad, o
estamos viviendo de espaldas a todo lo que puede turbar nuestra tranquilidad?. ¿Qué hacemos desde nuestros grupos y comunidades cristianas?. ¿Nos hemos marcado
una línea de actuación generosa, o vivimos celebrando nuestra fe al margen de
lo que está sucediendo?.
La
crisis está abriendo una fractura social injusta entre quienes podemos vivir
sin miedo al futuro y aquellos que están quedando excluidos de la sociedad y
privados de una salida digna. ¿No sentimos la llamada a introducir «recortes»
en nuestra vida para poder vivir los próximos años de manera más sobria y
solidaria?.
Poco a
poco, vamos conociendo más de cerca a quienes se van quedando más indefensos y
sin recursos (familias sin ingreso alguno, parados de larga duración, inmigrantes
enfermos…). ¿Nos preocupamos de abrir los ojos para ver si podemos
comprometernos en aliviar la situación de algunos?. ¿Podemos pensar en alguna
iniciativa realista desde las comunidades cristianas?.
No
hemos de olvidar que la crisis no solo crea empobrecimiento material. Genera,
además, inseguridad, miedo, impotencia y experiencia de fracaso. Rompe
proyectos, hunde familias, destruye la esperanza. ¿No hemos de recuperar la
importancia de la ayuda entre familiares, el apoyo entre vecinos, la acogida y el
acompañamiento desde la comunidad cristiana…?. Pocas cosas pueden ser más nobles
en estos momentos que el aprender a cuidarnos mutuamente.
José
Antonio Pagola
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