lunes, 22 de enero de 2024

Ecuador: Inseguridad y ética cristiana

Con los ojos fijos en Él, en la realidad y la fe. 

Comisión ecuatoriana Justicia y Paz. Carta Nº 220 – 21 enero 2024

“Lo que hoy tengo que hacer no es construir defensas para encontrarme que todos los que están más allá de la defensa son mis enemigos...

Tengo que trabajar para el que posiblemente me ataque tenga que comer cuando se encuentre conmigo y yo tenga algo que ofrecerle cuando me encuentre con él”. Mons. Luis Alberto Luna Tobar.

Los últimos acontecimientos nos han aturdido y hasta paralizado por el miedo y la incertidumbre. El Ecuador atraviesa un período trágico como consecuencia de múltiples factores que han engendrado una realidad compleja y desoladora. ¿Cómo dormir tranquilos, si parece que afuera todo se derrumba?. ¿Cómo sostener la esperanza cuando muchos tienen que escoger entre la violencia o el hambre?.

En ninguna guerra hay ganadores. Por un lado, hemos perdido la seguridad de salir de casa; la tranquilidad para trabajar, sabiendo que podríamos no volver sanos y salvos a nuestros hogares; la serenidad para relacionarnos con otros, pues, emocionalmente alterados, tememos en cualquier momento ser extorsionados, “vacunados” o agredidos. Pero, por otro lado, hay quienes han perdido el sentido mismo de la vida, el sueño de mantener a los suyos honradamente; el valor de la familia y el respeto a los demás y, sin rumbo cierto, han caído presas de bandas dirigidas por mentes criminales, que los alientan u obligan a cometer atrocidades a cambio de dinero, en un contexto en el que acceder a un trabajo digno se ha vuelto un privilegio.

Nada explica esta espiral de muerte y terror, pero como creyentes comprometidos, la gravedad de la situación nos exige hacer una lectura más profunda y consciente a la luz del Evangelio. Debemos volver la mirada a Jesús para encontrar el camino que nos ayude a restablecer la calma y el equilibrio. Resulta desafiante hacer prevalecer como criterio de discernimiento el “amarnos los unos a los otros” cuando nos sentimos atacados y vulnerables, o marginados, descartados y desechados. Prevalecen más los antagonismos y el temor en lugar de la unidad, la confianza y la solidaridad.

Esta crisis permite retornar al origen y razón de nuestra fe, para discernir si los valores y principios que nos guían se rigen bajo una ética auténticamente cristiana. Es absurdo creernos en estado de comunión desconociendo que, en el cuerpo de Cristo, todos, sin excepción alguna, somos hermanos.

Frente a la violencia y las desigualdades, la ética de Jesús nos desafía a enfrentar las injusticias sistémicas abogando por un enfoque transformador que no busque una caridad vertical, sino una reestructuración social donde podamos reconocernos en el otro y dejemos de vernos como enemigos; donde volvamos a mirarnos unos a otros como Dios nos mira. La promoción de la justicia y de una cultura de paz únicamente puede partir del reconocimiento del otro y del restablecimiento de sus derechos para que yo pueda exigir el restablecimiento de los míos.

Como nos menciona Francisco: “Necesitamos interrogarnos más profundamente sobre el destino final de la vida, capaz de restaurar la dignidad y significado al misterio de sus afectos más profundos y sagrados. La vida del hombre, hermosa de maravillar y frágil de morir, va más allá de sí misma: somos infinitamente más de lo que podemos hacer por nosotros mismos” (2018). Debemos asumir cada uno de nosotros, desde nuestros roles y espacios, desde nuestra cotidianidad familiar, laboral y social, la responsabilidad de afrontar los desafíos actuales y trabajar arduamente para construir la Buena Nueva y llevarla a los más vulnerables. Activar todas nuestras capacidades para que renazca la esperanza y la solidaridad, buscar alternativas desde el Evangelio… solo así podremos volver a abrazarnos, siendo solidarios y compasivos, especialmente con los más débiles y frágiles de la sociedad. Recordemos que en sus rostros y en su abrazo podemos encontrarlo:Les aseguro que siempre que ustedes lo hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron (Mt 25,40). • #ComuniquemosEsperanza

("Con los ojos fijos en El, en la realidad y la fe" es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz, resultado de reuniones periódicas de los miembros de la Comisión para analizar, reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas).

Para contactar: cjusticiaypaz@gmail.com

PARA LA REFLEXIÓN Y LA PRAXIS:

  • ¿Qué dilema presenta esta carta nº 220?, ¿por qué se produce ese dilema?. ¿Cuáles son los nuestros, en Canarias y España?.
  • ¿Qué criterios son, a jucio de los cristianos, los que deben orientarnos según este artículo?, ¿por qué?.
  • ¿Cómo sería nuestra sociedad si tomáramos como principio orientador lo que dice Mt.25,40?. ¿Cómo concretarlo en todas las esferas de nuestra vida social y personal?.

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