martes, 25 de junio de 2019

Monumento a la dignidad perdida





Día de la lucha contra las drogas (26 de junio)

OBJETIVO DE LA JORNADA: Tomar conciencia no sólo de lo que son las drogas y sus efectos negativos tanto en la persona y en su entorno sociofamiliar sino sobre todo las causas por las cuales se llega a ellas y comprometernos todos a desarrollar actitudes que eliminen esas causas.
"MONUMENTO A LA DIGNIDAD PERDIDA"

En un hermoso lugar, de espléndidos paisajes y de gran belleza por las formas caprichosas de unos grandes peñascos tan altos como montañas, se ubicaba un lindo pueblecito siempre acariciado por ese entorno que hacía de cada instantánea una obra de arte, fuese cual fuese la cámara fotográfica que capturara la imagen.
Eran los colores de las rocas de los riscos más cercanos al pueblo lo que llamó poderosamente a cierto magnate la atención quien, queriendo reproducir en su residencia la magia que parecía envolver a este pueblecito, ofreció fuertes sumas de dinero a quien le trajera piedras de esos riscos lo que fue motivando el que poco a poco se fuera apuntando cada vez más gente a llevarle dicha “mercancía” arrancando pedazo a pedazo la magia de aquellos roques.
Al principio era relativamente fácil tomar aquellas piedras y llevarlas a su destino mercantil: bastaba casi con recogerlas del suelo, pero al no quedar ya sueltas decidieron romper poco a poco fragmentos de las grandes rocas e incluso escalar dichos peñascos para tratar de localizar en sus altos piedras sueltas más fáciles de tomar. A medida que esto se hacía más difícil aumentaban los riesgos y los daños: la gente que arañaba el lugar sufría caídas, golpes,… incluso violencia entre ellos mismos en la disputa de los pedazos más grandes.
Esta situación hizo que quienes iban a vender sus piedras demandaran más dinero: ¡se estaban jugando hasta la vida por conseguir aquello!. El comprador aceptó y aumentó el importe por cada piedra. Pronto la crudeza aumentó: ya no hubo simples caídas, golpes, rasguños mil,… sino graves lesiones, hospitalizaciones y hasta muertes, tanto a causa de las caídas, derrumbes de grandes rocas y también por violencia física de unos contra otros.
Al cabo de mucho tiempo este magnate quiso viajar al pueblo para entender el porqué de tanta desgracia. No se imaginaba siquiera el motivo de tanto infortunio. Cuando iba llegando a las postrimerías del pueblecito lo primero que percibió era que… había cambiado radicalmente la fisonomía externa que envolvía al lugar; los roques parecían ahora simples amasijos deformes de rocas descarnadas, sin magia, sin color,… los rayos del sol ya no se reflejaban en ellos, los mágicos colores… habían desaparecido. El encanto del pueblo… se había esfumado. La gente era uraña, desconfiada; sus calles repletas de polvo, sucias, desangeladas no parecían llevar a lugar alguno; los jardines desaparecieron destrozados y llenos de tiendas de campaña plantadas allí por gentes que se aposentaban allí para evitar pagar alojamiento en el pueblo.
Ante este dantesco paisaje el magnate entendió que era él el causante de todo aquello: había despertado la usura, el afán desmedido de enriquecerse cada cual a costa de lo que fuera… incluso de la vida de sus semejantes, de su dignidad,… Así que… decidió más nunca pagar a nadie por las piedras que le llegaran a su propiedad donde, por cierto, a pesar de sus esfuerzos las rocas a él llegadas no lucían con el encanto que él esperaba, no cobraban la magia que en su lugar de origen manifestaban, razón por la cual había estado demandando cada vez más y más piedras.
Al dejar de demandar esa mercancía… ya perdió todo interés seguir descarnando los grandes roques que envolvían al pueblecito, así que la gente abandonó el desmonte y destrucción de aquellos grandes peñascos, ya no hubo trasiego, peleas, caídas ni violencia, ya no hubo heridos ni muertes,…
El magnate, además, decidió devolver al pueblo todas las piedras que a su propiedad habían llegado y puesto que era imposible recolocar cada una de ellas en su lugar de origen exacto… con ellas y en colaboración con la gente de todo el pueblo decidió construir un gran monumento en una gran explanada al que quiso llamar, como último capricho: “Monumento a la dignidad perdida”.
Cuentan que desde entonces se recuperó la armonía entre sus habitantes, se acabaron los miedos y recelos de unos por otros, renació la alegría,… y al cabo de muchos años… la lluvia, el viento, los rayos del sol, el frío y el calor, fueron esculpiendo en los grandes roques la magia de aquel encanto que la usura destruyó y el pueblo recobró por fin todo su esplendor. Sólo el “Monumento a la dignidad perdida” mantenía vivo el recuerdo de lo que nunca debió ser.
Santi Catalán
PARA AMPLIAR:
PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO:
  • ¿Qué tiene que ver este cuento con el uso indebido y tráfico ilícito de drogas?.
  • ¿Qué fue lo que destruyó la armonía y belleza del pueblo, tanto entre sus habitantes como entre él y su entorno natural?.
  • ¿Se hubiera producido aquel gran destrozo del pueblo si no hubiera habido "demanda" de las piedras?. ¿Qué nos indica esto?. ¿Habría tráfico de drogas si no hubiera demanda de las mismas?.
  • ¿De dónde arrancar para evitar la demada, tráfico y consumo de drogas?.
  • ¿Qué necesitamos desarrollar en nosotros para evitar caer en las mafias que se lucran a costa del dolor y muerte de tanta gente que acaba siendo adicta a las drogas?.

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