viernes, 6 de abril de 2018

Desarrollo Personal y Comunitario

Como trabajadora social dentro de esta entidad tengo varias funciones pero me gustaría compartir sólo una de ellas, tal vez por los frutos que ha dado o por ser la que más ha marcado mi camino profesional.

A lo largo del año mi compañera y yo, hemos impartido talleres de Desarrollo Personal y Comunitario a diferentes grupos de personas con vidas verdaderamente complejas, hemos trabajado con ellas múltiples temas como la  autoestima, autoconocimiento, manejo de emociones, resolución de conflictos,... con la finalidad de contribuir a su motivación y que encuentren una salida a la dura realidad que están viviendo.

Lo que más me sorprende es la cantidad de personas que se encuentran en un estado de depresión y la duración de ésta. Lo que hace unos años era algo llamativo y resaltable en algunas personas y debido a muy diferentes causas… hoy día se ha multiplicado casi exponencialmente: falta de estabilidad a todos los niveles (económica, laboral, emocional-afectiva,…), situaciones dolorosas que lejos de solucionarse se prolongan en el tiempo, sensación de incapacidad para afrontar sus muchos problemas,…

Al hablar con ellas  te das cuenta de la presión de vida que tienen; consideran que sus vidas son un drama continuo  y que sólo viven  una realidad acompañada de diferentes dificultades  y problemas (pérdida de empleo y vivienda, divorcios, adicciones,...); al comenzar los talleres me quedé impactada de toda la pobreza que se respiraba en estos grupos y no me refiero sólo a la económica, me refiero a la falta de motivación, esperanza, fuerza,... es como si estas personas aún estando vivas sin embargo se sienten muertas, derrotadas,... mirabas a los ojos de muchas de ellas y sólo podías observar sufrimiento infinito,...  sólo había allí  ¡ausencia de vida!.

Ante toda esa burbuja de emociones negativas nos propusimos provocar un cambio, o por lo menos alentarlo, promoverlo,… en todas y cada una de aquellas personas.

Sabíamos que no iba a ser tarea fácil conseguir esa motivación necesaria y que encontrar esa fuerza interior que los impulsara a buscar un cambio de vida no iba a ser sencillo, máxime cuando ninguna motivación, ningún paso hacia delante que sea constructivo para la persona puede darse si ella misma no se convence de la necesidad de darlo y de que es capaza de ello.

Con el paso del tiempo y a medida que íbamos impartiendo los talleres, notábamos ya algo: formas de pensar que se cuestionaban, formas de ver la realidad diferentes a como eran las anteriores,...
Cuando finalizamos los talleres las personas nos agradecieron nuestra labor, no por el tiempo invertido, no por lo que trabajamos, no por los esfuerzos,… sino por todos esos cambios que finalmente iban observando en sí mismas.

Vistas así las cosas es cuando comprendemos esas sentencias que decimos con frecuencia y que suenan muy bien pero a las que no les vemos constancia hasta que la realidad evidencia de que son ciertas:
- “Todas las escaleras comienzan con un peldaño”.
- “Los grandes recorridos empiezan todos por un primer paso”.
- “Lo importante no es el punto donde estás, sino la dirección en la cual te mueves”.
- “Grano a grano se hace granero”.
- “Se hace camino al andar”.

Desde estas líneas quiero agradecer a estas personas, además de al equipo del que formo parte, la posibilidad de experimentar estas alegrías y de constatar que la utopía tiene sentido, que es posible otra realidad.

Autora: Violeta Ferrera
Trabajadora social en Justicia y Paz Tenerife DESIDE 2018

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