"Una cosa es predicar y otra dar trigo".
El artículo que reproducimos a continuación fue redactado tras la experiencia del último "campamento urbano" que "Justicia y Paz - Tenerife" organiza cada verano, tanto si hay presupuesto como si no (con más o menos medios materiales,... pero siempre con la determinación de poner en primer lugar a las personas y teniendo en cuenta sus necesidades, priorizando en ello precisamente a los más desfavorecidos).
"La paz nace de la justicia".
Este convencimiento subyace en todos los mensajes que los diferentes papas han ido emitiendo con motivo de la "Jornada Mundial de Oración por la Paz". Estos campamentos urbanos que "Justicia y Paz-Tenerife" organiza cada año pretenden realizar gestos concretos, palpables y acogedores, abiertos, a la participación y al compartir de todo aquél que esté por la labor de sumar, de buscar caminos de justicia y de paz.
Antes que nada he de aclarar que se me hace difícil hablar sobre mis
experiencias en los distintos campamentos urbanos de Justicia y Paz, en los
cuales he tenido la oportunidad de participar, desde hace ya unos años, quizás
sea porque al educar o al intentarlo por lo menos, son muchas las emociones
percibidas que vienen a mi encuentro (alegría, gratitud, sorpresa, frustración,
humildad, esperanza, desengaño...) siendo a lo mejor un poco víctima de lo que
de vocación lleva mi profesión y como he
podido comprobar, no es menos que la que percibí en mis compañeros, a lo largo
de estos años, todo esto hace muy difícil el poder plasmar con palabras mi
trabajo y experiencias vividas.
Haciendo un gran esfuerzo me cabe
decir que con los limitados medios con los que hemos contado -eso sí materiales
porque humanos los ha habido de sobra... y de eso doy fe...- hemos podido llevar
a cabo un grupo de profesionales y voluntarios una labor educativa, en la que
hemos intentado dar a un nutrido grupo de niños del conocido barrio santacrucero de La Cruz del Señor, un verano diferente, un verano mejor me atrevo a
decir, un verano de convivencia, de conocernos, de respetarnos, de aprender...
logrando que estos niños salieran de sus casas, de sus videojuegos, de la
televisión, de internet, para acercarlos a contextos cercanos de nuestra
sociedad, los cuales componen nuestra realidad, la del tiempo que nos ha tocado
vivir.
Citando alguno de ellos hemos
visitado el Centro de día para mayores que se encuentra en el barrio de los
Gladiolos donde un grupo de mayores han enseñado educación medioambiental a los
niños por medio de dinámicas basadas en la mímica y aplicaciones informáticas,
produciéndose un encuentro intergeneracional precioso.
También el día en que visitamos
el parque de bomberos de Santa Cruz de Tenerife en el que unos grandes
profesionales nos invitaron a conocer un poco más de cerca su labor,
explicándonos con detalle en qué consiste y donde no faltaron los juegos.
Destaco que tuvimos la suerte de contar con la colaboración del grupo
Itaca, tres veces por semana, en el que un grupo de jóvenes en prácticas del ciclo superior de animación
deportiva nos sorprendían con
actividades siempre diferentes y enriquecedoras a todos los niveles.
Pero me gustaría destacar que no solo ha sido un trabajo de "cumplo con
mi horario y hasta mañana... niños que tengo prisa", sino que a través del
refuerzo escolar, durante las salidas a la playa, museos, biblioteca, ha sido
el esfuerzo de impregnar en valores todos los momentos y vivencias con ellos
compartidos, luchando día tras día para dar de comer a ese lobo bueno que
habita en todos nosotros, sírvame la conocida fábula como analogía de lo que
intento transmitir con estas palabras. Pero ¡ojo! no se siente que se dé más de
lo que se debe, damos lo que debemos dar.
Con todo nuestro trabajo quedaría hueco si no lucháramos también para
hacer partícipes a los padres y madres en nuestra labor, intentando transmitir a los
padres que el campamento urbano de Justicia y Paz no es un aparcamiento de
niños donde se deposite a éstos de tal a tal hora para aligerar las cargas
diarias de los padres, el campamento de Justicia y Paz invita a los padres a
unirse a ellos, a formar una relación de confianza para que juntos podamos
amoldar las voluntades y ser todos un poquito mejores, que de eso se trata; si
ya sé que es sólo un verano, que poco podemos hacer unos monitores de
campamento en tan solo dos meses... pero es nuestra ilusión nuestra fe en las
personas, en la fe católica, que nos contagia y nos hace luchar contra las
dificultades que se nos puedan presentar.
Al finalizar el campamento cuando acaba agosto y todavía hace mucho
calor... llega nuestra valoración, ésa que se hace cuando se reúnen todos los
que hemos tenido algo que ver para que saliera adelante el campamento y todos
llegamos a la misma conclusión, ha valido la pena, hemos conseguido algo,
volveremos el año que viene...
Antonio Miguel Santos Brito
Educador Social y monitor en los campamentos de “Justicia y Paz” durante
los veranos de 2009, 2010 y 2011.
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