Atrás
quedaba el tantas veces recalcado “concordato” firmado entre el gobierno
franquista y el Vaticano al que tanto antes como después determinados partidos
políticos y fuerzas sindicales se han referido infinidad de veces de forma
totalmente negativa y tratando de hacer creer a la sociedad española que aquel "concordato" y estos "acuerdos" del 11/VI/1979
eran y son lo mismo (cuando en realidad las diferencias son abismales
tanto en su forma como sobre todo en su contenido); por desgracia esta enorme y
monumental confusión tozudamente buscada y generada con intención de desacreditar
la E.R.E. y sin criterio objetivo alguno, sin
embargo, persiste aun hoy aunque ya cada vez menos ante la evidencia de
la realidad.
Aparte
de esta cuestión de tinte ideológico y de otras cuestiones tales como el
absurdo debate de si “la asignatura debe desaparecer o no del ámbito docente”
(siendo que es una materia curricular de LIBRE ELECCIÓN -sólo la tiene quien la
desea, de acuerdo con el Art. 27.3 de la Constitución Española-); existe un amplio marco legal tanto nacional como internacional que la ampara. Hay no
obstante nuevas cuestiones que nos llevarían a profundizar en el contenido y en
el espíritu de aquellos acuerdos de 1979 y también, de acuerdo con la realidad
actual española, responder a estos nuevos retos.
La
asignatura de Religión no sobra en la escuela.
Podríamos
llamarle de otro modo incluso, como por ejemplo “Cultura del Hecho Religioso”
que es como cada vez más está siendo llamada ya que de facto así es, incluso
aunque ésta sea confesional cristiana. Se tiene en cuenta también el hecho
religioso no cristiano e incluso otras perspectivas no religiosas acerca de la
vida y lo que ella conlleva ya que todo ello responde a los interrogantes
existenciales que muchas personas se plantean a lo largo de su existencia
terrena.
Algunos
querrían erradicarla por razones ideológicas (no presentan ni una sola razón
pedagógica ni cultural educativa o científica; para ellos es horrible que la
ciudadanía española tenga libertad para poderla elegir y disfrutar en un medio
tan suyo como lo es para los demás: la enseñanza pública). La escuela laica no
tiene por qué excluir el hecho religioso.
No
pocos piensan que a la asignatura de Religión sólo van los que son de una
determinada confesión religiosa. Es un sofisma tan falso como el de que “la
asignatura de Religión es Catequesis” (y por eso dicen que “quien quiera
Religión que se vaya a su parroquia”).
Sin
embargo la realidad es que en una aula
donde su alumnado está inscrito en Religión hay muchos cristianos
católicos, pero también los hay evangélicos y de otras confesiones religiosas,…
e incluso ateos. ¿hay algún problema en ello?, ¡ninguno!. Esta diversidad
incluso es un bien para todo el conjunto pues el compartir distintos
planteamientos, formas de entender el hecho religioso y su relación con la
cotidianidad amplía horizontes, perspectivas, ayuda al entendimiento, a la
comprensión global de la realidad, fomenta el diálogo abierto, mejora la
convivencia,…
Tan
sólo con practicar la escucha, la acogida del otro, la empatía y el respeto
mutuo… se logra siempre crear el ambiente necesario para que puedan alcanzarse
todos los objetivos que el área de Religión tenga marcados.
España
es un país cada vez más plural.
Siempre
lo fue, desde los tiempos más remotos pero en la actualidad mucho más. A la
diversidad idiomática, cultural y de procedencia de sus habitantes se suma la
religiosa. Ya no es una, dos o tres o cuatro las creencias religiosas que
podemos hallar en nuestro país sino muchas más.
A
menudo saltan a la palestra noticias relacionadas con formas diversas de vivir
la religiosidad dependiendo de la forma en que se vivan en tal o cual confesión
religiosa. Otras veces la noticia es una exclamación de la incultura de no
pocos jóvenes ante la contemplación de unas esculturas, pinturas, edificios,
estilos y obras literarias, etc… expresan o reconocen y que si tuvieran una
buena formación en el hecho religioso podrían explicar perfectamente sin
esfuerzo alguno.
¿Qué
pasaría si nuestros y nuestras estudiantes tuviesen acceso en el ámbito docente
a todo el saber relacionado con el hecho religioso de distintas confesiones
religiosas, conociesen sus aspectos formales, el sentido de su religiosidad o
formas de vivirla, sus elementos culturales, celebrativos, artísticos, etc…?.
¿No sería esto muchísimo más provechoso que tratar de esconder o negar esta
enorme y rica realidad?.
Llamémosle
como queramos, la realidad es la misma.
Proponemos:
- Una actualización de los acuerdos de 1979 y profundización en sus cuestiones de calado (esos acuerdos se fundamentan en el espíritu del Concilio Vaticano II y en los valores que la nueva democracia española se proponía desarrollar a través de su Constitución casi recién estrenada).
- Un nuevo currículo de esta materia (sea cual sea el nombre que le queramos dar: Religión, Cultura del Hecho Religioso, Hª y Cultura de las Religiones, etc…) en la que con los mismos criterios pedagógicos se pueda ofrecer al alumnado una visión concreta y global del hecho religioso de acuerdo con la diversidad religiosa presentes en el mundo y especialmente en Europa y España.
- Que este currículo deje de ser confesional y también, y al mismo tiempo, se muestre al alumnado con la suficiente objetividad, amplitud y profundidad tal que finalizados los ciclos formativos en Primaria y Secundaria todo el alumnado pueda sentirse competente tanto en el conocimiento teórico de toda esta pluralidad como sensible, respetuoso y practicante de aquellos valores que lleven a la apertura a la diversidad, respeto mutuo y convivencia sana y constructiva.
- Que surja de un consenso político y con la participación directa de los representantes de las diversas confesiones religiosas de tal manera que esta materia pueda permanecer estable y no dependa del capricho de quien gane las elecciones generales.
- Que su profesorado pueda ser el mismo que hasta la fecha ha impartido esta materia pero con el acceso a la docencia en exactas condiciones que el resto del profesorado de otras materias y sea considerado en los centros docentes también en exactas condiciones que los demás docentes a todos los efectos.
A modo
de conclusión diríamos que necesitamos superar, en nuestro país especialmente,
esa negación fanática de la dimensión trascendental del ser humano y que lleva
no sólo a esto sino también a tratar de impedir que quienes sí la quieren cultivar
en condiciones dignas se vean impedidos y reducidos a una privacidad que impide
toda dimensión social abierta y tolerante que se observa en todas las
religiones.
No es
la Religión en la escuela un problema, nunca lo ha sido, ya que no ha sido ella
ni sus docentes quienes han provocado discusión y crispación al respecto sino
las ideologías políticas. No es un problema sino más bien una oportunidad que
aún sigue vigente y que tenemos ahí esperando a ser aprovechada para crear un
foro de encuentro, diálogo, debate y mutuo enriquecimiento para todos nuestros
hijos e hijas que serán o ya son el futuro y presente de nuestra sociedad.
La
escuela, el medio docente reglado, es un excelente espacio o foro en el que
esto pueda darse e ir desarrollando a través de esta formación valores tan
democráticos y tan constructivos como la tolerancia ante la diversidad, el
diálogo honesto, el aprender unos de otros, comprensión de diversas
perspectivas,… para llegar a una convivencia en la que todos con todas sus
diferencias puedan sentirse llamados a formar parte de un Proyecto Común de
humanidad abierta acogiendo al otro y saber apreciar los valores
específicos que existen en todas las confesiones religiosas.
PARA AMPLIAR:
No hay comentarios:
Publicar un comentario