Nuestra banca y oligarquía juegan a creerse que pintan algo y son quienes dirigen pero están demostrando que son simples marionetas a las órdenes de intereses foráneos que en nada apoyan ni apoyarán proyectos que puedan llevar a España a una mayor independencia de capital extranjero.
En nuestro país algunos señalan a la banca española, a las empresas del IBEX-35 y a los grandes adinerados como los causantes de todos nuestros males económicos.
Otros ponen el acento en nuestros gobernantes y la clase política que nos está tocando sufrir ya desde hace años (no es sólo de la de ahora).
Pero… ¿actúan estos estamentos de manera
autónoma e independiente?. Todos sabemos que no: hay directrices que vienen
marcadas por la Unión Europea o bien desde macroestructuras económicas y
financieras, acuerdos comerciales que obligan a muchos países porque sus
capitales tienen hipotecada la productividad y distribución de los bienes de
consumo de estos países.
Existen las multinacionales y algunas de
ellas con tanto poder financiero (no olvidemos que es el capital quien está
gobernando, no el poder político) que pueden perfectamente favorecer el desarrollo de un país como ralentizarlo o anularlo incluso. Estas
superestructuras manejan a su vez a los poderes financieros locales, tales como
nuestra oligarquía española, instrumento fiel y sumiso totalmente a ese
capitalismo que es impuesto por EE.UU. y sus puntas de lanza que son esas multinacionales
cuyos intereses será capaz de defender aunque sea provocando guerras donde le
plazca o poniendo el riesgo la paz planetaria en tal de que ningún centro de poder
le quiera disputar su supremacía.
¿Nos importa el Bien Común?.
Es obvio que nada ocurre por casualidad.
Hay en todo una clara intencionalidad. Otra cuestión es que lo queramos admitir
o no, o que nos tengan tan comprados, maniatados o sometidos que incluso nos
empeñemos en negar toda evidencia.
El 1% de la población mundial tiene en sus manos el 82% de todos sus recursos; es la porción de la humanidad con
capacidad de hacer con ese 82% de los recursos materiales del planeta lo que
les plazca y no porque encabecen los gobiernos de las naciones sino porque esos
gobiernos les pertenecen, los tienen comprados, intervenidos y sin capacidad
real de dirigir los destinos de sus propios países (el gobierno español,
incluso el actual, no es más que un títere en manos de los intereses económicos
del gran capital que tiene en EE.UU. y los países que obedecen ciegamente sus
dictados, la batuta de todo el sistema financiero mundial) y eso lo saben todos los partidos políticos antes de aposentarse en las poltronas... pero no se atreven a reconocerlo ante la ciudadanía: prefieren seguir engañando prometiendo el oro y el moro con discursos populistas y dejando a la postre en evidencia su hipocresía, falta de valentía y carencia de honradez.
Mientras esto sea así lo que la D.S.I. tantas veces ha llamado “Bien Común” será una utopía más. Es uno de los principios fundamentales de esta D.S.I. pero no interesa al capitalismo salvaje el fomento de políticas que desarrollen este principio y cargan sobre él todo tipo de sospechas endiosando el derecho a la propiedad privada individual e individualista del capital, medios de producción y recursos naturales del planeta.
Bajo la excusa de “promover el
desarrollo y crecimiento económico” se esconde únicamente el exclusivo afán de
enriquecimiento cada vez mayor de unos pocos y la acentuación de la pobreza y
miseria del resto de la humanidad. No es un auténtico desarrollo humano lo que
buscan sino sólo la acumulación de poder y riqueza cada vez en menos manos y
cada vez más opresoras respecto del resto de la población mundial.
Está en nuestras manos.
Nuestra clase política, toda, la que
está en el poder y la que está en la oposición, tiene el deber moral o ético de
cumplir su tarea: servir a la gobernabilidad del país desde los criterios que
ya vienen marcados en la Constitución Española y en el marco de la Carta
Universal de los Derechos Humanos y debe hacer frente común con la Unión
Europea para establecer una normativa comunitaria que obligue a las
multinacionales y grandes corporaciones empresariales a tributar en los países
en los que obtienen beneficios y en proporción a los mismos, persiguiendo
además el fraude fiscal y la evasión de capitales a paraísos fiscales.
Nuestras grandes empresas del IBEX-35 deben dejar de evadir capitales fuera de nuestras fronteras, despojarse de la
inversión extranjera que es la que maniata y determina a dónde van a parar los
beneficios y tributar proporcionalmente a dichos beneficios evitando así la
competencia desleal respecto a las PYMES.
La banca española, capitaneada por el
Banco de España, debiera apostar por las finanzas éticas: ningún crédito a
empresas que inviertan en armas o en proyectos que no garanticen el respeto
absoluto al Medio Ambiente, a los Derechos Humanos, a la cultura y desarrollo
de la economía social y productiva, no especulativa.
La ciudadanía en nuestra totalidad necesitamos también tomar conciencia de nuestras prácticas consumistas. Según sea nuestro estilo de vida, nuestras maneras de consumir, comprar, comerciar, invertir, etc… estamos determinando a quién le damos el poder, estamos dibujando el mapa social de nuestro país, estamos fomentando nuestra autonomía como gran nación que es España o dejando que nos manejen desde fuera al antojo de quienes nos han llevado al punto en el que estamos.
También tenemos la capacidad de llevar a la banca a practicar otros valores: todo dependerá de a qué banco confiamos nuestros ahorros o en cuál cobramos nuestras nóminas, o a través del cual recibimos subvenciones o ayudas,... Si apostamos por la Banca Ética (FIARE Banca Ética, Triodos Bank, Coop 57, Oiko Credit,...) y dejamos de lado a quienes se niegan a adoptar esos criterios éticos... pronto cambiarán de filosofía: a ellos sólo les interesa el dinero y el dinero es nuestro. Todo está en nuestras
manos y poseemos la capacidad de transformarlo todo si nos lo proponemos.
Santi Catalán
santi257@gmail.com
Me parece genial el contenido como Inversor Inmobiliario
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