¿Puede
haber "otra economía"?, ¿podemos confiar en que es posible otras
maneras de utilizar el dinero y de su ahorro diferentes a lo que hace la banca
que conocemos (Banco Santander, BBVA, Caixabank,...)?.
Y… es
verdad, tal como entra sale. Ya es casi un dicho popular: “Vivimos para
trabajar y trabajamos para pagar”. Así que la pregunta es: “¿Cuándo vamos a
VIVIR?”.
Pero sí
podemos hacer algo, aunque nuestros bolsillos parezcan un colador:
- Fíjate dónde compras el pan de cada día.
- Piensa en qué tiendas te compras la ropa.
- No pases por alto tus gastos de salud en qué consisten.
- Si alguna vez pides un préstamo… a quién se lo pides.
- En el uso de tu tiempo libre cómo lo disfrutas.
- …
Fíjate
dónde compras el pan de cada día.
El pan
son todos los alimentos, todo aquello que nos sirve para nutrir nuestro cuerpo
y permitirle un desarrollo armónico, una alimentación sana, completa, equilibrada,
suficiente y adecuada a las propias necesidades.
Hay mucho
escrito sobre alimentación y nutrición así que no vamos aquí a dar ningún
tratado al respecto pero sí fijar la atención en “qué alimentos” y “dónde
encontrarlos” para que la inversión de nuestro dinero en ellos redunde no sólo
en nuestra buena salud sino también en un beneficio real para nuestro entorno
natural y social.
- Compra
tus alimentos en los comercios de tu propio barrio (lo que te ahorras en dinero
porque en las grandes superficies puede que se encuentre más barato lo pierdes
en tiempo y en calidad, además de no necesitar coger el coche y, por lo tanto,
ahorrarás combustible, contaminarás menos,…) y así fomentarás la economía local
y favorecerás el mantenimiento de puestos de trabajo (la pequeña empresa es la
que más empleo genera y mantiene).
- Compra
alimentos que provengan de la agricultura y ganadería ecológicas (sin
herbicidas, insecticidas, pesticidas ni abonos químicos y, por supuesto, no son
transgénicos propiedad última de Bayer-Monsanto). Estos productos son más
caros, sí… pero sólo para el bolsillo y lo que te ahorras en esos productos
cuando no se han respetado a los animales ni tampoco al medio ambiente te lo
gastas con creces después en problemas de salud, cánceres, úlceras, etc…
- Compra
alimentos que han sido producidos en tu propio municipio, comarca,... porque al menos podrás saber que son productos frescos que no habrán necesitado
ser congelados para poderse mantener ni tampoco habrán recibido conservantes y
demás para evitar su degradación; además de ello, consumiendo estos productos
locales estarás fomentando su economía y la variedad de productos –mucho mayor
que la que observamos en los supermercados-.
-…
Piensa
en qué tiendas te compras la ropa y los componentes de esa ropa.
No es
lo mismo comprarse un abrigo de lana natural que otro de plástico. No es lo
mismo adquirir un pantalón con una tintura ecológica que otro con tintes que
pueden afectar a la salud creando alergias y envenenando nuestra piel, etc…
Ni
tampoco es lo mismo comprar las ropas que sean en una gran superficie a precios
de risa pero sin tener en cuenta “cómo se han producido esas prendas, con qué
materiales, qué mano de obra se empleó y en qué condiciones trabajaron… para
que eso llegue a nuestras manos a precio de ganga”,… que comprarlo en un
comercio en el que nos pueden dar explicación clara y muy concreta de las
cualidades de cada prenda.
¿Es que
eso no importa?, ¡sí importa! porque dependiendo de nuestros hábitos de compra
estaremos fomentando una manera de producir u otra.
Es
nuestro derecho como consumidores estar informados de todo esto y es nuestra
obligación moral también porque la vida de muchas personas y el respeto
a su dignidad, así como al medio ambiente les va a afectar mucho nuestra
decisión final.
No
pases por alto tus gastos de salud en qué consisten.
La
mejor medicina es el conjunto de hábitos de vida sana que estemos llevando a la
práctica, empezando por evitar todo tipo de sustancias que puedan ser
perjudiciales para la salud, siguiendo por el ejercicio físico y una
alimentación como la que describíamos antes: sana, nutritiva, suficiente,
equilibrada,…
Y si
hemos de hacer frente a un problema de salud… antes de recurrir a la medicina
farmacéutica donde imperan y mandan los laboratorios propiedad de las grandes
empresas que les proveen de sus productos químicos… optemos por remedios
naturales en todo lo posible (lo cual no excluye, por supuesto, que acudamos a
nuestro médico de cabecera para poder lograr un buen diagnóstico de nuestra
situación).
La
fitoterapia, la homeopatía, acupuntura, etc… son alternativas nada desdeñables
con la ventaja añadida de que en su inmensa mayoría de productos no existen los
efectos secundarios que sí están presentes en todos los medicamentos
farmacéuticos.
Cambiemos
nuestros arsenales de medicamentos químico-farmacéuticos por huertos caseros
donde cultivemos nosotros mismos plantas curativas (por poner un ejemplo).
Si
alguna vez pides un préstamo… a quién se lo pides.
Si
pides un préstamo a un banco ya sabes que lo vas a devolver con creces: es
decir, el precio de ese dinero es el que tendrá cuando lo acabes de devolver
más un porcentaje añadido que le sirve a la entidad prestataria para acumular
beneficios y repartirlos luego entre sus accionistas. Ésa es la primera gran
diferencia entre un banco como el Santander, el BBVA, La Caixa, Bankia, etc…
La
segunda gran diferencia es el código ético. Un banco hace negocio cuando
invierte un capital en una empresa que al devolver el crédito recibido asegura
unos beneficios a la entidad bancaria. Y siguiendo la lógica de nuestro sistema
que procura “el máximo de beneficio con el mínimo de inversión y en el mínimo
de tiempo posible” es fácil comprender porqué esos bancos antes citados
invierten en armamento, en empresas o actividades que pueden aportar grandes dividendos
pero no garantizan el respeto a los Derechos Humanos ni al medio ambiente,
además de pasar por alto en la práctica la transparencia de los negocios y no
importar en la práctica el cómo esos proyectos obtengan sus beneficios una vez
firmados todos los papeles.
¿Es que
hay alternativa a esto?. Pues sí, sí la hay: FIARE, Triodos, Coop 57,
Oikocredit,… son ejemplos clarísimos en los que como mínimo se respetan esos
dos elementos a ultranza: respeto a los DD.HH. y al medio ambiente. No
invierten un céntimo en proyectos que no garanticen ese respeto en todo el proceso
de desarrollo de dicho proyecto.
FIARE,
por ejemplo, además de esas grandes cualidades es una cooperativa bancaria en
la que cada socio, cada persona que deposita en esta entidad sus ahorros es un voto;
no es el capital depositado el que da autoridad al voto sino la persona: cada
persona un voto, independientemente del capital depositado. El capital
acumulado y los beneficios no van a parar a los accionistas sino que se
reinvierte constantemente en proyectos que promuevan los DD.HH., el respeto y
cuidado del medio ambiente, el desarrollo comunitario, empresas de economía
social, etc… Y cuando un socio quiere retirar su dinero obviamente lo puede
hacer cuando quiera sin que el dinero depositado en la entidad pierda en el
momento del rescate valor alguno.
En el
uso de tu tiempo libre cómo lo disfrutas.
Si
echamos un vistazo a los centros de ocio y tiempo libre que nuestro mundo “desarrollado”
nos ofrece pronto podremos observar que “todo cuesta dinero”. La publicidad
además nos insta constantemente a interpretar el tiempo libre como algo
maravilloso cuando tienes dinero para gastar; aquello que no requiera dinero o
apenas nada… no es rentable para el sistema, así que eso no tiene publicidad,
eso no sale por la tele y si lo hace… como de tapadillo, casi por error.
Pero
hay, ¡ya lo creo que lo hay!.
Uno
recuerda de niño lo que hacían los abuelos de mi pueblo que al atardecer se
juntaban alrededor de una mesa para jugar a las cartas y allí se pasaban horas…
sin gastar un céntimo pero disfrutando como ellos solos. Bastaba una guitarra,
una bandurria y ganas de bailar para pasar otro tanto: la gente echando mano de
sus propias habilidades y sabiduría, además de ganas de pasarlo bien, sacaba
partido de cualquier rato. Otros… con la petanca, o bien… etc. No hacía falta
el dinero para nada. ¿La clave?: juntarse unos con otros ya con la idea
previamente concebida o bien al juntarse sin maquinitas por medio todo afloraba
sencillamente se disfrutaba de la comunicación directa, presencial. ¿Se
aburrían?, a mí nunca me lo pareció.
Hoy existen
grupos de senderismo que con muy pocos recursos pueden cubrir un seguro de
responsabilidad civil y pueden acometer cualquier ruta con las espaldas bien
cubiertas: pasando días enteros disfrutando tanto de su mutua compañía como del
ámbito natural en el que se encuentren y de paso añadiendo salud a sus vidas.
Hay posibilidad
de practicar cualquier deporte, existen canchas deportivas a disposición de la
ciudadanía, parques y zonas recreativas donde pasar jornadas completas en
familia o bien en soledad si así se prefiere, bibliotecas públicas,
exposiciones de arte, etc… ¿Aburrido?, pregúntenselo a quienes disfrutan con
ganas de estos espacios.
El
dinero ha de ser un instrumento que sirva para dignificar nuestra vida
personal, familiar y social. El dinero invertido en las compras del tipo que
sea ha de servir no sólo para cubrir unas necesidades sino también para
promover la justicia, la dignidad humana, el respeto y cuidado del medio
ambiente (no vale el argumento de “en lo más barato” sin más, ni tampoco “en lo
más caro” por pura ostentación, hay que tener en cuenta todo lo que hay detrás
de cada cosa que adquirimos o en qué invierte nuestro dinero el banco en el que
depositamos nuestros ahorros).
Y no
importa si es mucho o si es poco lo que tengamos; sea mucho o sea poco… que sea
en aquello que cumpla con los criterios éticos que sean un bien común y no para
el beneficio de unos pocos que sólo buscan el máximo de beneficio con el mínimo
de inversión y a costa de lo que sea y de quien sea.
Sólo eran unos pensamientos en voz alta... hablando de dinero.
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