1. Raíces de la crisis.
Existe un sistema de valores dominantes basados en el afán de ganancia exclusiva y la sed de poder, a cualquier precio, que no considera la persona humana un fin en sí misma, sino un medio, objeto o instrumento de consumo, de explotación económica y de manipulación política y moral. Esto se traduce, en el ámbito económico, en una inversión de términos: en lugar de estar el capital al servicio del trabajo humano, es el trabajo el que está sometido al capital, configurando una cultura radicalmente materialista y, en consecuencia, relativista en lo ético y político.
2. Causas inmediatas de la crisis.
El poder financiero controla la economía. Es el actual poder fáctico global que impone legislaciones a países soberanos y gobiernos democráticamente elegidos, a golpe de conceder o denegar liquidez financiera, sin importar las consecuencias que tiene en la vida de las familias que constituyen estas sociedades. La rentabilidad es lo único que importa a la hora de invertir y tomar decisiones políticas, y no que la economía sea eficaz para satisfacer las necesidades de todas las personas.
La primacía del interés financiero sobre la generación de riqueza humana, ha originado un consumismo desmedido que no sólo degrada al sujeto consumidor, inhabilitándolo para la acción solidaria, sino que genera estructuras de esclavitud a escala planetaria, impulsadas por el desenfrenado deseo de tener cada vez más, y más barato.
La corrupción política ha facilitado el dominio de lo financiero sobre toda la sociedad, convirtiendo algunas instituciones públicas y a sus dirigentes, en cómplices de un sistema económico especulativo y destructivo. Esta degradación moral y política también ha afectado a la sociedad que ha renunciado al protagonismo que le corresponde. Se han aceptado formas de vida individualistas, consumistas e insolidarias y una mentalidad que consiente la subvención y el clientelismo político.
3. Consecuencias de la crisis.
Esta situación ha provocado el crecimiento de las injusticias y la desigualdad a nivel mundial, creando:
- Desempleo, que es uno de los mayores atentados contra la familia y la juventud.
- Precariedad y explotación laboral, que destruyen la cohesión social.
- Esclavitud, en particular la esclavitud infantil.
- Esto produce una creciente desconfianza hacia la política, favoreciendo opciones más individualistas, hedonistas y antidemocráticas, especialmente entre los más jóvenes, a menudo justificado y arropado por diferentes ideologías.
- La fragmentación social, la dificultad de la familia para asumir su papel como primera escuela de solidaridad, esfuerzo y sacrificio, y la sumisión del sistema educativo a intereses económicos e ideologías políticas están, en gran medida, obstaculizando la formación de personas con los valores, actitudes y habilidades imprescindibles para organizar, desde abajo, un tejido social solidario y renovado, capaz de construir una nueva economía y vida política centradas en las necesidades de las personas.
- Favorecer un nuevo paradigma que supere la fragmentación y confrontación social, cambiando formas de vida individualistas y consumistas por otras solidarias y de responsabilidad social.
- Proteger la familia en todos los ámbitos.
- Fomentar el crecimiento demográfico para atenuar el envejecimiento.
- Promover un nuevo concepto integral de la educación, que valore el aprendizaje y la formación humana mediante el esfuerzo y la disciplina, que facilite la búsqueda y el conocimiento de la verdad, el desarrollo de los valores morales y las virtudes en los que se funda una vida solidaria.
- Potenciar la estima del trabajo y del crecimiento personal y colectivo para el logro del bien común, frente a expectativas de subvenciones que crean dependencias y falsos "estados de bienestar".
- Establecer condiciones que hagan posible la productividad y la creación de nuevos puestos de trabajo para los sectores más débiles y amenazados de nuestra sociedad, particularmente los parados, los jóvenes, las familias y los emigrantes, promoviendo la «Economía del Don», basada en el principio de la cooperación y de la gratuidad.
- Apoyar la austeridad, el sentido de la realidad y una economía basada en las necesidades de las personas, y no en los deseos de consumo. Crear circunstancias sociales que permitan a los jóvenes experimentar la satisfacción que produce el trabajo en común; y así, disminuir los comportamientos de consumo compensatorios de su sentimiento de falta de pertenencia y sentido.
- Combatir implacablemente la corrupción en todos los niveles, favoreciendo la toma de conciencia de sus diferentes formas, a menudo socialmente aceptadas, y crear frente a ella un sistema legal justo y una sociedad organizada, políticamente madura y defensora de la honestidad y de la moral pública.
- Exigir una legislación nacional e internacional que conduzca a un mayor protagonismo político de los ciudadanos desde la base social.
- Controlar radicalmente la deuda pública, para favorecer los sistemas de pensiones, sanidad y educación.
- Fomentar el crecimiento económico de los países empobrecidos como motor de la economía mundial y, al mismo tiempo, apoyar una legislación laboral internacional contra la esclavitud y la explotación como una de las prioridades fundamentales.
- Permitir el libre movimiento transfronterizo de personas, productos, servicios y capitales.
- Organización de un sistema financiero y energético bajo control democrático, que canalice los ahorros al servicio de la economía productiva y que disminuyan el poder financiero de unos pocos sobre los servicios esenciales de toda la población.
- Ilegalización de los paraísos fiscales, piezas clave del actual sistema económico.
- Reforma fiscal internacional que priorice la solidaridad y evite la fuga de capitales.
- Apoyar el ahorro energético luchando contra el despilfarro y promocionando nuevas energías descentralizadas.
Gracias por la reflexión compartida. Estoy totalmente de acuerdo
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