viernes, 17 de julio de 2020

Redistribuir la riqueza, ¿un imposible?

Hace unos días nos hallábamos en la calle invitando a la ciudadanía a apoyar con su firma un manifiesto a favor de la “REDISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA, el mantenimiento de las pensiones y evitar los recortes sociales” (ya sabemos todos lo que pasó hace 10 años gracias al rescate bancario).

Muchos respaldaron con su rúbrica y sus datos personales estas propuestas pero hubo algunos que cuestionaron con simplonería esas tres reivindicaciones y especialmente lo de la redistribución de la riqueza:
-“Ya, claro, ahora ustedes lo que quieren es quitarle el dinero a las empresas que obtienen beneficios y dárselo a los que no trabajan ni hacen nada. Eso sólo es repartir miseria, pan para hoy para ésos y hambre para mañana para todos”.
Obviamente si la cosa fuera así… tendrían toda la razón. Pero no, la cosa no va por ahí.

¿Qué queremos decir con “redistribución de la riqueza”?.

Apostar por la redistribución de la riqueza no es lo que algunos dicen, haciendo burla de ese término, sino:
  1. Recuperar el dinero estafado y evadido a paraísos fiscales e invertirlo en medios de producción gestionados por el propio pueblo (un dinero que es obtenido practicando la avaricia y la usura, y además escondido fuera del control fiscal, no merece volver a las manos de quien lo sustrajo de esas maneras).
  2. Reconducir los beneficios de las empresas (especialmente las del Ibex-35) a generar también nuevos puestos de trabajo en lugar de entregarlos a unos socios nacionales o extranjeros que no necesitan ese plus cuando otros no tienen ni para comer y han de recurrir a las ONGs, parroquias y servicios sociales de los ayuntamientos para sobrevivir.
  3. Apoyar mucho más a las pequeñas y medianas empresas, ya que ellas son quienes más empleo generan (muy por encima de todo lo que ofertan las grandes empresas y, sin embargo, tributan mucho más que las grandes).
  4. Obligar a la banca a devolver todo el capital que recibieron en concepto de rescate hace 10 años y con ese fondo el gobierno de la nación lo administre también en cubrir las necesidades de la población más urgentes y apoyar a las pequeñas y medianas empresas.
  5. Establecer mayor proporción en el pago de impuestos a aquellas entidades financieras que obtengan mayores beneficios y también a las grandes fortunas.
  6. Ningún salario por encima de los 10.000 € mensuales ni tampoco ninguno por debajo de los 1.000 €, máxime cuando en muchas familias no hay nadie con trabajo remunerado y con nómina.
  7. Reorientar la economía hacia criterios de necesidad real de la población: atendiendo en primer lugar a los bienes de primera necesidad, apostar por la economía productiva y no especulativa, conectar los sectores económicos yendo de lo más cercano a lo más lejano (primario con el secundario y ambos con el terciario) con criterios éticos de respeto al medio ambiente, desarrollo de la productividad y comercio local, desempeñando un comercio justo a todos los niveles: local, regional, nacional e internacional,…
  8. Promover el modelo cooperativista en la reconversión de empresas de tal manera que se desarrolle en ellas una estructura democrática y un reparto más equitativo de los beneficios, además de una mayor motivación en el desempeño de las diferentes funciones a ejecutar para asegurar la viabilidad de dichas empresas.
  9. Eliminar la dependencia con el exterior: las inversiones extranjeras lejos de ser en la actualidad un instrumento de desarrollo para el país son de facto una manera de perder capital y acabar engrosando los bolsillos de los mandatarios de grandes corporaciones financieras transnacionales, además de mayor sometimiento a criterios que nada tienen que ver con el Bien Común.
  10. -…
Hay dinero y puede estar mejor repartido. Pero quienes más tienen son precisamente los que hablan y exigen recortes sociales (unos recortes que a ellos no les van a afectar en modo alguno, sólo afectarán al 90% de la población restante).
De lo contrario no sólo seguiremos sin desarrollar nuestro propio potencial sino que además acentuaremos la dependencia respecto del exterior y crecerán aún más los desequilibrios ya no sólo regionales sino sobre todo sociales.

Aterrizando en nuestra realidad más cercana.
  1. Si acudimos a la EPA para comprobar las cifras de desempleo en Canarias, vemos que tiene un porcentaje de paro del 18,8% de la población activa, una tasa superior a la nacional, y en la 15ª posición en el ranking, de menor a mayor, de Paro de las Comunidades autónomas.
  2. Su PIB es de 45.720 € euros, lo que la sitúa como la 8ª economía de España por volumen de PIB. En cuanto al PIB per cápita, que es un buen índicador de la calidad de vida, en Canarias en 2018, fue de 20.892€ euros, frente a los 26.440 € de PIB per cápita en España.
  3. En 2019 su deuda pública fue de 6.613 millones de euros, un 14% de su PIB y su deuda per cápita de 2.978 € por habitante. Si ordenamos las Comunidades Autónomas, de menor a mayor deuda, vemos que Canarias se encuentra en la 14ª posición de la tabla de Comunidades Autónomas y es la que menos deuda tiene por habitante.
  4. La tasa de variación anual del IPC de Canarias en junio de 2020 ha sido del 0,8%, 4 décimas superior a la del mes anterior. Estos datos debemos compararlos con los del IPC de España, donde la tasa de variación anual del IPC de junio de 2020 fue del -0,3%.
(Para quien desee contrastar datos puede entrar en: https://datosmacro.expansion.com/ccaa/canarias).

En octubre de 2019 la economía sumergida en Canarias significaba el 25% del PIB, dos puntos más que en el año 2018.
Con la aparición del COVID-19 y el confinamiento las personas y familias que dependían de esta economía afloró muy claramente, así lo confirma Cruz Roja en Tenerife. Ya no era posible seguir trabajando y por lo tanto tampoco había ingresos.
Sólo en Tenerife más de 2.660 empresas cerraron en el primer trimestre de 2020 y no se han vuelto a abrir. Además de ello el índice de creación de nuevas empresas ha decaído en un 9’5% en el ámbito canario.

Sólo con estos datos podemos deducir las siguientes consecuencias:
  1. Aumento del desempleo (las pequeñas y medianas empresas son las que más empleo generan con gran ventaja sobre las macroempresas) y el cierre de tantas empresas, más las que están cerrando y cerrarán representa un grave problema social en esta comunidad.
  2. La precariedad laboral, mal común en todo el Estado español, unida al cierre de empresas y a un IPC superior a la media nacional desemboca necesariamente en un mayor empobrecimiento de su población y mayor dificultad para hallar salida a esta pobreza.
¿Queremos seguir empeorando?.

Previsiones.

A partir de la macrocumbre de la CEOE celebrada entre el 15 y 25 de junio de 2020 se viene insistiendo a través de los medios de comunicación social cada vez más de la necesidad de recurrir a un nuevo “rescate” venido desde Europa bajo el argumento de que “no hay dinero para reflotar una economía que no estaba ni mucho menos asentada pero que tras el confinamiento que hemos vivido se ha hundido todavía más”. Esos mensajes esconden el dato de que SÍ HAY DINERO pero lo tienen a buen recaudo el 10% de nuestra población (oligarquía española, IBEX-35, banca y capital extranjero invertido en las empresas españolas de mayor productividad y obtención de beneficios, con lo cual las rentas vuelan fuera también), aparte de lo evadido a paraísos fiscales.
Hay dinero pero nadie de ese 10% se plantea que tengan que ser ellos quienes aporten ni un céntimo al pago de ese rescate cuando sólo contando con sus beneficios, y lo evadido fuera de nuestras fronteras, habría para cubrir sobradamente ese rescate que se implora como si fuese la única salida.
Así que no hace falta pensar mucho para darnos cuenta quién va a tener que correr a cargo de esa deuda y ya se habla sin tapujos de “recortar las pensiones” (hay quien incluso plantea que deben suprimirse porque, según ellos, son insostenibles), recortar el gasto público (ya saben: en Educación, Sanidad, prestaciones sociales, vivienda,…),…

Y ¿qué podemos hacer?.

“O bien nos volvemos a someter a lo mismo de hace 10 años –que es lo que espera y desea ese 10% de nuestro país- o bien “apostamos y nos empeñamos en que haya una verdadera redistribución de la riqueza”. No hay más.
Ha llegado ya el momento de saber decir NO a lo que está mal y de plantar cara a la inhumanidad de un sistema cuyo único rostro es el que exhibe el dinero y no el de las personas y pueblos a los que somete como simples medios de producción.
Tenemos todas las opciones:
  1. Decir “amén” a lo que la caja tonta nos dicta machaconamente cada día y quedarnos en casita a verlas venir y sufrir para luego quejarnos de todo… pero sin haber movido ni un dedo para evitar esos problemas o erradicarlos.
  2. Ir parcheando a través de trabajo inmenso que las ONGs realizan para que los “efectos colaterales” del sistema sean menos notorios y lograr también un mundo menos injusto (y con ello no estamos diciendo que eso esté mal, la cuestión es: ¿es suficiente con esto?).
  3. Decir “basta” a las grandes mentiras, negarnos a aceptar las propuestas que son injustas desde su raíz y proponer caminos que apunten a la verdadera justicia, entre ellos el de la redistribución de la riqueza, reordenamiento de los medios de producción, sistemas productivos y de los criterios para su gestión,…
  4. ...
Y dependiendo del camino que elijamos… habrá unas consecuencias o habrá otras. Nuestra es la palabra, la capacidad de adoptar actitudes coherentes con lo que pensamos y los hechos correspondientes.


(Sugerimos a medida que se lee el artículo ir entrando en los términos asociados  a otros artículos para contrastar lo que aquí se afirma con lo que existe también en otras fuentes).

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