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Tiempo ordinario – C (Lc 13,22-30)
Evangelio
del 25 / Ago / 2019
La
sociedad moderna va imponiendo cada vez con más fuerza un estilo de vida
marcado por el pragmatismo de lo inmediato. Apenas interesan las grandes
cuestiones de la existencia. Ya no tenemos certezas firmes ni convicciones
profundas.
Poco a poco, nos vamos convirtiendo en seres triviales, cargados de tópicos, sin consistencia interior ni ideales que alienten nuestro vivir diario, más allá del bienestar y la seguridad del momento.
Poco a poco, nos vamos convirtiendo en seres triviales, cargados de tópicos, sin consistencia interior ni ideales que alienten nuestro vivir diario, más allá del bienestar y la seguridad del momento.
Es muy
significativo observar la actitud generalizada de no pocos cristianos ante la
cuestión de la «salvación eterna» que tanto preocupaba solo hace pocos años:
bastantes la han borrado sin más de su conciencia; algunos, no se sabe bien por
qué, se sienten con derecho a un «final feliz»; otros ya no piensan ni en
premios ni en castigos.
Según
el relato de Lucas, un desconocido hace a Jesús una pregunta frecuente en
aquella sociedad religiosa: «¿Serán pocos los que se salven?». Jesús no responde
directamente a su pregunta. No le interesa especular sobre ese tipo de
cuestiones, tan queridas por algunos maestros de la época. Va directamente a lo
esencial y decisivo: ¿cómo hemos de actuar para no quedar excluidos de la
salvación que Dios ofrece a todos?.
«Esforzados
en entrar por la puerta estrecha». Estas son sus primeras palabras. Dios nos
abre a todos la puerta de la vida eterna, pero hemos de esforzarnos y trabajar
para entrar por ella. Esta es la actitud sana. Confianza en Dios, sí;
frivolidad, despreocupación y falsas seguridades, no.
Jesús
insiste, sobre todo, en no engañarnos con falsas seguridades. No basta
pertenecer al pueblo de Israel; no es suficiente haber conocido personalmente a
Jesús por los caminos de Galilea. Lo decisivo es entrar desde ahora en el reino
de Dios y su justicia. De hecho, los que quedan fuera del banquete final son,
literalmente, «los que practican la injusticia».
Jesús
invita a la confianza y la responsabilidad. En el banquete final del reino de
Dios no se sentarán solo los patriarcas y profetas de Israel. Estarán también
paganos venidos de todos los rincones del mundo. Estar dentro o estar fuera
depende de cómo responde cada uno a la salvación que Dios ofrece a todos.
Jesús
termina con un proverbio que resume su mensaje. En relación con el reino de
Dios, «hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos». Su
advertencia es clara. Algunos que se sienten seguros de ser admitidos pueden
quedar fuera. Otros que parecen excluidos de antemano pueden quedar dentro.
José
Antonio Pagola
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