viernes, 18 de abril de 2014

Viacrucis de la calle

"Semana Santa" en España es sinónimo de "vacaciones, viajes, negocio de las agencias de viaje, hostelería,..." para unos; también lo es de "procesiones, espectaculares rituales de religiosidad popular",... para otros.
Para muchos no dejan de ser unos días más que añadir a una Pasión que llevan prolongando desde hace semanas, meses, años,... y sin resurrección, sin resurrección de momento.
A Jesús, nos cuentan los Evangelios, le detuvieron una noche, no esperaron al amanecer; la noche fue un tormento de principio a fin, el amanecer... lejos de traer esperanza a su seguridad y tranquilidad a quienes le amaban... trajo el desenlace que ninguno de éstos hubiera deseado, ni siquiera Judas Iscariote (su suicidio así lo da a entender); las sentencias políticas y religiosas se aplicaron implacablemente, sin misericordia, sin dilación,... hubo escarnio, burla, ignominia y crueles comportamientos de un sistema que lejos de mirar su corazón sólo fue capaz de ver la aplicación de unas decisiones amparadas en principios legalistas que en realidad no convencían a nadie, ni siquiera a quienes las vociferaban.

¿Acabó todo en aquellos días?.

No, no acabó.
Hablo del que llevaba gozoso a su casa su cansancio de cada día pero también un sueldo que aunque nada grande sin embargo servía para dar dignidad a la familia: podían comprar los alimentos, el vestido, medicinas, pagar el colegio y los materiales escolares, el crédito hipotecario, la gasolina del coche,... y aunque apenas ahorraban... sin embargo tenían una vida digna... hasta que llegó el día en que se declaró una ERE y su empresa prescindió de él, de ella. A partir de entonces...

Hablo del que reunió ahorros no sólo suyos y de su familia sino de toda la comunidad de su país de origen; cruzó desiertos, sorteó controles sin cuento, tuvo que soportar los abusos de los traficantes de personas; vio enfermar y morir por el camino a compatriotas suyos sin poder hacer nada; llegó hasta una orilla donde le esperaba lo más incierto: ¿el futuro añorado y por el que lo había dado todo?, ¿un intermedio que le llevara a espacios mayores más allá de ese lugar inmediato?... o... quizás fuese ya el último viaje.

Hablo de esa joven que un día vio la oferta de empleo siempre soñada: "Se busca chica joven, emprendedora, de buena presencia, de fácil trato, adaptable a horarios, calendario y lugar de trabajo; buen sueldo, transporte, alojamiento, manutención y formación a cargo de la empresa". Ella envía solicitud, le cubren inmediatamente el viaje en avión y en cuanto llega al aeropuerto de destino ya hay quien la fue a buscar y en coche y con toda amabilidad le conducen hasta su nuevo domicilio... y lugar de trabajo. Allí le requisan documentación y cuantos bienes pueda disponer, le indican cuál va a ser su "trabajo" y bajo la amenaza de acabar con su familia -si se le ocurre denunciar esta situación- empieza su calvario a las órdenes de su proxeneta. A partir de entonces...

Hablo del padre o madre de familia que un día ve marchar a sus hijos al extranjero... porque aquí no halla trabajo en ninguna parte; menos aún de esa profesión para la que estudió toda su vida. Hablo de ese desgarro -idéntico al que sufren los padres de quienes dejaron su país para venirse al que llamamos "nuestro"- que además deja un vacío imposible de compensar; llena el corazón de desesperanza, angustia y dolor... dolor de tener que acostarse la noche de ese día con la seguridad de que estos hijos ya no se sentarán en el sofá ni tampoco juntos a la mesa compartiendo el pan de cada día. A partir de ahora...

Hablo del desahuciado como individuo pero también en familia: las leyes de este país permiten que se queden literalmente en la calle todos los que habitan una vivienda reclamada ahora por un banco bien rescatado; hablo del mendigo, del que lo es porque quiere y también del manipulado por mafias que le utilizan para su lucro; hablo del encarcelado, que robó un día en un chalet de lujo y le trincaron, claro,... mientras otros roban millones y campan sin pega alguna a sus anchas y hasta se permiten decir que "dirigen entidades bancarias donde velan por nuestro dinero"; de los niños huérfanos o abandonados por sus padres literal o en sentido figurado (hay mucha orfandad que es real aunque sigan todos juntos); de quien sufre una enfermedad mental y con las leyes en la mano es tratado como si fuera un delincuente; hablo de los niños y niñas acogidos en los comedores escolares con el deseo paterno de que coman bien al menos una vez al día; hablo de tantos a quienes no se les permite ni nacer... porque prima la ideología fanática y capitalista (aunque sean de izquierdas o de derechas todos ellos), nazi y fascista que excluye siempre al más desvalido y niega los derechos humanos de quien siendo tan humano como nosotros... sin embargo no cuenta para ciertas leyes; hablo de quienes son enviados a la guerra bajo el supuesto del "servicio a la patria" o se preparan para matar.

Hablo... y debiera ya dejar de hablar.
¡Son tantos golpes!, ¡son tantas caídas!, ¡son tantos los clavos y espinas!... y al mismo tiempo es tal la "normalidad" con que el sistema nos presenta este viacrucis de gentes tan corrientes como tú o como yo... que parece que ya sólo nos quede decir: "Padre Dios, en tus manos encomendamos todo nuestro ser".... mientras de momento somos parte del espectáculo procesionario en el que somos exhibidos... como nuestro hermano mayor Jesucristo que vivió su encarnación en nosotros hasta este extremo también.

Pero Él resucitó.

Y prometió la resurrección a quien creyera en Él. Sabemos que eso no es un premio, no es "si tú haces esto yo hago lo otro". Dios no mercadea con nosotros; así que no, la cosa no va por ahí. Nuestra resurrección es pura consecuencia de esta adhesión a Él (y no hay adhesión sin fe; la fe, por lo tanto, es algo previo). Quien se adhiere a Jesucristo hace suya su pasión por el Reino, por el mensaje que Él vino a traer al mundo y lo hace vida... haciéndose uno en Él y con Él.
Así es como hoy se hace realidad su resurrección, hoy en pleno siglo XXI, en esas personas de la llamada Pastoral de la Salud que llevan a los hogares y a los hospitales la alegría del Evangelio, al igual que quienes formando parte de la Pastoral Penitenciaria atraviesan los muros de la vergüenza para comunicar esperanza, o como los anunciadores de la Buena Noticia a los que viven en el mar, ahí están los de Stella Maris; lo mismo hacen quienes acogen en las parroquias o en proyectos de rehabilitación y promoción social bajo las siglas de Cáritas o Voluntariado Vicenciano, así como estos apóstoles de Don Bosco tan entregados a la infancia, adolescencia y juventud y esos jóvenes de Justicia y Paz que no sólo no dejan cerrar un solo proyecto de los que ponen en marcha sino que abren constantemente otros nuevos que puedan responder a las necesidades de nuestros hermanos y hermanas; lo mismo podemos decir de comunidades cristianas que fieles al Mandato de Jesús de anunciar la Buena Noticia por todo el mundo la predican a diario en colegios y en mil y una actividades que desarrollan constantemente; otros contribuyen a la promoción de la Justicia y Solidaridad universal como Manos Unidas y Entreculturas, mientras otros hacen lo propio por entre los muros de los bajos barrios: Médicos del Mundo, Oblatas,...

Todos éstos y tantos otros imposible de recoger en este texto -porque en su inmensa mayoría hacen anónima su firma-... van haciendo viva la resurrección del Maestro demostrando que el Encuentro de Dios y la humanidad no fue algo puntual hace 2000 años sino que es hoy tan viva como siempre lo fue y nos llama a todos a creer pues si creemos podremos contribuir sin abatimiento alguno a la liberación de nuestro mundo de todas las trampas y pecados.

Él en nosotros y nosotros en Él... mayoría absoluta. Así que ¡adelante!, no temamos echar las redes. Seamos buenos posaderos siguiendo las indicaciones del Maestro.

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