Comisión ecuatoriana Justicia y Paz. Carta Nº 223 – 11 febrero 2024
Desde la Comisión Ecuatoriana de Justicia y Paz compartimos la partida de nuestro amigo y compañero Serafín Ilvay, editor de nuestra carta semanal.
Durante toda su vida y enfermedad nos evangelizó, su fe y testimonio nos edificaron. Su confianza, entrega y dedicación a la causa del Reino de Dios fue permanente.
Querido Serafín estás ya unido en un abrazo inmenso con Dios, a quien buscaste y serviste toda tu vida. Ahora estás con Él “cara a cara”.
La fiesta del carnaval es alegría compartida. “Al golpe del carnaval todo el mundo se levanta”. Con matices en los diferentes sitios, el carnaval sigue un rito. El prototipo es el Carnaval de Guaranda. Después de una larga espera, llega el guagua carnaval, la bienvenida a las familias que regresan, a los amigos que visitan, a los turistas que llegan. El sábado estalla la fiesta, y continúa por cuatro días, al ritmo incansable de la comida, el agua, las coplas.
La comida compartida muestra la abundancia y la generosidad de las personas de “buen gusto y de buena voluntad”. El centro de las viandas es el maíz: el mote, el tostado, los chigüiles, los tamales; y el rito de la matada del puerco engordado en el año para la ocasión.
El clímax llega en el juego del agua y el polvo, un momento de liberación, de libertad para buscar al otro, de compartir la vida y la alegría, la risa cómplice, las coplas insinuantes. La comunidad se compone y se distribuye para el contrapunto entre hombres y mujeres, solteros y casados, jóvenes y viejos, locales y afuereños.
El lenguaje de las coplas, creación colectiva, evoca varios temas cotidianos, se mueve en la ambigüedad simbólica, un amor que lo invade todo: “Los mandamientos de Dios / de memoria me aprendí; / el primero amar a Dios / y el segundo amarte a vos”. Tal vez redescubrir nuevamente el sentido vital de compartir, comulgar, re-ligar al individuo con la comunidad y con lo alto.
La fiesta de raíz popular está vinculada a un sentido sagrado y de transgresión, salir de la rutina y de la norma para encontrarnos, es un interludio en medio de las exigencias de la cotidianeidad; una pausa para dirigir la mirada al otro y a lo sagrado, una donación de bienes a la comunidad y a los seres sagrados, de catarsis para derribar los muros y prohibiciones de acercarse al otro, de sentir la liberación de los sentidos para rehacer la comunicación. La chicha e incluso las bebidas espirituosas ayudan a salir de la rutina, para juntar las voces en el canto compartido, los cuerpos en la danza comunitaria.
En el carnaval se cruzan la herencia de los pueblos indígenas y la influencia de las tradiciones occidentales, españolas. Para los pueblos originarios el tiempo se organiza en torno a los ciclos de la Madre-naturaleza, los raymis de los equinoccios y los solsticios, es el momento sagrado de la fiesta. Cada acto de la vida es un momento de fiesta, de unión sagrada con la Pacha-mama, el Inti y la Killa: los nacimientos y también las muertes son festejados. La cosecha más que un trabajo es un tiempo de fiesta compartida y de homenaje a la Madre-naturaleza. El tape de casa es un tiempo de fiesta para compartir con la familia, con los vecinos, la alegría de la casa nueva.
En medio de un mundo agresivo, del miedo sembrado por las violencias, la fiesta del carnaval puede convertirse en una oportunidad para reconstituir el tejido social, los lazos comunitarios. Descubrir el sentido sagrado de compartir los bienes, las alegrías, los cuerpos, las voces. La fiesta del carnaval es del agua que purifica, que lava el cuerpo y el alma. “Oh-oh-oh, ay/ No hay que llorar / que la vida es un carnaval / y es más bello vivir cantando”.
Para entrar en la fiesta hay que saltar muros y prohibiciones. También desde el lado cristiano podemos recuperar el sentido sagrado de la fiesta. El primer milagro de Jesús es la transformación del agua en vino en las Bodas de Caná, para que la fiesta no se acabe, para que la familia no sienta la vergüenza de la escasez. Un milagro por pedido de la Madre para que continúe la alegría. Tal vez en la fiesta podemos ampliar el mensaje: donde están dos o más reunidos en mi nombre, en nombre de la alegría, de la comunidad, de la generosidad, de la abundancia compartida, del agua que purifica, allí estoy YO. · #ComuniquemosEsperanza
("Con los ojos fijos en El, en la realidad y la fe" es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz, resultado de reuniones periódicas de los miembros de la Comisión para analizar, reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas).
Artículo original: http://www.justiciaypaz.org.ec/2024/02/carta-no-223-compartir-la-fiesta.html
Para contactar: cjusticiaypaz@gmail.com
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