martes, 11 de agosto de 2020

Profetismo y coherencia


En los libros de texto para el alumnado de Primaria se dice que “los profetas cumplían dos tareas fundamentales:
- Denunciar las injusticias, animando al pueblo y a sus gobernantes a abandonar las malas prácticas que se desviaban del plan de Dios para con la humanidad.
- Anunciar la llegada de alguien (el Mesías) que iba a restaurar esa armonía entre Dios y la humanidad”.

Para actuar así estas personas debían vivir con un mínimo de coherencia entre lo que proclamaban y lo que ellos vivían y estaban convencidos de que aún en sus incongruencias ese mensaje que proclamaban arrancaba con tanta fuerza desde su interior que aun no queriendo incluso eso había de salir y expresarse,… aún a riesgo de sus vidas (no en vano muchos de los profetas fueron asesinados por los poderosos quienes, incapaces de escuchar las palabras de estos profetas, al mandar matarles creyeron que con ello se acababa ese mensaje de denuncia).

Dicen que los profetas ya no existen, que el último fue Juan el Bautista, el mismo que anunciaba la llegada de alguien mayor que él y del cual no era digno ni de desatar sus sandalias. Pero profetas, con ese calificativo o con otros, siempre los ha habido: entonces, después y hoy día, también entre nosotros están.

Pere Casaldàliga.

Nos sumamos desde Justicia y Paz Tenerife al clamor popular, al de muchas personalidades eclesiales y no eclesiales que han venido destacando la figura de Pere Casaldàliga, un profeta de nuestro tiempo que ha venido trabajando en el tajo por un mundo más humano y humanizador, más acorde con ese Plan de Dios que se traduce en justicia, verdad, libertad, paz, fraternidad y esperanza para todo el Pueblo de Dios. Un pueblo en el que todos cabemos: ricos y pobres, de todas las razas, procedencias, idiomas, culturas, creencias e increencias,… donde no hay exclusión alguna porque para Dios somos todos hijos e hijas,… y para todos es la Buena Noticia.

De su trabajo y lucha constante en la construcción del Reino de Dios destacamos esa coherencia plena entre sus palabras y sus hechos y actitudes que es lo que en estas líneas apuntamos y es uno de los aspectos de su trayectoria (de ahí el título que le hemos puesto a esta entrada), dentro de muchos otros que se podrían nombrar.

Y lo hacemos así por varias razones:
  1. - El mundo anda cada vez más sobrado de discursos teóricos y más falto de compromisos concretos.
  2. - Al mundo le pasa como a los niños: “No harán quizás lo que les decimos que hagan, pero con toda seguridad sí harán lo que nos vean hacer”.
  3. - Buscamos la diplomacia, quedar bien con todos, quizás buscando salvar el pellejo, la fama, el buen nombre… o tal vez unos buenos asientos,… pero es que la Verdad no puede casarse con la mentira, con la injusticia, la violencia estructural y físicamente manifiesta; la diplomacia valdrá para algunos pero no para quien quiera ser totalmente sincero.
  4. - Es preferible perder “amigos”, apoyos materiales; es mejor la honestidad y el desparpajo en vivir lo que uno cree,… que sentirnos comprados y maniatados por el poder, el dinero y bajo el miedo y la fuerza de las armas y amenazas de los poderosos.
  5. - Es necesario “anunciar el Evangelio a todas las gentes”, también a quienes nos oprimen, aún a riesgo de que nos callen la boca a palos,… porque eso es lo que de dentro nos brota: ser fieles a la Palabra.
  6. - Es preciso también ser autocríticos: reconocer nuestros pecados, incongruencias, miedos bloqueantes y traiciones para liberarnos del poder del maligno.
  7. - Es imprescindible trabajar en Comunidad pues somos pueblo, somos el Pueblo de Dios y a imagen de la Trinidad que es COMUNIDAD necesitamos trabajar para que en el mundo seamos una sola voz nítida, clara, profética, libre y fuerte (su fuerza es el mismo Dios).
  8. - …
Así es como nos podremos acercar al ejemplo que el hermano Pere Casaldàliga nos dio a lo largo de su vida aún a pesar de todas las penurias que tuvo que pasar, acosos, amenazas incluso de muerte, también de la incomprensión de otros miembros de la Iglesia para quienes sus actitudes resultaban excesivamente peligrosas (pero no dudaban en plegarse a peligros aún mayores, mucho mayores y peores).

Adjuntamos al final de este artículo una carta que escribió al Papa Juan Pablo II el 22 de febrero de 1986 y que, aunque un poco larga, es un texto que recomendamos leer, reflexionar y orar pues aunque no está escrito en forma poética sino en prosa eleva la voz del espíritu y lo lleva al encuentro de Él y de toda la Comunidad que somos la Iglesia en toda su diversidad, santa y pecadora al mismo tiempo pero con Dios mismo en sus entrañas y siempre necesitada de conversión, autenticidad y profetismo al servicio de la misma misión que Jesucristo llevaba consigo: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor (Lc. 4,18-19).
Santi Catalán

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