Pilar Coll, abogada, Miembro del IMS, Instituto de Misioneras Seculares,
defensora incansable de los derechos
humanos.
Nacida en Huesca el 30 de enero de
1929, llegó a Perú en 1967 como misionera secular para trabajar en la Unión Nacional de
Estudiantes Católicos en la ciudad de Trujillo. Años después, se unió a la Comisión Episcopal
de Acción Social (CEAS) en Lima, donde asesoró a los trabajadores que perdieron
sus puestos en el paro nacional de 1977.
A mediados de los años 80, comenzó
su trabajo en la
Coordinadora Nacional de Derechos Humanos en Perú, de la que
fue su primera Secretaria Ejecutiva. En este compromiso conoció el drama de
miles de víctimas y desaparecidos por el terrorismo en el país, entre 1980 y
2000, e investigó las denuncias de desapariciones en Ayacucho, cuna de la banda
armada Sendero Luminoso, considerado por la Comisión de la Verdad y Reconciliación como el principal
responsable de los casi 70.000 muertos en los años del terrorismo.
Su labor pastoral en las
cárceles, su compromiso a favor de la verdad y de la justicia, sus
reivindicaciones para que las víctimas recibieran reparaciones dignas, son
manifestaciones de su Esperanza Cristiana y un ejemplo de resistencia,
tenacidad y lucha.
Yolanda, una de las mujeres de su comunidad cristiana, nos hablaba
así después de su fallecimiento: “Realmente ella fue un Pilar muy grande en el
movimiento de los derechos humanos, pero también en el resurgir y crecimiento
de las comunidades cristianas. Es y será
para nosotros y nosotras un referente importante que animará nuestro caminar.
Pienso que Pilar ahora se constituye en una semilla que hará germinar nueva
vida de distinta forma. Mucha gente ha
renovado su compromiso y ha sentido más ganas de fortalecer su trabajo. Vale la
pena vivir así, haciendo el bien por donde uno va”.
El embajador de España en Lima, Juan Carlos Sánchez Alonso ,
al conocer su fallecimiento, lo lamentó profundamente y manifestó que Pilar Coll fue “una de las
mejores representantes de España en el Perú y en el mundo. Una mujer
profundamente comprometida con las mejores causas y los menos favorecidos y se
destacó por su defensa de la democracia y de los derechos humanos”.
Agradecemos al Señor su fidelidad y el
regalo de haber compartido con ella la misma Vocación y Misión: “Seguir a
Jesucristo desde la secularidad consagrada”, trabajando
en favor de una sociedad más justa y humana según el Plan de Dios, donde se
promuevan y respeten los derechos humanos.
Carmen
Luisa González
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