El Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral propone como actuaciones para la educación ecológica: “replanteo y reformulación de los programas educativos y reformar las instituciones en el espíritu de la ecología integral con el fin de crear conciencia e impulsar acciones concretas, promoviendo la vocación ecológica de los jóvenes, de los maestros y de los líderes en materia de educación, etc.”
Punto de partida.
Si vamos al principio… tendríamos que remitirnos al relato bíblico de la Creación: Gn. 1,1-31 y al relato de Caín y Abel y específicamente a Gn. 4,8-9.
Respecto a la madre Tierra.
“Y vio Dios que
todo era bueno”, es el
estribillo que se repite tras cada uno de los días; “Creced,
multiplicaos y cultivad la tierra” es el mandato que Dios da a
la humanidad; pero hemos traducido el término hebreo “kabash” (כָּבַשׁ) únicamente como “dominar, someter”
en el sentido, además, de “hacer lo que nos dé la gana sin plantearnos
consecuencias”. Pero… ¿es ése el sentido de ese término hebreo?.
En la frase de Génesis 1,28 el verbo
hebreo kabash significa “poner el pie”,
y tiene la misma ambigüedad en hebreo que en castellano: puede referirse a “poblar o habitar”, y también puede significar “hollar, dominar de forma humillante”.
En
el primer caso, dominar la tierra significa simplemente habitarla, y a eso
parece aludir el verbo anterior: henchid la tierra. Esta traducción se ve confirmada por una frase del
Deuteroisaías (otro autor bíblico emparentado con el de Gen 1 por la enseñanza
sobre la creación): “el Creador del cielo, modeló la tierra y no la
creó vacía sino que la formó habitable” (Is 45,18).
Pero… (ahora viene cuando lo matan), ya vemos lo que han hecho los últimos tres siglos de “progreso” humano: contaminación de todos los espacios (hasta el sideral): mares y océanos donde ya hay más plásticos que peces; ríos y lagos llenos de espumas de jabón y otros vertidos que matan la vida; tierras acidificadas por abonos químicos, insecticidas, herbicidas; aguas subterráneas contaminadas como consecuencia de las malas prácticas agrícolas, ganaderas, industriales y mineras; contaminación atmosférica, lumínica, acústica, electromagnética,…; sobreexplotación pesquera, forestal,… maltrato animal en granjas avícolas, vacunas,… junto con la aplicación de métodos de engorde nada natural; etc… ¿Hemos perdido el nexo de unión con el medio natural?.
Respecto al nosotros.
“¿Dónde está tu
hermano?”. Así dice Dios a
Caín después de que éste acabara con la vida de Abel. Es obvio que para Dios sí somos guardianes también de nuestros
hermanos. La Biblia está repleta de textos en los cuales a Dios le importan
más las personas que todas nuestras cosas y actos: “Aprended
a hacer el bien, buscad lo justo, dad sus derechos al oprimido, haced justicia
al huérfano, abogad por la viuda” (Is.1,15-17); es más, Él se
halla en cada ser humano, según nos dice Mt. 25,31-46: ”En
verdad les digo que cuanto hicieren a cualquiera de éstos a mí me lo hicieron”.
Pero… también aquí hemos perdido el norte. Invasiones, guerras, imperialismos, latrocinio, expolio, destrucción, muerte, enfermedades provocadas por nosotros mismos, manipulaciones genéticas con fines mercantilistas (alimentos transgénicos), trata de personas, explotación laboral, usura, engaño, manipulación de las masas, marginación y exclusión social, pobreza, racismo y xenofobia,…
Llamadas de atención.
La Laudato Si’ incide e insiste en la necesidad
de abordar la ecología, el cuidado de la Casa Común, como algo integral: No
podemos defender y cuidar la naturaleza si al mismo tiempo no ponemos ese mismo
empeño en preservar y cuidar la vida y dignidad humanas. Una y otra dimensiones
de la ecología van unidas de manera inseparable.
Tenemos la tarea de hacer habitable la
Tierra, cuidar el medio natural, respetarlo, protegerlo, desarrollarlo,… y al
mismo tiempo velar por los Derechos Humanos y todos los valores humanos que nos lleven a formar la gran fraternidad
universal: ahí tenemos la Fratelli Tutti.
La sociedad civil nos propone el cumplimiento de los O.D.S. que por desgracia son y serán papel mojado mientras no haya una mentalidad planetaria dispuesta a revertir la inercia que nos arrastra y que atraviese todas las esferas y planos de toda nuestra vida personal, familiar, social,… todos los ámbitos (laboral, lúdico/festivo, productivo, comercial, financiero, educativo, cultural, deportivo, sanitario, político, religioso, reivindicativo,…) y todas nuestras relaciones: entre nosotros mismos y con la naturaleza.
Educar para la transformación.
Transformación
es transformación, no retoques ni cambios de maquillaje. Y no habrá
transformación si no aprendemos a trabajar como un todo unido, entrelazado,…
así como lo hace la selva o la laurisilva, fuertemente arraigada en el suelo de nuestros
principios comunes y entrelazados unos con otros como se entrelazan las ramas
de los árboles logrando que ningún vendaval sea capaz de derribar un solo
árbol.
- La familia no puede educar en esta línea ignorando o manteniéndose al margen de espacios de participación ciudadana (colegio, AA.VV., compromiso sociopolítico, eclesial,…).
- La escuela no podrá tampoco educar en esta línea si se limita a mirarse únicamente a sí misma, sus programaciones y demás burocracias orientadas a formar individuos dóciles para el sistema imperante reproduciendo únicamente lo que viene impuesto desde el Plan Bolonia.
- Los partidos políticos y quienes hacen de la política su profesión tampoco harán nada si no se enfocan todos en la tarea común de hacer cumplir como mínimo los Derechos Humanos, los O.D.S. y el respeto absoluto al Medio Ambiente por encima de cualquier consideración economicista.
- Etc…
Es decir, no podemos andar como compartimentos estancos, “cada cual a lo suyo” y haciendo cada cual “lo que puede” pero sin ubicarnos en este gran contexto que es mucho mayor que cualquiera de las partes como si eso que pasa a otros no fuera de nuestra incumbencia.
Necesitamos un gran pacto social que
abarque todo y a todos en el que todos a una y con unos mismos criterios, unas
mismas metas trabajemos por conseguirlas ahora sí cada cual desde su ámbito.
(CONTINUARÁ)
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