Publicamos hoy un artículo basado en un informe elaborado por la
organización Transparencia Internacional (TI). Se llama “Una evaluación del lobby
en España: análisis y propuestas” y es parte de un proyecto independiente a
escala europea que analiza la situación de los lobbies (grupos de presión) en
19 países europeos y en tres instituciones de la UE y cuáles son sus
estrategias para influir en la política.
Transparencia
Internacional es una organización no gubernamental a escala mundial dedicada a
combatir la corrupción, que centra sus trabajos tanto en quien corrompe como en
quienes permiten ser corrompidos.
Pero no estudia casos individuales de corrupción (de los que todos los días salpican las portadas de la prensa), sino que su objetivo es detectar y explicar las “macro” formas de corrupción y promover reformas de los sistemas que las eviten.
Pero no estudia casos individuales de corrupción (de los que todos los días salpican las portadas de la prensa), sino que su objetivo es detectar y explicar las “macro” formas de corrupción y promover reformas de los sistemas que las eviten.
Este informe, aparte de realizar un análisis global de los lobbies en nuestro país, el
estado de su regulación legal y hacer hasta 15 recomendaciones concretas para
lograr la integridad del sector público, hace una interesante radiografía de la
forma en que funcionan estas influencias en determinadas decisiones públicas,
como en el sector energético, financiero, sanitario, construcción y
telecomunicaciones y propiedad intelectual.
Nos detenemos en el de la salud pública. Si están interesados en conocer el informa completo, no sólo en el tema de la salud, pinchen sobre el siguiente link: http://www.transparencia.org.es/estudio_lobby/spain_lobbying_esp_final.pdf
Nuestra salud llena muchos bolsillos.
El gasto sanitario
supone en España el 9,3% del producto interior bruto. Y eso es mucho dinero, una
cifra de muchísimos ceros. Pero aun así, ese dinero tiene un límite, por lo que
los gobernantes deben decidir cada año qué partidas se destinan a proporcionar
cuidados sanitarios a la población y por qué políticas sanitarias se apuesta en
cada ocasión.
La diferencia entre que
se introduzca una vacuna en el calendario de vacunación o que no se introduzca
supone cientos de miles de euros de diferencia para el laboratorio que la
produce, lo mismo que si los médicos convierten determinado medicamento en el de
prescripción de referencia frente al del fabricante de la competencia. El que
se aprueben leyes antitabaco supone un revés económico indudable para las
empresas tabaqueras, del mismo modo que lo supone prohibir la venta de alcohol
a menores para toda la cadena de proveedores de bebidas alcohólicas, por poner
otros ejemplos relacionados con la salud.
Pensemos en nuestros gobernantes, que son los que deciden, ¿creen ustedes que lo hacen con plena
independencia, sin presiones, con luz y taquígrafos, y pensando únicamente en
el bien común?. Pues... va a ser que no.
Cómo se influye sobre
los gobernantes en materia de salud.
En España, el grupo de
interés que más presiona a los gobernantes en materia de salud pública es,
según este informe, el formado por las compañías farmacéuticas. ¿Cómo lo hacen?. Sólo teniendo en cuenta fórmulas “legales” (o al menos no ilegales ni
corruptas), éstas son sus bazas (pueden consultarse las págs 36 y 37 de este informe):
- Marcan la agenda informativa, al ser ellas quienes organizan la mayoría de los actos que se celebran en relación a la salud, determinando así los contenidos de los que posteriormente hablarán los medios de comunicación. Por ejemplo, imaginemos que quieren que la población se preocupe por una enfermedad concreta ante la salida de una vacuna contra esa enfermedad; entonces, como parte de su campaña, organizarían actos (congresos, etc.) sobre esa enfermedad, a los que acudirían medios de comunicación para dar cobertura informativa a ese acto, y luego difundirían los mensajes correspondientes en la prensa, la televisión, etc. llegando a la población y creando en ella un estado de opinión.
- Copan la agenda de formación de los profesionales sanitarios, al financiar casi en exclusiva los actos científicos y de formación continua.
- Determinan las agendas de investigación, marcando unas prioridades que sirven a los intereses de la industria antes que a los de salud de la población. Influyen en los resultados de la investigación y de lo que se deriva de éstas (recomendaciones, protocolos, guías clínicas…).
- Influyen directamente en quienes toman decisiones políticas relacionadas con la salud mediante acciones de lobby en el parlamento y accediendo a altos cargos y decisiones en todos los niveles. ¿Cómo hacen esto?: Se ocupan de ello los directivos de las empresas (o especialistas externos a quienes contratan las compañías farmacéuticas), que contactan con altos cargos, incluidos los máximos responsables sanitarios.
- Influyen indirectamente en quienes toman decisiones políticas a través del entorno informativo y del uso de grupos interpuestos. Esto lo llevan a cabo involucrando a profesionales sanitarios, sociedades científicas, asociaciones de pacientes, altos cargos responsables de la toma de decisiones, ex altos cargos contratados por las empresas farmacéuticas, funcionarios o técnicos (para influir en guías de tratamientos), partidos políticos (que actúan sobre altos cargos o en el parlamento y, en caso de necesidad de pactos, pueden presionar para obtener beneficios directos de empresas concretas), medios de comunicación especializados (que llegan a denigrar con ataques personales a quienes toman decisiones que no se alinean con las del sector o con empresas concretas)…
Las presiones que llevan
a cabo las industrias interesadas no sólo se llevan a cabo para que los
políticos que deben legislar o tomar decisiones en materia de salud pública lo
hagan en el sentido que les interesa, sino también, tal y como destaca TI en su
informe, “buscando la inacción política”, es decir, la no regulación o la
regulación mínima, lo que facilita la acción de las empresas en busca de sus
propios intereses.
Para más detalles, un testimonio (pág. 34 del mismo informe):
“Una característica de
la industria es la calidad y cantidad de información y recursos de que dispone.
Una multinacional de cierta magnitud tiene información detallada y puntual
sobre todos los procesos de su interés (tanto científicos como de capacidad de
prospección, conocimiento de procesos internacionales comparados,
funcionamiento de la administración y personas clave, etc.), que está a mucha
distancia de la que tienen las administraciones. Esta información le otorga a
la industria una enorme capacidad de adelanto a los acontecimientos. En
comparación, las administraciones tienen escasos recursos y una información
desordenada, de baja calidad, casi grotesca. En estas condiciones la capacidad
de influencia indirecta es alta porque se domina el entorno científico,
intelectual, formativo, político, etc. y en consecuencia la influencia directa
se ejerce sólo en casos imprescindibles. La necesidad de influir directamente
en la toma de decisiones viene determinada por la ausencia de un campo de juego
limpio, de una regulación clara y previsible. Por ello, si es necesario, se
ejerce presión con toda la intensidad y en todos los niveles del gobierno al
alcance”.
¿Qué hacer ante los lobbys?.
El testimonio de este
directivo de la empresa farmacéutica antes expuesto nos hace recordar esa famosa frase que se
atribuye al presidente Kennedy: “Los lobbistas me hacen entender un problema en
diez minutos, mientras que mis colaboradores tardan tres días”.
Y es que los lobbies
tienen una amplia tradición en Estados Unidos, donde están regulados. Y esa
regulación es precisamente lo que propugna Transparencia Internacional como
forma de cortar con el tráfico de influencias, las negociaciones prohibidas y
otras prácticas deshonestas, ilegales y corruptas.
Es decir, una vez se parte
de la base de que los grupos de presión existen, influyen en los gobiernos y en
las leyes que éstos promulgan, se trataría de:
- Sacarlos del secretismo y la opacidad en los que se mueven.
- Dotarles de transparencia y regulación legal, para convertirlos en unos interlocutores más de los gobiernos.
- Evitar, tal y como tantas veces ocurre, que quienes deben tomar decisiones de interés público (por ejemplo, de salud) terminen favoreciendo en ese oscurantismo intereses privados específicos, dañando el interés común, o al menos “desconsiderándolo”, según denuncia TI.
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