Domingo
33 Tiempo ordinario – B (Marcos 13,24-32)
Evangelio
del 18 / Nov / 2018
El
mejor conocimiento del lenguaje apocalíptico, construido de imágenes y recursos
simbólicos para hablar del fin del mundo, nos permite hoy escuchar el mensaje
esperanzador de Jesús sin caer en la tentación de sembrar angustia y terror en
las conciencias.
Un día,
la historia apasionante del ser humano sobre la tierra llegará a su final.
Esta es la convicción firme de Jesús. Esta es también la previsión de la ciencia actual. El mundo no es eterno. Esta vida terminará. ¿Qué va a ser de nuestras luchas y trabajos, de nuestros esfuerzos y aspiraciones?.
Esta es la convicción firme de Jesús. Esta es también la previsión de la ciencia actual. El mundo no es eterno. Esta vida terminará. ¿Qué va a ser de nuestras luchas y trabajos, de nuestros esfuerzos y aspiraciones?.
Jesús
habla con sobriedad. No quiere alimentar ninguna curiosidad morbosa. Corta de
raíz cualquier intento de especular con cálculos, fechas o plazos. «Nadie sabe
el día o la hora…, solo el Padre». Nada de psicosis ante el final. El mundo
está en buenas manos. No caminamos hacia el caos. Podemos confiar en Dios,
nuestro Creador y Padre.
Desde
esta confianza total, Jesús expone su esperanza: la creación actual terminará,
pero será para dejar paso a una nueva creación, que tendrá por centro a Cristo
resucitado. ¿Es posible creer algo tan grandioso?. ¿Podemos hablar así antes de
que nada haya ocurrido?.
Jesús
recurre a imágenes que todos pueden entender. Un día el sol y la luna que hoy
iluminan la tierra y hacen posible la vida se apagarán. El mundo quedará a
oscuras. ¿Se apagará también la historia de la humanidad?. ¿Terminarán así
nuestras esperanzas?.
Según
la versión de Marcos, en medio de esa noche se podrá ver al «Hijo del hombre»,
es decir, a Cristo resucitado, que vendrá «con gran poder y gloria». Su luz
salvadora lo iluminará todo. Él será el centro de un mundo nuevo, el principio
de una humanidad renovada para siempre.
Jesús
sabe que no es fácil creer en sus palabras. ¿Cómo puede probar que las cosas
sucederán así?. Con una sencillez sorprendente invita a vivir esta vida como una
primavera. Todos conocen la experiencia: la vida que parecía muerta durante el
invierno comienza a despertar; en las ramas de la higuera brotan de nuevo
pequeñas hojas. Todos saben que el verano está cerca.
Esta
vida que ahora conocemos es como la primavera. Todavía no es posible cosechar.
No podemos obtener logros definitivos. Pero hay pequeños signos de que la vida
está en gestación. Nuestros esfuerzos por un mundo mejor no se perderán. Nadie
sabe el día, pero Jesús vendrá. Con su venida se desvelará el misterio último
de la realidad, que los creyentes llamamos Dios. Nuestra historia apasionante
llegará a su plenitud.
José
Antonio Pagola
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