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Cuaresma – A (Juan 9,1-41)
Evangelio
del 22 / Mar / 2020
El
relato del ciego de Siloé está estructurado desde la clave de un fuerte
contraste. Los fariseos creen saberlo todo. No dudan de nada. Imponen su
verdad. Llegan incluso a expulsar de la sinagoga al pobre ciego: «Nosotros
sabemos que a Moisés le habló Dios». «Sabemos que ese hombre que te ha curado no
guarda el sábado».
«Sabemos que es pecador».
«Sabemos que es pecador».
Por el
contrario, el mendigo curado por Jesús no sabe nada. Sólo cuenta su experiencia
a quien le quiera escuchar: «Sólo sé que yo era ciego y ahora veo». «Ese hombre
me trabajó los ojos y empecé a ver». El relato concluye con esta advertencia
final de Jesús: «Yo he venido para que los que no ven, vean, y los que ven, se
queden ciegos».
A Jesús
le da miedo una religión defendida por escribas seguros y arrogantes, que
manejan autoritariamente la Palabra de Dios para imponerla, utilizarla como
arma o incluso excomulgar a quienes sienten de manera diferente. Teme a los
doctores de la ley, más preocupados por «guardar el sábado» que por «curar» a
mendigos enfermos. Le parece una tragedia una religión con «guías ciegos» y lo
dice abiertamente: «Si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán al hoyo».
Teólogos,
predicadores, catequistas y educadores, que pretendemos «guiar» a otros sin tal
vez habernos dejado iluminar nosotros mismos por Jesús, ¿no hemos de escuchar
su interpelación?. ¿Vamos a seguir repitiendo incansablemente nuestras doctrinas
sin vivir una experiencia personal de encuentro con Jesús que nos abra los ojos
y el corazón?.
Nuestra
Iglesia no necesita hoy predicadores que llenen las iglesias de palabras, sino
testigos que contagien, aunque sea de manera humilde, su pequeña experiencia
del evangelio. No necesitamos fanáticos que defiendan «verdades» de manera
autoritaria y con lenguaje vacío, tejido de tópicos y frases hechas.
Necesitamos creyentes de verdad, atentos a la vida y sensibles a los problemas
de la gente, buscadores de Dios capaces de escuchar y acompañar con respeto a
tantos hombres y mujeres que sufren, buscan y no aciertan a vivir de manera más
humana ni más creyente.
José
Antonio Pagola
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