miércoles, 20 de abril de 2016

Agradecimiento al Papa Francisco por su voz profética en la isla de Lesbos

LAS ENTIDADES DE IGLESIA QUE TRABAJAN CON REFUGIADOS Y MIGRANTES
AGRADECEN AL PAPA FRANCISCO SU PROFÉTICA VISITA A LESBOS.

Cáritas, CONFER, el Sector Social de la Compañía de Jesús y Justicia y Paz aplauden el mensaje inequívoco de solidaridad y cercanía con los refugiados y migrantes que ha lanzado el Pontífice desde Grecia a toda Europa.

Madrid, 18 de abril 2016.-
Las entidades de la Iglesia católica en España que trabajan con migrantes y refugiados –Cáritas, CONFER (Conferencia Española de Religiosos), el Sector Social de la Compañía de Jesús y Justicia y Paz— acogen con gozo la visita realizada el pasado sábado 16 de abril por el papa Francisco a la isla griega de Lesbos, frente a las costas de Turquía y escenario de uno de los mayores dramas migratorios contemporáneos. Esta es una dicha compartida también por la Comisión Episcopal de Migraciones de la Conferencia Episcopal
Agradecemos su profunda sensibilidad pastoral ante el desafío que, en términos humanitarios y políticos, supone la acogida de cientos de miles de personas que intentan llegar a la Unión  Europea a través de su Frontera Este, así como su cercanía a las circunstancias de precariedad y vulnerabilidad de todos ellos.
"Se trata de un viaje marcado por la tristeza", declaraba el papa Francisco tras su visita a la isla griega de Lesbos en el vuelo de regreso a Roma, después de haber tomado contacto directo con lo que él mismo ha definido como la "mayor catástrofe humana desde la II Guerra Mundial".
Lesbos lleva meses situada en el centro de una afluencia incesante de personas –al menos un millón en 2015— que llegan a Grecia en busca de un futuro de seguridad, libertad, dignidad y derechos, aún a costa de poner en riesgo su propia vida. En lo que va de año al menos 300 migrantes y refugiados han perdido su vida en aguas del Egeo.
El viaje del Papa a Lesbos, que realizó en compañía del patriarca ecuménico Bartolomé I, líder espiritual de los cristianos ortodoxos, y del arzobispo de Atenas y de toda Grecia Hieronymos II, se produce pocos días después de la entrada en vigor del acuerdo entre la Unión Europea y Turquía que permite que cualquier migrante que llegue a islas griegas después de 20 de marzo sea detenido y devuelto a Turquía, a menos que consiga ser reconocidos como refugiado en Grecia.

En las últimas semanas, Cáritas, CONFER, el Sector Social de la Compañía de Jesús y Justicia y Paz, junto a la Comisión Episcopal de Migraciones de la CEE, han denunciado de manera enérgica y reiterada el Acuerdo UE-Turquía por considerarlo “inhumano, deshumanizante, discriminatorio y limitativo”.

De ahí la enorme relevancia que para nuestras organizaciones tiene la visita de Francisco a Lesbos, con la que el Papa ha querido lanzar a toda Europa un mensaje inequívoco de solidaridad y cercanía con los refugiados y migrantes, a los que, nada más llegar a suelo griego, les dijo: “Quiero deciros que no estáis solos. He venido aquí con mis hermanos, el Patriarca Bartolomé y el Arzobispo Hieronymos, sencillamente para estar con vosotros y escuchar vuestras historias. Hemos venido para atraer la atención del mundo ante esta grave crisis humanitaria y para implorar la solución de la misma. Como hombres de fe, deseamos unir nuestras voces para hablar abiertamente en vuestro nombre. Esperamos que el mundo preste atención a estas situaciones de necesidad trágica y verdaderamente desesperadas, y responda de un modo digno de nuestra humanidad común”.
“Este es el mensaje que os quiero dejar hoy: ¡No perdáis la esperanza!”, declaró en su visita al campamento de Moira, uno de los momentos más emotivos de su estancia en Lesbos, donde se hacinan miles de migrantes y refugiados en espera de ser acepados por la UE. En ese lugar recordó que “el mayor don que nos podemos ofrecer es el amor: una mirada misericordiosa, la solicitud para escucharnos y entendernos, una palabra de aliento, una oración. Ojalá que podáis intercambiar mutuamente este don. A nosotros, los cristianos, nos gusta contar el episodio del Buen Samaritano, un forastero que vio un hombre en necesidad e inmediatamente se detuvo para ayudarlo. Para nosotros, es una parábola sobre la misericordia de Dios, que se ofrece a todos, porque Dios es «todo misericordia». Es también una llamada para mostrar esa misma misericordia a los necesitados. Ojalá que todos nuestros hermanos y hermanas en este Continente, como el Buen Samaritano, vengan a ayudaros con aquel espíritu de fraternidad, solidaridad y respeto por la dignidad humana, que los ha distinguido a lo largo de la historia”.
Allí, en Moira, el Papa Francisco, flanqueado por Bartolomé y Hieronymos, leyó la declaración conjunta en la que los tres líderes espirituales afirman su voluntad de “cumplir la misión de servicio de las Iglesias en el mundo, defendiendo los derechos fundamentales de los refugiados, de los que buscan asilo político y los emigrantes, como también de muchos marginados de nuestra sociedad”.
“Nuestro encuentro de hoy –aseguran— se propone contribuir a infundir ánimo y dar esperanza a quien busca refugio y a todos aquellos que los reciben y asisten. Nosotros instamos a la comunidad internacional para que la protección de vidas humanas sea una prioridad y que, a todos los niveles, se apoyen políticas de inclusión, que se extiendan a todas las comunidades religiosas. La situación terrible de quienes sufren por la crisis humanitaria actual, incluyendo a muchos de nuestros hermanos y hermanas cristianos, nos pide nuestra oración constante”.
Otro momento de especial significado se produjo durante la visita de los tres líderes religiosos al memorial erigido en recuerdo de aquellos que han perdido la vida en el mar. “Despiértanos del letargo de nuestra indiferencia”, exclamó Francisco en su plegaria. "Ábrenos los ojos a su sufrimiento y líbranos de la insensibilidad provocada por el confort y la autocomplacencia", añadió.
Para nuestras entidades ha sido especialmente significativa la interpelación lanzada a todas la Unión Europea durante su encuentro con la población y la comunidad católica de Lesbos en el puesto de la Guardia Costera. “No debemos olvidar –subrayó Francisco— que los emigrantes, antes que números son personas, son rostros, nombres, historias. Europa es la patria de los derechos humanos, y cualquiera que ponga pie en suelo europeo debería poder experimentarlo”.
Durante su estancia en la isla, como reconocimiento al trabajo de acogida realizado por las entidades católicas, el Papa visitó un pequeño hotel dirigido por Cáritas Grecia en Lesbos, que funciona como centro de acogida para refugiados especialmente vulnerables, como mujeres embarazadas.
En su regreso a Italia, y como rúbrica a una vista plagada de gestos, el Papa Francisco trasladó con él a Italia, a bordo del avión papal, a un grupo de 12 sirios, la mitad de ellos niños, que fueron elegidos por sorteo. "Es una gota de agua en el océano –señaló Bergoglio--, pero después de esta gota, la naturaleza del mar nunca será la misma... Es un pequeño gesto. Pero éstos son pequeños gestos que todos los hombres y las mujeres deben hacer para tender una mano a quienes están en necesidad".

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