jueves, 5 de julio de 2012

¿Qué ha pasado en Paraguay?

En lo relacionado con la política y sus distintas ideologías es normal que ante un mismo hecho, el mismísimo, pueda haber explicación de la misma tan distinta que pudiera parecer que se está hablando de hechos diametralmente opuestos: cada cual cuenta las cosas según la propia perspectiva; a menudo no se informa sino que se deforma, no se sirve a la verdad sino que se impone lo que cada cual desde su subjetivismo entiende como verdad.
Respecto a lo sucedido con Paraguay ocurre tres cuartos de lo mismo.
Dentro de la maraña de todo cuanto al respecto hemos podido leer unos y otros, al margen de las cadenas de correos electrónicos que parecen enjambres de avispas aguijoneando cada cual desde sus ojeras, hallé los siguientes artículos en la red que clarifican o al menos aportan elementos de juicio mínimamente dignos de tener en cuenta:

Podría añadir muchos más, cada cual escrito desde una perspectiva distinta; -opté por apuntar esas referencias por ser representativas de todo lo  demás-,... pero con algún denominador común que es el que motiva este artículo en este blog y que nos lleva a expresar esta reflexión.
El gobierno de las naciones es un servicio a sus respectivos pueblos.
Máxime si ese gobierno ha sido elegido democráticamente, ha sido nombrado por el pueblo y su composición, por lo  tanto, representa al menos a la mayoría de sus electores.
Otra cuestión es lo que ocurre muchas veces, incluso en democracias que se presentan ante el resto del mundo como modernas y coherentes con el juego democrático, cuando una vez ya en el poder lo único  que hacen es servir a la ideología partidista tratando de adoctrinar al  resto de la ciudadanía a través de los  medios de comunicación, intoxicación constante de la opinión pública, escondiendo la verdad y tachando cualquier voz disidente de "reaccionaria" y contraria al bien común... pero esto ya es harina de otro costal.
Lo ocurrido con el presidente electo Fernando Lugo Méndez y ahora destituído es una muestra clara de una serie de intereses que NADA TIENEN QUE VER CON LA VOLUNTAD MAYORITARIA DEL PUEBLO.
La soberanía de cualquier nación radica en el pueblo.
No porque lo digan las leyes, no porque así digan los principios de la democracia siquiera, sino porque la política es o debe ser un servicio y no un servicio en abstracto sino a alguien en concreto: un servicio al pueblo; por lo tanto, cuando los intereses que motivan la toma de poder en un país no arrancan del bien común o mayoritario de la población es obvio que no se está respetando la soberanía popular.
Según consta, efectivamente, en la Constitución Paraguaya lo que se ha producido allí es pura consecuencia de algo previsto ya en ella (entra dentro de lo constitucional) pero aunque esto sea así... cabe preguntarse entonces:

  1. ¿Por qué la población, mayoritariamente, en Paraguay se manifiesta contraria a esta destitución de Fernando Lugo Méndez?.
  2. ¿Qué intereses, pues, han movido a cierto sector parlamentario para destituir al presidente electo?.
La respuesta a estas dos preguntas podría dar pistas de lo que pasa realmente y explicaría perfectamente lo sucedido; no son necesarias ya las armas ni la intervención directa del ejército para dar timonazo a la trayectoria de un país, ahora hay instrumentos más sutiles pero igualmente eficientes sin ser tan llamativos o escandalosos. ¿El pueblo?,... unos dirán que "el pueblo son todos: tanto los que se oponen al golpe de Estado como los que lo aplauden"; otros dirán que "el pueblo es el que mayoritariamente se manifiesta a favor o en contra... y si son mayoría los que se oponen a este cambio forzado... es que claramente se está lesionando la soberanía de este pueblo".
Y si el gobierno de la nación está para servir a los intereses y necesidades reales de la mayoría de este pueblo... entonces la opción no puede ser la destitución sin más de un mandatario sino:
  1. Realizar un análisis crítico del modo de proceder de quien supuestamente cometió irregularidades o incumplimiento de sus deberes como presidente.
  2. Si ese análisis crítico lleva al descubrimiento y comprobación de delitos que justifiquen su incompetencia para seguir ejerciendo el cargo... remedios para ello tiene la democracia antes de imponer cualquier otra línea que se asemeja más a una actitud dictatorial que a otra en la que sea el pueblo quien decida.
  3. La consulta popular, a partir de los hechos comprobados y debidamente juzgados, debe o debería ser el instrumento decisorio no sólo en Paraguay sino en cualquier parte del mundo... o acaso habría que concluir diciendo que "los gobiernos de las naciones sólo están para asegurar los intereses de unos pocos por encima de todos los demás". ¿Es eso lo que queremos?.
La Iglesia Cristiana Católica y la política.
Desde siempre ha existido confrontación entre el gobierno de las naciones y la ética cristiana. El mismo Jesucristo responde ante los requerimientos de sus contemporáneos sobre "si es lícito o no pagar impuestos al César" y aunque no declara guerra alguna frente al poder temporal no cesa en momento alguno de reclamar relaciones de justicia para con el pueblo, especialmente con el más desfavorecido: eso lo evidenció tanto en sus hechos y actitudes como en sus palabras animando a sus discípulos a "practicar el servicio" como seña de identidad del que manda en contraposición a la "tiranía de los jefes de las naciones" que sólo buscan su propio beneficio.
Para comprender esto en toda su amplitud desde lo que dice la DSI les invitamos a entrar en el siguiente enlace-web y leer su contenido:
A la luz de estas consideraciones y del mensaje directo que Jesucristo nos comunica proclamamos y pedimos:
  1. La absoluta necesidad de escuchar la voz del pueblo, tanto en el caso de Paraguay como en el de cualquier otra nación en la que unos pocos decidan por todos los demás.
  2. El restablecimiento del diálogo y de las reglas previstas en la Justicia para cualquier situación en la que ésta haya sido vulnerada.
  3. La atención primordial a las necesidades vitales de la población como primer criterio, garantizando los Derechos Humanos para todos anteponiendo el bienestar social y la paz por encima de cualquier criterio mercantilista.
  4. La búsqueda de estructuras o mecanismos de generación de la riqueza que respeten el Medio Ambiente y eviten la usura en la acumulación de bienes en pocas manos desposeyendo al resto de la población de lo necesario para vivir una vida digna.
  5. Ir creando conciencia de solidaridad y de servicio en el ejercicio de poder llevado a cabo por cualquier régimen político, de manera que la lucha por este poder deje de ser fácil instrumento en manos de intereses que nada tienen que ver con las necesidades reales de la población.
  6. A las comunidades cristianas e Iglesia como COMUNIDAD cabe autoexigirnos compromiso efectivo con cuantos movimientos sociales y políticos busquen el bien común, el servicio y la solidaridad especialmente con los sectores de la población que pasen por mayor necesidad de paz y de justicia; ninguna estructura es perfecta pero éstas son las herramientas que tenemos para la transformación de nuestra realidad.

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