No
estamos hablando de una actitud opcional, sino de una cuestión básica de
justicia, ya que la tierra que recibimos, pertenece también a los que vendrán.
Por tanto, asumir el discipulado misionero del Evangelio, implica asumir la responsabilidad de custodiar la creación.
Por tanto, asumir el discipulado misionero del Evangelio, implica asumir la responsabilidad de custodiar la creación.
¿Que nos dicen los Papas?.
La
Iglesia Cristiana Católica, desde sus orígenes, ha concedido una importancia capital a la
conservación del planeta como acto de respeto a la creación de Dios. En las
últimas décadas el respeto del medioambiente ha sido tratado en numerosos
documentos generados por parte de sus Santos Padres que reiteran la necesidad
de un compromiso con el medioambiente, en encíclicas, exhortaciones apostólicas, mensajes, discursos, homilías, etc.
*San Pablo VI (1963/1978) en su carta encíclica Populorum Progressio (1967), sobre la necesidad
de promover el desarrollo de los pueblos, afirma
que “Dios ha destinado la tierra y todo cuanto ella contiene, para uso de
todos los hombres y de todos los pueblos, de modo que los bienes creados, en
forma equitativa, deben alcanzar a todos bajo la dirección de la justicia
acompañada por la caridad.” (PP, No. 22).
*San Juan Pablo II (1978/ 2005), nos regaló un término
interesante “humanidad ecológica” en
la que la dignidad del hombre ocupa un lugar central.
+En su carta encíclica Redemptor hominis (1979):
“El hombre parece, a veces, no percibir otros
significados de su ambiente natural, sino sólo los que sirven a los fines de un
inmediato uso y consumo de las cosas. En cambio, era voluntad del Creador que el hombre se pusiera en contacto con la
naturaleza como “dueño” y “custodio” inteligente y noble, y no como “explotador”
y “destructor” sin ningún reparo” (RH. No. 15).
+En la
carta encíclica Centesimus annus (1987) llama
valientemente la atención sobre el consumismo de las sociedades modernas
desarrolladas y su impacto negativo en el equilibrio de las relaciones de los seres
humanos entre sí y con la naturaleza. El
consumismo es una de las principales causas del deterioro de la naturaleza.
*Benedicto XVI (2005 /2013) en la encíclica “Cáritas in veritate” dedica todo el
capítulo IV, de la encíclica al Medio ambiente, “nos llama a la responsabilidad y a custodiar la naturaleza….y que
debemos de dejarla, a las nuevas generaciones, en un estado en el que puedan
habitarla dignamente”
*En el Documento de Aparecida, (2007) aparece
por primera vez, el término “Casa Común”. Nos dice que, nuestra Madre tierra, es
nuestra “Casa Común “y el lugar de la alianza de Dios, con los seres humanos y
con toda la creación.
Desatendernos de las mutuas relaciones y el
equilibrio que Dios mismo estableció, es una ofensa al creador.
El Papa Francisco, (marzo 2013) desde el principio de
su pontificado, nos anima a que seamos CUSTODIOS
DE LA CREACIÓN, y que como cristianos tenemos mucho que decir y que hacer.
Con
la Encíclica “LAUDATO SI” (Alabado seas
mi Señor) publicada el 18 de junio de 2015, el Papa Francisco nos pide que
protejamos la Tierra, nuestro hogar común, que "la tierra es un don de
Dios para nosotros, lleno de belleza y maravilla y sus frutos pertenecen a
todos".
Hace
un análisis de la situación de nuestra casa común: Nunca ha sufrido tanto daño
y maltrato como en los últimos 200 años. La hemos despojado de sus bosques,
hemos contaminando las aguas, su tierra, y su aire. Hemos Colaborando en la extinción
de plantas y animales a un ritmo alarmante.
Nuestra
casa común, está empezando a parecerse, cada vez más, a un basurero, esto lleva
al cambio climático que nos afecta a todos, pero son las comunidades más pobres
las que más lo sufren. Sin embargo y a pesar de todo esto, no todo está
perdido. Debemos de hacer un cambio en
nuestra vida.
En nosotros está la solución, ya que "son, nuestros hábitos de consumo,
los que determinan el futuro del planeta”.
Nuestro
mundo digital también nos está contaminando, con el ruido y las distracciones,
nos impide aprender a vivir sabiamente, a pensar profundamente y amar
generosamente.
Vamos a
someternos a una “conversión ecológica” en
la que escuchemos el grito de la Tierra y el clamor de los pobres.
Esto
significa tomar en serio cosas tan simples como evitar el uso de plástico y papel, reducir
el desperdicio de agua, separar la basura y utilizar el transporte público,...
Pero lo
más urgente que tenemos que reducir, es la velocidad y la cantidad de lo que
consumimos, de usar y tirar.
Podemos
encontrar una gran alegría y libertad en una vida simple, Así que vamos a empezar a hacerlo hoy.
1.- Sé una
persona solidaria, sobre todo, con los que tienen menos que tú.
2.- Aprende a valorar lo bueno y sencillo
para darte cuenta de que se puede
ser feliz y hacer felices a los demás con muy poco.
3.- Piensa cada día en un pequeño cambio
que puede hacerte más cuidadoso
de lo que te rodea, y trata de llevarlo a la práctica.
4.- Disfruta contemplando la variedad de
animales y plantas que nos rodean.
Todos los seres estamos conectados y nos necesitamos.
5.- Anima a tu familia, tu grupo de
catequesis y tu colegio a comprometerse
con el medioambiente y con los pobres.
6.- Sé responsable y comprométete. Este es
el paso más difícil y el
más importante. 7
7.- Haz ver a los adultos que te rodean que
el dinero no es lo más importante, que lo primero es cuidar de los seres humanos
y del planeta.
8.- Busca en el Evangelio cómo se
relacionaba Jesús con las demás personas, los seres vivos y la naturaleza, para
tratar de seguirle.
9.- Aprende cómo cuidar nuestra casa común,
el planeta.
10.- Reconoce que lo más importante son las
personas y comprende que no todo lo puede arreglar la ciencia o la tecnología.
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