domingo, 19 de abril de 2020

Por un salario universal estable


Denuncia que los trabajadores pobres “han sido excluidos de los beneficios de la globalización” pero no de sus perjuicios: “los males que aquejan a todos, a ustedes los golpean doblemente”; les anima a seguir en la lucha por las 3T: tierra, techo y trabajo; y les invita a pensar con él “en el proyecto de desarrollo humano integral que anhelamos” para el después de la crisis.

El papa Francisco se ha dirigió mediante carta, el Domingo de Resurrección, a los movimientos populares del mundo, haciendo memoria de sus tres encuentros que me hace bien, me acerca a ustedes, me hace repensar en tantos diálogos”; y para “recordar de modo especial y estar cerca” de las organizaciones de trabajadores y trabajadoras más empobrecidos, precarizados y excluidos, ante la dureza de la pandemia de la COVID-19Los movimientos populares “están ahí, poniendo el cuerpo (…) para hacer las cosas menos difíciles, menos dolorosas”. 

Cercanía con los trabajadores pobres.

En este tiempo de “tanta angustia y dificultad”, los movimientos populares “son un verdadero ejército invisible que pelea en las más peligrosas trincheras (…) sin más arma que la solidaridad, la esperanza y el sentido de la comunidad que reverdece en estos días en los que nadie se salva solo”, construyendo poesía social “desde las periferias olvidadas crean soluciones dignas”, con apenas recursos y donde no llega “las soluciones del mercado y escasea la presencia protectora del Estado”, subraya Francisco. 
Esta actitud de lucha por “el bien común” y por los sagrados derechos a tierra, techo y trabajo, que sintetizan los criterios de justicia social, “me ayuda, cuestiona y enseña mucho”, dice el Papa, en un contexto donde se les “mira con desconfianza por superar la mera filantropía a través la organización comunitaria o reclamar por sus derechos en vez de quedarse resignados esperando a ver si cae alguna migaja de los que detentan el poder económico” que sigue generando enormes desigualdades y sosteniendo privilegios.
En la carta, Francisco tiene un recuerdo y reconocimiento especial de “las mujeres, que multiplican el pan en los comedores comunitarios cocinando” con escaso material “para cientos de niños”; de los enfermos y a los ancianos, tantas veces olvidados en esta sociedad enferma de soledad; de campesinos y agricultores familiares “que siguen labrando para producir alimentos” cuidando la casa común y atendiendo las necesidades del pueblo humilde y trabajador.

Por un salario universal.

“Los males que aquejan a todos, a ustedes los golpean doblemente”, denuncia Francisco. Un pueblo con dificultades mayores para el confinamiento cuando la vivienda es precaria o “carece de un techo”, cuando se vive “el día a día sin ningún tipo de garantías legales que los proteja”, como sufren los trabajadores y las trabajadores “independientes o de la economía popular” que Francisco cita: “los vendedores ambulantes, los recicladores, los feriantes, los pequeños agricultores, los constructores, los costureros, los que realizan distintas tareas de cuidado”, y que “no tienen un salario estable para resistir este momento”. Ante esta realidad de desprotección, el papa Francisco considera que estiempo de pensar en un salario universal que dignifique la “noble e insustituibles tareas que realizan” y haga realidad “esa consigna tan humana y tan cristiana: ningún trabajador sin derechos. Un pueblo humilde y trabajador al que “nuestro Padre Celestial los mira, los valora, los reconoce y fortalece en su opción”.

Las personas, en el centro de la vida. Pensar “el después”.

En este contexto de enorme impacto del coronavirus en todo el mundo, Francisco espera que “los gobiernos comprendan que los paradigmas tecnocráticos (…) no son suficientes para abordar esta crisis ni los otros grandes problemas de la humanidad”. Sin embargo, para el Papa “ahora más que nunca, son las personas, las comunidades, los pueblos quienes deben estar en el centro, unidos para curar, cuidar, compartir”. 
En la misiva, Francisco invita a los movimientos populares a “pensar en ‘el después’ y abordar las “graves consecuencias ya se sienten”. Esta experiencia de diálogo del Papa con los movimientos populares, se desarrolla desde una cultura del encuentro y la “sabiduría que se amasa con la levadura de sentir el dolor del otro como propio”. Motivo para que “pensemos en el proyecto de desarrollo humano integral que anhelamos, centrado en el protagonismo de los pueblos en toda su diversidad y el acceso universal a esas tres T que ustedes defienden: tierra, techo y trabajoy que tuvo su máxima expresión en los tres encuentros mundiales de movimientos populares con Francisco.

Espero que este momento de peligro nos saque del piloto  automático, sacuda nuestras conciencias dormidas y permita  una conversión  humanista y ecológica  que termine  con la idolatría del dinero y ponga la dignidad y la vida en el centro. Nuestra civilización, tan competitiva e individualista, con sus ritmos frenéticos de producción y consumo, sus lujos excesivos y ganancias desmedidas para pocos, necesita bajar un cambio, repensarse, regenerarse”, advierte Francisco, para destacar a los movimientos popular como “constructores  indispensables de ese cambio impostergable; es más, ustedes poseen una voz autorizada para testimoniar que esto es posible. Ustedes saben de crisis y privaciones…, que con pudor, dignidad, compromiso, esfuerzo y solidaridad logran transformar en promesa de vida para sus familias y comunidades”, ha señalado el Papa.

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