25 Tiempo ordinario – A (Mateo 20,1-16)
Evangelio del 20 / Sept / 2020
Sin duda es una de las parábolas más
sorprendentes y provocativas de Jesús. Se solía llamar «parábola de los obreros
de la viña». Sin embargo, el protagonista es el dueño de la viña. Algunos
investigadores la llaman hoy «parábola del patrono que quería trabajo y pan
para todos».
Este hombre sale personalmente a la
plaza para contratar a diversos grupos de trabajadores. A los primeros a las
seis de la mañana, a otros a las nueve, más tarde a las doce del mediodía y a
las tres de la tarde. A los últimos los contrata a las cinco, cuando solo falta
una hora para terminar la jornada.
Su conducta es extraña. No parece urgido
por la vendimia. Lo que quiere es que aquella gente no se quede sin trabajo.
Por eso sale incluso a última hora para dar trabajo a los que nadie ha llamado.
Y por eso, al final de la jornada, les da a todos el denario que necesitan para
cenar esa noche, incluso a los que no lo han ganado. Cuando los primeros
protestan, esta es su respuesta: «¿Vais a tener envidia porque soy bueno?».
¿Qué está sugiriendo Jesús?. ¿Es que Dios
no actúa con los criterios de justicia e igualdad que nosotros manejamos?. ¿Será
verdad que, más que estar midiendo los méritos de las personas, Dios busca
responder a nuestras necesidades?.
No es fácil creer en esa bondad
insondable de Dios de la que habla Jesús. A más de uno le puede escandalizar
que Dios sea bueno con todos, lo merezcan o no, sean creyentes o agnósticos,
invoquen su nombre o vivan de espaldas a él. Pero Dios es así. Y lo mejor es
dejarle a Dios ser Dios, sin empequeñecerlo con nuestras ideas y esquemas.
La imagen que no pocos cristianos se
hacen de Dios es un «conglomerado» de elementos heterogéneos y hasta
contradictorios. Algunos aspectos vienen de Jesús, otros del Dios justiciero
del Antiguo Testamento, otros de sus propios miedos y fantasmas. Entonces, la
bondad de Dios con todas sus criaturas queda como perdida o distorsionada.
Una de las tareas más importantes en una
comunidad cristiana será siempre ahondar cada vez más en la experiencia de Dios
vivida por Jesús. Solo los testigos de ese Dios pondrán una esperanza diferente
en el mundo.
José Antonio Pagola
No hay comentarios:
Publicar un comentario