El
Servicio Jesuita a Migrantes publica el informe "Sin protección en la frontera.
Derechos humanos en la frontera Sur: entre Nador y Melilla".
El
informe Sin protección en la frontera. Derechos humanos en la frontera Sur:
entre Nador y Melilla, elaborado por el Servicio Jesuita a Migrantes, basado en
una investigación del Instituto Universitario de Migraciones de Comillas ICAI-ICADE, manifiesta la vulneración de los derechos humanos que sufren las
personas que intentan entrar en la península, tanto por parte de particulares,
grupos organizados y de los agentes que ejecutan las políticas de control de
fronteras y de lucha contra la inmigración irregular.
Asimismo,
el texto constata que el control de la Frontera Sur española se realiza de
manera conjunta con Marruecos, lo cual ha reducido el flujo de entrada a
España, obligando a los migrantes a cambiar la ruta natural por rutas mucho más
peligrosas.
La
trampa de Nador y el acceso a la península.
En
Nador, a 20 minutos de Melilla, entre 1.500 y 2.000 subsaharianos –muchos
menores– viven en los bosques cercanos en condiciones deplorables hasta incluso
tres años, esperando la oportunidad de pasar la frontera en patera, a través de
la valla o en coche.
Mientras,
sufren violencia y abusos de las Fuerzas Auxiliares Marroquíes (FAMM) que
arrasan varias veces por semana sus asentamientos quemando sus escasas
pertenencias. Además, muchas mujeres son prostituidas en los bosques y, si
quedan embarazadas, pueden ser obligadas a abortar. El tiempo medio de estancia
en Nador es de unos 6 o 7 meses, aunque hay personas que se quedan bloqueadas
hasta tres años.
Muchos
subsaharianos que podrían acogerse al derecho de asilo no pueden acceder a la
Oficina de Asilo de Melilla porque en cuanto se acercan son rechazados
violentamente por las autoridades marroquís. Para los redactores del informe
«resulta extremadamente preocupante esta situación que, no se puede comprender
ni normalizar y que afecta también a las mujeres víctimas de trata, que tampoco
pueden acceder a esas oficinas».
Por
ello, para acceder a Melilla tienen que acudir a las redes de pasadores y
mafias para cruzar la frontera a pie, en coche, por mar o saltando la valla.
Las personas subsaharianas no pueden cruzarla a pie, ya que no pueden adquirir
documentación falsa por el color de su piel, por lo que llegan a pagar hasta
2.000 euros por camuflarse en dobles fondos de los coches, poniendo sus vidas
en peligro. Como en el viaje por mar, que a pesar de su peligrosidad, fue el
método más usado en el segundo semestre de 2015 por los subsaharianos. El viaje
en patera cuesta entre 1.000 y 2.000 euros, con dos intentos por persona.
Por
último, la valla es el método de acceso más peligroso. Sólo recurren a esta vía
quienes no tienen recursos económicos. En abril de 2015 finalizó la
construcción de una valla entera de concertinas en el lado marroquí. Entre la
valla marroquí y la española se abre un foso de cinco metros de profundidad. La
zona está fuertemente vigilada por las FAMM. En 2015 se registraron tan sólo
once asaltos a la valla debido al reforzamiento de la misma y al aumento de las
devoluciones en caliente, logrando entrar en España por esta vía unas 100
personas.
El
acceso de las personas sirias y el CETI.
Los
sirios –considerados inmigrantes ilegales por las autoridades marroquíes–
suelen alojarse en hoteles de paso de Nador, en los que permanecen unos 40
días. Logran adquirir documentación falsa, marroquí o española, por unos 1.000
euros por adulto y entre 400 y 700 euros por niño. Los adultos suelen cruzar a
pie. Al llegar al control español enseñan su verdadera documentación y
formalizan una petición de protección internacional. Admitida a trámite ésta,
acceden al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), donde esperan la
tarjeta roja de solicitantes de asilo y su traslado a la península.
Los
menores suelen entrar a Melilla en coche; son separados de sus familias, con la
consiguiente incertidumbre para niños y familiares. En Melilla son recibidos
por otra parte de su familia o conducidos a centros de acogida de menores.
Además, se les hace una prueba de ADN para confirmar su identidad, lo que
prolonga aún más su estancia.
«Resulta
extremadamente preocupante que las familias sirias, que vienen huyendo de un
conflicto armado, se vean obligadas a cruzar de esta manera, uno a uno, y que
sean separados en Melilla, con niños de tan poca edad», según se lee en el
informe. «Es inaceptable que todas estas personas se vean obligadas a pagar
sumas tan elevadas de dinero, y más aun teniendo en cuenta que muchas están
necesitadas de protección internacional».
En
cuanto al CETI, el informe señala que «no se comprende cómo después de 17 años
desde su apertura todavía no tenga una normativa reguladora de la estancia de
sus residentes. Tras seis años de la entrada en vigor de la Ley de Asilo,
todavía no se ha desarrollado un reglamento de acogida.Es especialmente grave
la ausencia de un régimen de traslados a la Península». Así, un número muy
elevado de los entrevistados refirió que al ser llevados a comisaría para
firmar la propuesta de devolución/expulsión y la resolución de la misma nadie
les explicó lo que estaban firmando.
Pese a
todo, por muy míseras que sean las condiciones de vida en Nador y por muchos
malos tratos que padezcan todas estas personas, mientras sigan existiendo
causas para migrar o huir, seguirán llegando migrantes y refugiados y seguirán
siendo engañados por las redes de tráfico ilícito de personas o de trata de
seres humanos. Por ello, el informe recomienda:
- Recibir con dignidad y respetar los derechos de personas refugiadas y de las que llegan huyendo de persecución, miseria o guerra.
- Derogar la enmienda a la Ley de Extranjería que establece el rechazo en frontera.
- Establecer cauces para poder solicitar visados humanitarios en el consulado de Nador.
- Revisar la naturaleza y funcionamiento de los CETI para que sean sitios de identificación y traslado rápido a la península.
- Desarrollar un reglamento del CETI y respetar el derecho a la unidad familiar en él.
- Garantizar que cada migrante y refugiado reciba la información sobre su expediente y sobre sus derechos y deberes.
- Poner en marcha proyectos para la integración de los menores extranjeros no acompañados en Ceuta y Melilla.
- Identificar las necesidades especiales de las víctimas de trata recién llegadas.
- Establecer medidas especiales de protección de mujeres y niños.
- Abordar las causas de los conflictos, violencia y desplazamiento para revertir el creciente éxodo de personas en busca de protección y seguridad.
El
informe “Sin protección en la frontera. Derechos humanos en la frontera Sur:
entre Nador y Melilla” ha sido elaborado por el Servicio Jesuita a Migrantes,
basado en una investigación del Instituto Universitario de Migraciones de Comillas a partir de cientos de entrevistas a personas sirias y subsaharianas
en Melilla y Nador. Da testimonio de los problemas que sufren antes de llegar a
territorio español, en hoteles de paso o en asentamientos en los bosques; de
las vicisitudes en el cruce de la frontera; aborda los problemas una vez en
suelo español, tanto para solicitar protección internacional como por el riesgo
del rechazo en frontera; y se detiene en los problemas que sufren mientras
aguardan en Melilla el traslado a la Península.
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