Domingo
27 Tiempo ordinario – B (Marcos 10,2-16)
Evangelio
del 07 / Oct / 2018
Los
fariseos plantean a Jesús una pregunta para ponerlo a prueba. Esta vez no es
una cuestión sin importancia, sino un hecho que hace sufrir mucho a las mujeres
de Galilea y es motivo de vivas discusiones entre los seguidores de diversas
escuelas rabínicas: «¿Le es lícito al marido separarse de su mujer?».
No se
trata del divorcio moderno que conocemos hoy, sino de la situación en que vivía
la mujer judía dentro del matrimonio, controlado absolutamente por el varón.
Según la Ley de Moisés, el marido podía romper el contrato matrimonial y
expulsar de casa a su esposa. La mujer, por el contrario, sometida en todo al
varón, no podía hacer lo mismo.
La
respuesta de Jesús sorprende a todos. No entra en las discusiones de los
rabinos. Invita a descubrir el proyecto original de Dios, que está por encima
de leyes y normas. Esta ley «machista», en concreto, se ha impuesto en el
pueblo judío por la dureza del corazón de los varones, que controlan a las
mujeres y las someten a su voluntad.
Jesús
ahonda en el misterio original del ser humano. Dios «los creó varón y mujer».
Los dos han sido creados en igualdad. Dios no ha creado al varón con poder
sobre la mujer. No ha creado a la mujer sometida al varón. Entre varones y
mujeres no ha de haber dominación por parte de nadie.
Desde
esta estructura original del ser humano, Jesús ofrece una visión del matrimonio
que va más allá de todo lo establecido por la Ley. Mujeres y varones se unirán
para «ser una sola carne» e iniciar una vida compartida en la mutua entrega,
sin imposición ni sumisión.
Este
proyecto matrimonial es para Jesús la suprema expresión del amor humano. El
varón no tiene derecho alguno a controlar a la mujer como si fuera su dueño. La
mujer no ha de aceptar vivir sometida al varón. Es Dios mismo quien los atrae a
vivir unidos por un amor libre y gratuito. Jesús concluye de manera rotunda:
«Lo que Dios unió que no lo separe el hombre».
Con
esta posición, Jesús está destruyendo de raíz el fundamento del patriarcado
bajo todas sus formas de control, sometimiento e imposición del varón sobre la
mujer. No solo en el matrimonio, sino en cualquier institución civil o
religiosa.
Hemos
de escuchar el mensaje de Jesús. No es posible abrir caminos al reino de Dios y
su justicia sin luchar activamente contra el patriarcado. ¿Cuándo
reaccionaremos en la Iglesia con energía evangélica contra tanto abuso,
violencia y agresión del varón sobre la mujer?. ¿Cuándo defenderemos a la mujer
de la «dureza de corazón» de los varones?.
José
Antonio Pagola
https://www.gruposdejesus.com/domingo-27-tiempo-ordinario-b-marcos-102-16/
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