lunes, 4 de febrero de 2019

Escandalosa desigualdad en el mundo


Las 26 personas más ricas del mundo poseen la misma riqueza que media humanidad más necesitada.

La desigualdad entre ricos y pobres está creciendo sin parar, afectando especialmente a las mujeres y niñas.
Según el informe 2019 de la ONG Oxfam Internacional, en la actualidad tan sólo 26 personas poseen la misma riqueza que los 3.800 millones de personas que componen la mitad más pobre de la humanidad.

Menos manos con más y más manos con menos:  la riqueza está cada vez más concentrada en menos manos, pues hace dos años había 43 milmillonarios, mientras que ahora son sólo 26 los que poseen tantos bienes, porque estos 26 tienen aun mucho más de lo que tenían. Son menos, pero aun más ricos. Los 5 mayores del mundo son los siguientes:
  1. Jeff Bezos: 126.200 millones de $
  2. Bill Gates: 91.3000 millones de $
  3. Warren Buffet: 87.000 millones de $
  4. Bernard Arnault: 75.000 millones de $
  5. Mark Zuckerberg: 73.200 millones de $

Entre los 5 suman 452.700 millones de $

DESIGUALDAD SOCIAL. DESIGUALDAD RICO-POBRE.

Realmente es el dinero quien gobierna el mundo, pues los gobernantes y parlamentarios siempre legislan a favor de los que más tienen, con grandes beneficios fiscales a favor de las grandes empresas y mayores fortunas, así como consintiendo los paraísos fiscales o las SICAV, dejando de recaudar miles de millones que dejan de entrar en las arcas del Estado para salud, educación, servicios sociales, atención a inmigrantes, investigación, etc.
Tan es así que la riqueza de los más ricos de los cinco continentes en último año se incrementó en 900.000 millones de dólares, lo que equivale a 2466 millones al día; y por el contrario los pobres han visto reducidos sus bienes un 11 %, perjudicando a algo más de la mitad de la humanidad, la más pobre y necesitada, sobre todo en Africa, Hispanoamérica, la India y Bangladés, de tal manera que la extrema pobreza está aumentando, sobre todo en Africa Subsahariana, una de las causas más importantes de la emigración africana.
Un mundo en el que el 1% de la humanidad controla tanta riqueza como el 99% restante nunca será estable. Siempre habrá conflictos, violencia, intentos o declaraciones de guerra, emigrantes forzosos, campos de refugiados, los Indices de Fragilidad Estatal (IFE) irán en aumento: en 29 países de Africa se da el IFE más alto del mundo, que a su vez sufren un Indice de Desarrollo Humano (IDH) muy pobre, por debajo de 0,500, lo que indica un porcentaje muy alto de empobrecidos, incluso muchos por debajo de 1 euro al día, lo que entre otras muchas consecuencias hace que el 20 % de los niños mueran antes de los 5 años. No es que Africa sea pobre; al contrario, posee inmensas riquezas, pero casi todas en manos de las multinacionales de los países ricos.

Ante esta situación, incluso personas muy luchadoras y comprometidas con los más empobrecidos, se sienten impotentes y desanimadas, porque les parece imposible revertir esta situación.  Ese desánimo embargaba a los discípulos de Jesús: "toda la noche bregando sin coger nada", pero se fiaron de Su palabra: "en tu nombre, dijo Pedro, echaré las redes". El resultado fue una redada tan grande que reventaba la red, hasta el punto de tener que pedir ayuda a otra barca, y llenaron de peces las dos.
¿Qué hace falta?: Hoy no hace falta una pesca milagrosa para cambiar este mundo: basta tan sólo fiarse del mensaje de Jesús y ponerlo en práctica: hoy hay bienes de sobra para que toda la humanidad pueda vivir dignamente, y aun hay medios para mucho más, pero lo que no hay es voluntad política, ni social, ni religiosa para caminar en esa dirección, pues ni los Estados con sus Gobiernos, ni las religiones, ni gran mayoría de la sociedad apuestan por ese camino.

DESIGUALDAD SOCIAL.

Pero este mundo puede y tiene que mejorar. No depende de Dios, depende de nuestro compromiso, pero hay que trabajar y bregar por ello como hicieron, durante toda la noche, los pescadores del lago, que se vieron muy bien compensados por Jesús, pues cuando el hombre responde, Dios no falla. Si hiciéramos un reparto justo de los bienes que hay en el mundo y no consumiéramos más de lo necesario, nos bastaría trabajar muchas menos horas y dedicar más tiempo a actividades culturales (el que lee conduce su vida, el que no lee será conducido), sociales, artísticas, recreativas, deportivas, de convivencia, humanitarias, etc., porque habría de sobra para todos.  Pero la fiebre de tener nos hace a todos esclavos: unos de producir y otros de consumir, y a todos de tener y tener cada vez más, en vez de ser cada vez más: ser personas justas, trabajadoras, responsables, solidarias, honradas, leales, fraternales, cuidadoras, colaboradoras, respetuosas con la dignidad del ser humano y de toda la creación. El camino está claro, pero hay que hacerlo al andar. Es el camino que conduce a la meta final de la liberación integral del hombre y de la creación.
Bastantes Papas, desde 1891 en las encíclicas sociales de los papas León XIII, Pio XI, Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II, se fueron aproximando cada vez más a la condena del capitalismo, pero ninguno lo hizo con tanta aproximación como lo está haciendo el Papa Francisco, como en los siguientes párrafos de la Exhortación La Alegría del Evangelio. Dice esto:

Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera. De ahí que nieguen el derecho de control de los Estados, encargados de velar por el bien común. Se instaura una nueva tiranía invisible, a veces virtual, que impone, de forma unilateral e implacable, sus leyes y sus reglas. Además, la deuda y sus intereses alejan a los países de las posibilidades viables de su economía y a los ciudadanos de su poder adquisitivo real. A todo ello se añade una corrupción ramificada y una evasión fiscal egoísta, que han asumido dimensiones mundiales. El afán de poder y de tener no conoce límites. En este sistema, que tiende a fagocitarlo todo en orden a acrecentar beneficios, cualquier cosa que sea frágil, como el medio ambiente, queda indefensa ante los intereses del mercado divinizado, convertidos en regla absoluta”.

Hoy en muchas partes se reclama mayor seguridad. Pero hasta que no se reviertan la exclusión y la inequidad dentro de una sociedad y entre los distintos pueblos será imposible erradicar la violencia. Se acusa de la violencia a los pobres y a los pueblos pobres pero, sin igualdad de oportunidades, las diversas formas de agresión y de guerra encontrarán un caldo de cultivo que tarde o temprano provocará su explosión. Cuando la sociedad —local, nacional o mundial— abandona en la periferia una parte de sí misma, no habrá programas políticos ni recursos policiales o de inteligencia que puedan asegurar indefinidamente la tranquilidad. Esto no sucede solamente porque la inequidad provoca la reacción violenta de los excluidos del sistema, sino porque el sistema social y económico es injusto en su raíz”.

Pues bien, a pesar de que dice que el sistema es injusto en su raíz, sin embargo no llega a condenarlo. En este sentido Jesús en el Evangelio va más lejos, como cuando dice: no podéis servir a Dios y al dinero, o Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja, que para un rico entrar en el reino de Dios. Ver también  la parábola del rico y el pobre Lázaro, o el canto de María de Nazaret cuando dice: “Dios actúa con todo su poder: deshace los planes de los orgullosos, derriba a los reyes de sus tronos y exalta a los humildes. Llenará de bienes a los hambrientos y despedirá a los ricos con las manos vacías”. Hay otro texto muy contundente en la Carta del Apóstol Santiago, donde echa en cara a los ricos haber explotado a los pobres que segaron sus campos

El Papa convoca de los Presidentes de las Conferencias Episcopales de todo el mundo en el Vaticano: La reunión, de carácter privado, tendrá lugar en el Vaticano entre el 21 y el 24 de febrero de 2019, para tratar con rigor el  gravísimo problema de la pederastia en la Iglesia, y condenarla con total rotundidad. Ojalá se corte de raíz para siempre.

Pero nos gustaría que también se hiciera una convocatoria igual para abordar el problema de los millones de pobres y muy pobres que hay en el mundo, pues la pobreza está matando diariamente de muerte injusta  a unas 24.000 personas de las cuales  8.490 son niños. El neoliberalismo capitalista es la causa. El neoliberalismo capitalista mata, mata a diario, y mata mucho.

Por eso nos gustaría que también condenaran el sistema capitalista, y más aun, que convocaran un Concilio para retomar la renovación integral de la Iglesia para devolverla a la plena coherencia con el Evangelio, también en el tema de la riqueza, para despojarla de tantos bienes como le sobran y ponerlos al servicio de los más empobrecidos de la tierra, los únicos por los cuales nos va a preguntar Jesucristo al final de los días de nuestra vida.

Un cordial abrazo a tod@s.- Faustino Vilabrille

No hay comentarios:

Publicar un comentario