Domingo
2 Adviento – C (Lucas 3,1-6)
Evangelio
del 09 / Dic / 2018
Los
primeros cristianos vieron en la actuación del Bautista al profeta que preparó
decisivamente el camino a Jesús. Por eso, a lo largo de los siglos, el Bautista
se ha convertido en una llamada que nos sigue urgiendo a preparar caminos que
nos permiten acoger a Jesús entre nosotros.
Lucas
ha resumido su mensaje con este grito tomado del profeta Isaías: «Preparad el
camino del Señor».
¿Cómo escuchar ese grito en la Iglesia de hoy?. ¿Cómo abrir caminos para que los hombres y mujeres de nuestro tiempo podamos encontrarnos con él?. ¿Cómo acogerlo en nuestras comunidades?.
¿Cómo escuchar ese grito en la Iglesia de hoy?. ¿Cómo abrir caminos para que los hombres y mujeres de nuestro tiempo podamos encontrarnos con él?. ¿Cómo acogerlo en nuestras comunidades?.
Lo
primero es tomar conciencia de que necesitamos un contacto mucho más vivo con
su persona. No es posible alimentarnos solo de doctrina religiosa. No es
posible seguir a Jesús convertido en una sublime abstracción. Necesitamos
sintonizar vitalmente con él, dejarnos atraer por su estilo de vida,
contagiarnos de su pasión por Dios y por el ser humano.
En
medio del «desierto espiritual» de la sociedad moderna, hemos de entender y
configurar la comunidad cristiana como un lugar donde se acoge el Evangelio de
Jesús. Vivir la experiencia de reunirnos creyentes, menos creyentes, poco
creyentes e, incluso, no creyentes, en torno al relato evangélico de Jesús.
Darle a él la oportunidad de que penetre con su fuerza humanizadora en nuestros
problemas, crisis, miedos y esperanzas.
No lo
hemos de olvidar. En los evangelios no aprendemos doctrina académica sobre
Jesús, destinada inevitablemente a envejecer a lo largo de los siglos.
Aprendemos un estilo de vivir realizable en todos los tiempos y en todas las
culturas: el estilo de vivir de Jesús. La doctrina no toca el corazón, no
convierte ni enamora. Jesús sí.
La
experiencia directa e inmediata con el relato evangélico nos hace nacer a una
nueva fe, no por vía de «adoctrinamiento» o de «aprendizaje teórico», sino por
el contacto vital con Jesús. Él nos enseña a vivir la fe, no por obligación
sino por atracción. Nos hace vivir la vida cristiana, no como deber sino como
contagio. En contacto con el evangelio recuperamos nuestra verdadera identidad
de seguidores de Jesús.
Recorriendo
los evangelios experimentamos que la presencia invisible y silenciosa del
Resucitado adquiere rasgos humanos y recobra voz concreta. De pronto todo
cambia: podemos vivir acompañados por Alguien que pone sentido, verdad y
esperanza en nuestra existencia. El secreto de toda evangelización consiste en
ponernos en contacto directo e inmediato con Jesús. Sin él no es posible
engendrar una fe nueva.
José
Antonio Pagola
https://www.gruposdejesus.com/domingo-2-adviento-c-lucas-31-6/
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