domingo, 19 de enero de 2025

Participar o dejar morir

Ya llevamos unas semanas dentro del 2025. Aún mantenemos la euforia de los nuevos propósitos para este año nuevo y… en ello estamos. Pero ya empiezan a escucharse los lamentos de no pocos actualizando los conflictos del ayer, unos de signo político, religioso o antirreligioso, negacionistas vs alarmistas, etc… (basta mirar sobre todo las redes sociales, escuchar debates en diversos espacios,… para ver ejemplos mil de esto).

Y ¿qué mas?.

No son pocos quienes se quedan ahí, en esos discursos teóricos que se alimentan recíprocamente, como si se necesitaran unos a otros para seguir en la palestra.

Pocos son los que se plantean: “¿Qué podemos hacer?, ¿cómo?, ¿qué pasos dar y en qué orden?, ¿con qué medios?,…”.

Necesitamos, por una parte, tomar consciencia de la realidad tal cual es, conocerla a fondo es el primer paso, saber determinar sus causas y comprender sus consecuencias.

Por otra parte, necesitamos plantearnos cuál es nuestra escala de valores, cuáles son sus fuentes, qué elementos de juicio nos sirven para orientar nuestro pensamiento y nuestro proceder, con qué referencias contamos que iluminen la senda a seguir.

Y, finalmente, enfocarnos en traducir nuestras buenas intenciones en actitudes y prácticas coherentes tanto con nosotros mismos (lo que pensamos, sentimos y querríamos conseguir) como con esa realidad que desearíamos transformar.

Mas ¿es suficiente?.

No somos francotiradores, no vinimos al mundo solos ni nos criamos en soledad sino EN RELACIÓN con nuestros entornos sociales y naturales. No somos llaneros solitarios.

Somos seres sociales y nos realizamos y crecemos en la medida en que nos abrimos a los demás, formamos parte de una gran colectividad: la familia humana, desarrollamos nuestras vidas y crecemos formando parte de distintos grupos, tenemos la capacidad de comunicarnos unos con otros e interactuar a través de distintos medios y sistemas y hemos llegado a componer un sistema realmente complejo de interacción constante en el que todo y todos estamos interconectados y, por lo tanto, interdependientes y ello significa que… ¡tenemos la capacidad de transformar cualquier realidad si nos enfocamos en la construcción de unos proyectos comunes, comunitarios, que hagan posible esa transformación!.

Necesitamos valorar nuestra participación en la construcción de la comunidad.

La D.S.I. nos dice que el principio de participación se fundamenta en el derecho natural de todo ser humano a realizar su propio destino. En toda formación social la persona tiene derecho a hacer sentir el peso de su decisión personal responsable. El sujeto de la participación es todo hombre o mujer en cuanto miembro del grupo social (tomado de la red).

Para realizar nuestro propio destino por lo tanto necesitamos:

  1. Implicar toda nuestra persona en todas nuestras dimensiones.
  2. Ser conscientes de que somos responsables de las realidades que nos envuelven o en las que estamos, no tanto por sus causas sino porque va a depender de nuestra actitud el que esas realidades queden como están o puedan cambiar.
  3. Tomar consciencia del valor de la comunidad en la que y desde la que ejercer el compromiso transformador de esas realidades buscando siempre el Bien Común.
Es frecuente escuchar lamentos y quejas acerca de nuestros gobernantes, de quienes gestionan los diferentes recursos públicos y privados, de los representantes eclesiásticos y las iglesias, de quienes gestionan cualquier otra entidad, de los sindicatos, partidos políticos, AA.VV., etc...
 
Pero no es frecuente que aparte de la queja planteemos también propuestas viables para mejorar todos esos ámbitos, o, si lo hacemos, no en los foros donde se tomen decisiones al respecto; no es frecuente escuchar de alguien que es "militante de tal o cual partido político o sindicato", o que es "catequista en una parroquia", o que "organiza actividades formativas y de desarrollo comunitario en una asociación de vecinos", etc...
Si embargo éstas y otras muchas cosas debieran oírse en nuestros ámbitos comunitarios: laborales, de ocio, familiares, etc...
Quejarse de lo mal que anda todo es fácil, despotricar contra quienes no piensan como nosotros es sencillísimo, acusar a los demás de todos los males y peligros (aunque lo mismo podrían decir ellos de nosotros) es muy simple, pero... ¿qué arreglamos así?, ¿a qué nos lleva esa inercia?.

El 2025 no va a ser un año nuevo si no hacemos nuevas nuestras maneras de ESTAR y PARTICIPAR en nuestro mundo.
  1. No nos quejemos de lo mal que hicieron las cosas algunos sindicatos, entremos en ellos, informémonos ben de lo que es un sindicato y para qué tiene que ser, elijamos el modelo que más se acerque a nuestras convicciones y trabajemos dentro de él en la transformación de aquello que necesita cambiar.
  2. Dejemos de encasillar a la gente en celdas de "rojos", "fachas", y "demás". ¿Tenemos ya un modelo político definido?... vayamos a por ello, entremos en el partido político afín a nuestros ideales y desde nuestra militancia propongamos aquello que pueda ser un bien común para toda la sociedad.
  3. Menos peñazos contra los curas y religiosos, menos cotilleos en contra de las comunidades parroquiales y más arremangarnos y meternos en faena en la parroquia de nuestro barrio para hacerla más fiel al mensaje del Maestro de Nazaret, más la Iglesia que necesitamos ser.
  4. Nuestros barrios y sus AA.VV. serán un desastre o dejarán mucho que desear... pero si nos implicamos en ellas, si las animamos con nuestra participación y propuestas de mejora para luego pasar a la acción... ¿no sería mucho mejor?.
  5. No son las ONGs quienes sacarán al país de todos sus problemas pero sin duda son un excelente ámbito para apuntar caminos de solución y aportar cauces para la transformación social y una excelente denuncia de todas las injusticias a través de la acción y sus comunicados. ¿Qué nos impide acercarnos a ellas y ver qué podemos aportar?.
  6. Etc...
Seamos el ejemplo, seamos la imagen que queremos ver en nuestro mundo.

Santi Catalán
santi257@gmal.com

jueves, 16 de enero de 2025

Alegría y amor

2 Tiempo ordinario – C
(Juan 2,1-11)
Evangelio del 19 / Ene / 2025
Lecturas: https://www.ciudadredonda.org/events/lecturas-del-ii-domingo-del-tiempo-ordinario-3_2025-01-19/?occurrence=2025-01-19&nskip=56128

Según el evangelista Juan, Jesús fue realizando signos para dar a conocer el misterio encerrado en su persona y para invitar a la gente a acoger la fuerza salvadora que traía consigo. ¿Cuál fue el primer signo?, ¿qué es lo primero que hemos de encontrar en Jesús?.

El evangelista habla de una boda en Caná de Galilea, una pequeña aldea de montaña, a quince kilómetros de Nazaret. Sin embargo, la escena tiene un carácter claramente simbólico. Ni la esposa ni el esposo tienen rostro: no hablan ni actúan. El único importante es un «invitado» que se llama Jesús.

Las bodas eran en Galilea la fiesta más esperada y querida entre las gentes del campo. Durante varios días, familiares y amigos acompañaban a los novios comiendo y bebiendo con ellos, bailando danzas de boda y cantando canciones de amor. De pronto, la madre de Jesús le hace notar algo terrible: «no les queda vino». ¿Cómo van a seguir cantando y bailando?. 

El vino es indispensable en una boda. Para aquellas gentes, el vino era, además, el símbolo más expresivo del amor y la alegría. Lo decía la tradición: «El vino alegra el corazón». Lo cantaba la novia a su amado en un precioso canto de amor: «Tus amores son mejores que el vino». ¿Qué puede ser una boda sin alegría y sin amor?, ¿qué se puede celebrar con el corazón triste y vacío de amor?.

En el patio de la casa hay «seis tinajas de piedra». Son enormes. Están «colocadas allí», de manera fija. En ellas se guarda el «agua» para las purificaciones. Representan la piedad religiosa de aquellos campesinos que tratan de vivir «puros» ante Dios. Jesús transforma el agua en vino. Su intervención va a introducir amor y alegría en aquella religión. Esta es su primera aportación.

¿Cómo podemos pretender seguir a Jesús sin cuidar más entre nosotros la alegría y el amor?, ¿qué puede haber más importante que esto en la Iglesia y en el mundo?, ¿hasta cuándo podremos conservar en «tinajas de piedra» una fe triste y aburrida?, ¿para qué sirven todos nuestros esfuerzos, si no somos capaces de introducir amor en nuestra religión?. Nada puede ser más triste que decir de una comunidad cristiana: «No les queda vino».

José Antonio Pagola
https://www.gruposdejesus.com/2-tiempo-ordinario-c-juan-21-11-3/

jueves, 9 de enero de 2025

No ahogar el amor solidario

Bautismo del Señor – C
(Lucas 3,15-16.21-22)
Evangelio del 12 / Ene / 2025
Lecturas: https://www.ciudadredonda.org/events/lecturas-del-el-bautismo-del-senor-3_2025-01-12/?occurrence=2025-01-12&nskip=56121

El amor es la energía que da verdadera vida a la sociedad. En toda civilización hay fuerzas que generan vida, verdad y justicia, y fuerzas que provocan muerte, mentira e indignidad. No siempre es fácil detectarlo, pero en la raíz de todo impulso de vida está siempre el amor.

Por eso, cuando en una sociedad se ahoga el amor, se está ahogando al mismo tiempo la dinámica que lleva al crecimiento humano y a la expansión de la vida. De ahí la importancia de cuidar socialmente el amor y de luchar contra todo aquello que puede destruirlo.

Una forma de matar de raíz el amor es la manipulación de las personas. En la sociedad actual se proclaman en voz alta los derechos de la persona, pero luego los individuos son sacrificados al rendimiento, la utilidad o el desarrollo del bienestar. Se produce entonces lo que el pensador norteamericano Herbet Marcuse llamaba «la eutanasia de la libertad». Cada vez hay más personas que viven una «no libertad confortable, cómoda, razonable, democrática». Se vive bien, pero sin conocer la verdadera libertad ni el amor.

Otro riesgo para el amor es el funcionalismo. En la sociedad de la eficacia lo importante no son las personas, sino la función que ejercen. El individuo queda fácilmente reducido a una pieza del engranaje: en el trabajo es un empleado; en el consumo, un cliente; en la política, un voto; en el hospital, un número de cama… En esta sociedad, las cosas funcionan; las relaciones entre las personas mueren.

Otro modo frecuente de ahogar el amor es la indiferencia. El funcionamiento de la sociedad moderna concentra a los individuos en sus propios intereses. Los demás son una «abstracción». Se publican estudios y estadísticas tras los cuales se oculta el sufrimiento de las personas concretas. No es fácil sentirnos responsables. Es la administración pública la que se ha de ocupar de esos problemas.

¿Qué podemos hacer cada uno?. Frente a tantas formas de desamor, el Bautista sugiere una postura clara: «El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida haga lo mismo». ¿Qué podemos hacer?. Sencillamente compartir más lo que tenemos con aquellos que viven en necesidad.


José Antonio Pagola
https://www.gruposdejesus.com/bautismo-del-senor-c-lucas-315-16-21-22-3/

miércoles, 8 de enero de 2025

El Sagrado Corazón de Jesús



El año nuevo 2025 vino cargado de muchas esperanzas porque había y hay muchas cosas que evidencian nuestra enorme necesidad de paz, de justicia, equidad, fraternidad,...

Pero el año 2025 no será NUEVO
si no hacemos NUEVAS todas nuestras maneras de estar y relacionarnos,
si no derrumbamos los muros que nos separan,
si no rompemos las cárceles mentales en las que encasillamos a los demás,
si seguimos cogiendo los rábanos por las hojas mirando lo aparente y dejándonos lo importante,
si dejamos que el mal hable por nuestra boca o por nuestros actos de indiferencia,
si.... no hacemos lo que de un discípulo del Maestro de Nazaret se espera.


El mundo podrá hacer burla de lo que quiera, el mundo podrá insultar, agraviar, herir,.... son cosas de quien no descubrió aún lo que es AMAR y se niega a amar porque es más cómodo tirar piedras aunque sea sin sentido que curar las heridas.

Con razón el Maestro de Nazaret decía: "Ustedes están en el mundo, pero no son de este mundo"
(Jn.15,18-21).

Hacer NUEVAS TODAS LAS COSAS es
dar de comer al hambriento,
dar de beber al sediento,
acoger al peregrino, al forastero, al que llamamos extranjero, al que va de paso, al inmigrante,
visitar al enfermo y socorrerle,
visitar a las personas encarceladas,
perdonar y pedir perdón ante nuestros errores,
denunciar las injusticias y
erradicar las estructuras de pecado:
todo aquello que nos aparta del Plan de Dios,
un Plan que habla de AMOR,
dar al mundo la paz de Dios,
dar al mundo la verdadera imagen de Dios,
dar a Cristo al mundo.

No malgastemos un año más.

Santi Catalán
santi257@gmail.com

sábado, 4 de enero de 2025

Memoria anual 2024

Como ya es costumbre, cada año natural emitimos una MEMORIA ANUAL de todo lo realizado por la entidad que publicamos en la página "Portal de transparencia" pero que en este año publicamos también en la "Página principal" a la vista de todo el mundo y con todo detalle:

MEMORIA DESCRIPTIVA.

1.- INTRODUCCIÓN.

Situación previa.

jueves, 2 de enero de 2025

Seguir la estrella

Epifanía del Señor – C
(Mateo 2,1-12)
Evangelio del 6 / Ene / 2025
Lecturas: https://www.ciudadredonda.org/events/lecturas-del-ii-domingo-de-natividad_2025-01-05/?occurrence=2025-01-05&nskip=56114

Estamos demasiado acostumbrados al relato de los magos. Por otra parte, hoy apenas tenemos tiempo para detenernos a contemplar despacio las estrellas. Probablemente no es solo un asunto de tiempo.

miércoles, 1 de enero de 2025

Mensaje para la paz 2025: "Perdona nuestras ofensas, concédenos tu paz"

Mensaje del Papa Francisco para la LVIII JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ

1 de enero de 2025

Perdona nuestras ofensas, concédenos tu paz.

 

I. Escuchando el grito de la humanidad amenazada.


1. Al inicio de este nuevo año que nos da el Padre celestial, tiempo jubilar dedicado a la esperanza, dirijo mi más sincero deseo de paz a toda mujer y hombre, en particular a quien se siente postrado por su propia condición existencial, condenado por sus propios errores, aplastado por el juicio de los otros, y ya no logra divisar ninguna perspectiva para su propia vida. A todos ustedes, esperanza y paz, porque este es un Año de gracia que proviene del Corazón del Redentor.


2. En el 2025 la Iglesia católica celebra el Jubileo, evento que colma los corazones de esperanza. El “jubileo” se remonta a una antigua tradición judía, cuando el sonido de un cuerno de carnero —en hebreo yobel— anunciaba, cada cuarenta y nueve años, uno de clemencia y liberación para todo el pueblo (cf. Lv 25,10). Este solemne llamamiento debía resonar idealmente en todo el mundo (cf. Lv 25,9), para restablecer la justicia de Dios en distintos ámbitos de la vida: en el uso de la tierra, en la posesión de los bienes, en la relación con el prójimo, sobre todo respecto a los más pobres y a quienes habían caído en desgracia. El sonido del cuerno recordaba a todo el pueblo —al que era rico y al que se había empobrecido— que ninguna persona viene al mundo para ser oprimida; somos hermanos y hermanas, hijos del mismo Padre, nacidos para ser libres según la voluntad del Señor (cf. Lv 25,17.25.43.46.55).  


3. También hoy, el Jubileo es un evento que nos impulsa a buscar la justicia liberadora de Dios sobre toda la tierra. Al comienzo de este Año de gracia, en lugar del cuerno nosotros quisiéramos ponernos a la escucha del «grito desesperado de auxilio» [Spes non confundit,8] que, como la voz de la sangre de Abel el justo, se eleva desde muchas partes de la tierra (cf.  Gn 4,10), y que Dios nunca deja de escuchar. También nosotros nos sentimos llamados a ser voz de tantas situaciones de explotación de la tierra y de opresión del prójimo [Tertio Millennio Adviniente,51]. Dichas injusticias asumen a menudo la forma de lo que san Juan Pablo II definió como «estructuras de pecado» [Sollicitudo Rei Socialis,36], porque no se deben sólo a la iniquidad de algunos, sino que se han consolidado —por así decirlo— y se sostienen en una complicidad extendida.

4. Cada uno de nosotros debe sentirse responsable de algún modo por la devastación a la que está sometida nuestra casa común, empezando por esas acciones que, aunque sólo sea indirectamente, alimentan los conflictos que están azotando la humanidad. Así se fomentan y se entrelazan desafíos sistémicos, distintos pero interconectados, que asolan nuestro planeta. Me refiero, en particular, a las disparidades de todo tipo, al trato deshumano que se da a las personas migrantes, a la degradación ambiental, a la confusión generada culpablemente por la desinformación, al rechazo de toda forma de diálogo, a las grandes inversiones en la industria militar. Son todos factores de una amenaza concreta para la existencia de la humanidad en su conjunto. Por tanto, al comienzo de este año queremos ponernos a la escucha de este grito de la humanidad para que todos, juntos y personalmente, nos sintamos llamados a romper las cadenas de la injusticia y, así, proclamar la justicia de Dios. Hacer algún acto de filantropía esporádico no es suficiente. Se necesitan, por el contrario, cambios culturales y estructurales, de modo que también se efectúe un cambio duradero [Laudate Deum,70].


II. Un cambio cultural: todos somos deudores.


5. El evento jubilar nos invita a emprender diversos cambios, para afrontar la actual condición de injusticia y desigualdad, recordándonos que los bienes de la tierra no están destinados sólo a algunos privilegiados, sino a todos [Spes non confundit,16]. Puede ser útil recordar lo que escribía san Basilio de Cesarea: «¿Qué cosa, dime, te pertenece?. ¿De dónde la has tomado para ponerla en tu vida? […] ¿Acaso no saliste desnudo del vientre de tu madre?, ¿no tornarás desnudo nuevamente a la tierra?. Los bienes presentes, ¿de dónde te vienen?. Si dices del azar, eres impío, porque no reconoces al Creador, ni das gracias al que te ha dado». Cuando falta la gratitud, el hombre deja de reconocer los dones de Dios. Sin embargo, el Señor, en su misericordia infinita, no abandona a los hombres que pecan contra Él; confirma más bien el don de la vida con el perdón de la salvación, ofrecido a todos mediante Jesucristo. Por eso, enseñándonos el “Padre nuestro”, Jesús nos invita a pedir: «Perdona nuestras ofensas» (Mt 6,12).

6. Cuando una persona ignora el propio vínculo con el Padre, comienza a albergar la idea de que las relaciones con los demás puedan ser gobernadas por una lógica de explotación, donde el más fuerte pretende tener el derecho de abusar del más débil [Laudato Sí,123]. Como las élites en el tiempo de Jesús, que se aprovechaban de los sufrimientos de los más pobres, así hoy en la aldea global interconectada [Catequesis], el sistema internacional, si no se alimenta de lógicas de solidaridad y de interdependencia, genera injusticias, exacerbadas por la corrupción, que atrapan a los países más pobres. La lógica de la explotación del deudor también describe sintéticamente la actual “crisis de la deuda” que afecta a diversos países, sobre todo del sur del mundo.


7. No me canso de repetir que la deuda externa se ha convertido en un instrumento de control, a través del cual algunos gobiernos e instituciones financieras privadas de los países más ricos no tienen escrúpulos de explotar de manera indiscriminada los recursos humanos y naturales de los países más pobres, a fin de satisfacer las exigencias de los propios mercados [Discurso]. A esto se agrega que diversas poblaciones, más abrumadas por la deuda internacional, también se ven obligadas a cargar con el peso de la deuda ecológica de los países más desarrollados [Discurso COP28]. La deuda ecológica y la deuda externa son dos caras de una misma moneda de esta lógica de explotación que culmina en la crisis de la deuda [Discurso]. Pensando en este Año jubilar, invito a la comunidad internacional a emprender acciones de remisión de la deuda externa, reconociendo la existencia de una deuda ecológica entre el norte y el sur del mundo. Es un llamamiento a la solidaridad, pero sobre todo a la justicia [Spes non confundit,16].


8. El cambio cultural y estructural para superar esta crisis se realizará cuando finalmente nos reconozcamos todos hijos del Padre y, ante Él, nos confesemos todos deudores, pero también todos necesarios, necesitados unos de otros, según una lógica de responsabilidad compartida y diversificada. Podremos descubrir «definitivamente que nos necesitamos y nos debemos los unos a los otros» [Fratelli Tutti,35].


III. Un camino de esperanza: tres acciones posibles.

9. Si nos dejamos tocar el corazón por estos cambios necesarios, el Año de gracia del jubileo podrá reabrir la vía de la esperanza para cada uno de nosotros. La esperanza nace de la experiencia de la misericordia de Dios, que es siempre ilimitada [Spes non confundit,23].

Dios, que no debe nada a nadie, continúa otorgando sin cesar gracia y misericordia a todos los hombres. Isaac de Nínive, un Padre de la Iglesia oriental del siglo VII, escribía: «Tu amor es más grande que mis ofensas. Insignificantes son las olas del mar respecto al número de mis pecados; pero, si pesamos mis pecados, respecto a tu amor, se esfuman como la nada». Dios no calcula el mal cometido por el hombre, sino que es inmensamente «rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó» (Ef 2,4). Al mismo tiempo, escucha el grito de los pobres y de la tierra. Bastaría detenerse un momento, al inicio de este año, y pensar en la gracia con la que cada vez perdona nuestros pecados y condona todas nuestras deudas, para que nuestro corazón se inunde de esperanza y de paz.  


10. Por eso Jesús, en la oración del “Padre nuestro”, establece una afirmación muy exigente: «como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden», después de que hemos pedido al Padre la remisión de nuestras ofensas (cf. Mt 6,12). Para perdonar una ofensa a los demás y darles esperanza es necesario, en efecto, que la propia vida esté llena de esa misma esperanza que llega de la misericordia de Dios. La esperanza es sobreabundante en la generosidad, no calcula, no exige cuentas a los deudores, no se preocupa de la propia ganancia, sino que tiene como punto de mira un sólo fin: levantar al que está caído, vendar los corazones heridos, liberar de toda forma de esclavitud.


11. Al inicio de este Año de gracia, quisiera, por tanto, sugerir tres acciones que puedan restaurar la dignidad en la vida de poblaciones enteras y volver a ponerlas en camino sobre la vía de la esperanza, para que se supere la crisis de la deuda y todos puedan volver a reconocerse deudores perdonados.


Sobre todo, retomo el llamamiento lanzado por san Juan Pablo II con ocasión del Jubileo del año 2000, de pensar «en una notable reducción, si no en una total condonación, de la deuda internacional, que grava sobre el destino de muchas naciones» [Tertio Millennio Adviniente,51]. Que, reconociendo la deuda ecológica, los países más ricos se sientan llamados a hacer lo posible para condonar las deudas de esos países que no están en condiciones de devolver lo que deben. Ciertamente, para que no se trate de un acto aislado de beneficencia, que lleve a correr el riesgo de desencadenar nuevamente un círculo vicioso de financiación-deuda, es necesario, al mismo tiempo, el desarrollo de una nueva arquitectura financiera, que lleve a la creación de un Documento financiero global, fundado en la solidaridad y la armonía entre los pueblos.

Además, pido un compromiso firme para promover el respeto de la dignidad de la vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural, para que toda persona pueda amar la propia vida y mirar al futuro con esperanza, deseando el desarrollo y la felicidad para sí misma y para sus propios hijos. Sin esperanza en la vida, en efecto, es difícil que surja en el corazón de los más jóvenes el deseo de generar otras vidas. Aquí, en particular quisiera invitar una vez más a un gesto concreto que pueda favorecer la cultura de la vida. Me refiero a la eliminación de la pena de muerte en todas las naciones. Esta medida, en efecto, además de comprometer la inviolabilidad de la vida, destruye toda esperanza humana de perdón y de renovación [Spes non confundit,10].


Me atrevo también a volver a lanzar otro llamamiento, apelándome a san Pablo VI y a Benedicto XVI [Populorum Progressio,51], para las jóvenes generaciones, en este tiempo marcado por las guerras: utilicemos al menos un porcentaje fijo del dinero empleado en los armamentos para la constitución de un Fondo mundial que elimine definitivamente el hambre y facilite en los países más pobres actividades educativas también dirigidas a promover el desarrollo sostenible, contrastando el cambio climático [Fratelli Tutti,262]. Debemos buscar que se elimine todo pretexto que pueda impulsar a los jóvenes a imaginar el propio futuro sin esperanza, o bien como una expectativa para vengar la sangre de sus seres queridos. El futuro es un don para superar los errores del pasado, para construir nuevos caminos de paz.


IV. La meta de la paz.

12. Aquellos que emprenderán, por medio de los gestos sugeridos, el camino de la esperanza, podrán ver cada vez más cercana la tan anhelada meta de la paz. El salmista nos confirma en esta promesa: cuando «el Amor y la Verdad se encontrarán, la Justicia y la Paz se abrazarán» (Sal 85,11). Cuando me despojo del arma del préstamo y restituyo la vía de la esperanza a una hermana o a un hermano, contribuyo al restablecimiento de la justicia de Dios en esta tierra y me encamino con esta persona hacia la meta de la paz. Como decía san Juan XXIII, la verdadera paz sólo podrá nacer de un corazón desarmado de la angustia y el miedo de la guerra [Pacem in Terris,113].


13. Que el 2025 sea un año en el que crezca la paz. Esa paz real y duradera, que no se detiene en las objeciones de los contratos o en las mesas de compromisos humanos [Discurso paz]. Busquemos la verdadera paz, que es dada por Dios a un corazón desarmado: un corazón que no se empecina en calcular lo que es mío y lo que es tuyo; un corazón que disipa el egoísmo en la prontitud de ir al encuentro de los demás; un corazón que no duda en reconocerse deudor respecto a Dios y por eso está dispuesto a perdonar las deudas que oprimen al prójimo; un corazón que supera el desaliento por el futuro con la esperanza de que toda persona es un bien para este mundo.


14. El desarme del corazón es un gesto que involucra a todos, a los primeros y a los últimos, a los pequeños y a los grandes, a los ricos y a los pobres. A veces, es suficiente algo sencillo, como «una sonrisa, un gesto de amistad, una mirada fraterna, una escucha sincera, un servicio gratuito» [Spes non confundit,18]. Con estos pequeños-grandes gestos, nos acercamos a la meta de la paz y la alcanzaremos más rápido; es más, a lo largo del camino, junto a los hermanos y hermanas reunidos, nos descubriremos ya cambiados respecto a cómo habíamos partido. En efecto, la paz no se alcanza sólo con el final de la guerra, sino con el inicio de un mundo nuevo, un mundo en el que nos descubrimos diferentes, más unidos y más hermanos de lo que habíamos imaginado.


15. ¡Concédenos tu paz, Señor!. Esta es la oración que elevo a Dios, mientras envío mis mejores deseos para el año nuevo a los jefes de estado y de gobierno, a los responsables de las organizaciones internacionales, a los líderes de las diversas religiones, a todas las personas de buena voluntad.

Perdona nuestras ofensas, Señor,
como nosotros perdonamos a los que nos ofenden,
y en este círculo de perdón concédenos tu paz,
esa paz que sólo Tú puedes dar
a quien se deja desarmar el corazón,
a quien con esperanza quiere remitir las deudas de los propios hermanos,
a quien sin temor confiesa de ser tu deudor,
a quien no permanece sordo al grito de los más pobres.

Vaticano, 8 de diciembre de 2024

FRANCISCO


Texto original: https://www.vatican.va/content/francesco/es/messages/peace/documents/20241208-messaggio-58giornatamondiale-pace2025.html

jueves, 26 de diciembre de 2024

Alegría para todo el pueblo

Santa María, Madre de Dios – C
(Lucas 2,16-21)
Evangelio del 1 / Ene / 2025
Lecturas: https://www.ciudadredonda.org/events/lecturas-del-la-sagrada-familia-de-jesus-maria-y-jose-2/?occurrence=2024-12-29&pskip=37952

Hay cosas que solo la gente sencilla sabe captar. Verdades que solo el pueblo es capaz de intuir. Alegrías que solamente los pobres pueden disfrutar.

Así es el nacimiento del Salvador en Belén: No algo para ricos y gente pudiente; un acontecimiento que solo los cultos y sabios pueden entender; algo reservado a minorías selectas. Es un acontecimiento popular. Una alegría para todo el pueblo.

domingo, 22 de diciembre de 2024

Navidad, la inaudita ternura de Dios

Con los ojos fijos en Él, en la realidad y la fe. 

Comisión ecuatoriana Justicia y Paz. Carta Nº 268 – 22 diciembre 2024

“Si realmente queremos celebrar la Navidad, redescubramos a través del pesebre la sorpresa y el asombro de la pequeñez, la pequeñez de Dios, que se hace pequeño, no nace en el esplendor de las apariencias, sino en la pobreza de un establo.

jueves, 19 de diciembre de 2024

Acompañar a vivir

4 Adviento – C
(Lucas 1,39-45)
Evangelio del 22 / Dic / 2024
Lecturas: https://www.ciudadredonda.org/events/lecturas-del-iv-domingo-de-adviento-2/?occurrence=2024-12-22&nskip=37836

Uno de los rasgos más característicos del amor cristiano es saber acudir junto a quien puede estar necesitando nuestra presencia. Ese es el primer gesto de María después de acoger con fe la misión de ser madre del Salvador. Ponerse en camino y marchar aprisa junto a otra mujer que necesita en esos momentos su ayuda.

lunes, 16 de diciembre de 2024

Archidona vive sin Megacárcel

Con los ojos fijos en Él, en la realidad y la fe. 

Comisión ecuatoriana Justicia y Paz. Carta Nº 267 – 15 diciembre 2024

“La Amazonía es tierra disputada desde varios frentes: por una parte, el neoextractivismo y la fuerte presión por grandes intereses económicos que dirigen su avidez por el petróleo, gas, madera, oro, monocultivos agroindustriales…