domingo, 22 de julio de 2018

Abuelos...





Día de los Abuelos (26 de julio)

OBJETIVO DE LA JORNADA:  Comprender el mundo de los abuelos, ancianos,... nuestros mayores. Demostrar agradecimiento por todo cuanto nos dieron y nos enseñaron y ayudarles a vivir con dignidad y felicidad el tiempo que puedan seguir compartiendo con nosotros.
Una lección de sabiduría
La actriz Ingrid Bergman explicó de esta manera lo que se gana con la edad: “Envejecer es como escalar una gran montaña; mientras se sube, las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena”.
Hay un relato árabe ilustrativo sobre la sabiduría pragmática de los mayores, en contraposición con la pretensión de saber de los jóvenes. Cuenta que hubo una vez un anciano muy sabio, tanto que todos decían que en su cara se podía ver la sabiduría. Un buen día ese hombre decidió hacer un viaje en un barco donde iba un joven estudiante arrogante, que entró en el navío dándose aires de importancia, mientras que el anciano se limitó a sentarse en la proa a contemplar el paisaje y ver cómo trabajaban los marineros. Al poco, el estudiante tuvo noticia de que en el barco se encontraba un sabio y fue a sentarse junto a él. El anciano permanecía en silencio, y el joven decidió sacar conversación:
–¿Ha viajado mucho usted?
A lo que el anciano respondió:
–Sí.
–¿Y ha estado usted en Damasco?
Al instante el anciano le habló de las estrellas que se ven desde aquella ciudad, de los atardeceres, de las gentes y sus costumbres. Le describió los olores y ruidos del zoco y le habló de las hermosas mezquitas de la ciudad.
–Todo eso está muy bien –dijo el estudiante–Pero… habrá estado usted estudiando en la escuela de astronomía, ¿verdad?
El anciano se quedó pensativo y, como si aquello no tuviese importancia, respondió: 
–No.
El estudiante se llevó entonces las manos a la cabeza, sin creer lo que estaba oyendo: 
–¡Pero entonces ha perdido media vida!
Al poco rato, el estudiante le volvió a preguntar: 
–¿Ha estado usted en Alejandría?
Y, acto seguido, el anciano le empezó a hablar de la belleza de la ciudad, de su puerto y su faro. Del ambiente abarrotado de las calles, de sus tradiciones y de otras tantas cosas.
–Ya veo que ha estado usted en Alejandría –repuso el joven– . Pero, ¿estudió usted en la Biblioteca de Alejandría?
Una vez más, el anciano se encogió de hombros y dijo: 
–No.
De nuevo, el estudiante se llevó las manos a la cabeza y dijo: 
–Pero, ¡cómo es posible! ¡Ha perdido usted media vida!
Al rato, el anciano vio en la otra punta del barco que entraba agua entre las tablas. Entonces, preguntó al joven:
–Tú has estudiado en muchos sitios, ¿verdad?
El estudiante enhebró una retahíla sin fin de escuelas, bibliotecas y lugares de sabiduría que había frecuentado. Cuando por fin terminó, el viejo le preguntó:
–¿Y en alguno de esos lugares has aprendido natación?
El estudiante repasó las decenas de asignaturas que había cursado en los diferentes lugares, pero en ninguna de ellas estaba incluida la natación, así que respondió:
–No.
Al escuchar eso, el anciano se arremangó y, antes de tirarse al agua, dijo: 
–Pues has perdido la vida entera
.

PARA AMPLIAR:
PARA LA REFLEXIÓN Y EL DIÁLOGO:

  • ¿Qué piensas de tus abuelos?. ¿Qué sabes de ellos, de sus gustos, ideas, de sus mejores vivencias,...?.
  • ¿Qué piensas de días como éste en que se les nombra de manera especial?, ¿acaso no debiera ser su día cada uno de los días del año?.
  • ¿Qué nos enseña el relato árabe de esta entrada?. ¿Qué relación hallamos entre el contenido del vídeo y este relato?.
  • ¿Qué conclusiones prácticas podemos obtener de todo ello?.

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