Hace un par de días Takbar Haddi, residente en la isla de Tenerife, decidió emprender una huelga de hambre con la intención de protestar por la negativa del Gobierno Marroquí a entregarle a su hijo: el joven saharaui Mohamed Lamin Haidala.
Este joven había resultado gravemente herido el 31 de enero de 2015 a manos de colonos marroquíes en El Aaiun y murió el 9 de febrero de este mismo año. Takbar reclamó reiteradamente y por todos los medios legales el cuerpo de su hijo muerto sin que hasta el momento se haya producido efecto positivo alguno.
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Décadas de gravísimas injusticias.
Esto es lo que vive el pueblo saharaui desde hace casi cuatro décadas.
La noticia a la que hacemos mención es sólo "una gota más entre miles" que el pueblo saharaui ha de soportar tratado en su propio suelo como extraño, humillado y constantemente avasallado cuando no obligado a sobrevivir o malvivir más allá de las fronteras del Sahara Occidental y con el silencio cómplice de Occidente y los apoyos que recibe el régimen alauita al que parece ser "todo se le está permitido".
El gobierno marroquí impone o va imponiendo sus tesis basándose en los "hechos consumados" gracias precisamente a países como España que sigue sin hacer absolutamente nada por hacer valer lo que en realidad debiera ser su papel y que no ha asumido jamás: ni en los últimos días de Franco, ni con la UCD, ni con las izquierdas, ni con las derechas.
Marruecos ha ido llenando el Sahara Occidental de colonos marroquíes a los que se les ha dado "documentación saharaui", se les ha dado potestad y protección gubernamental marroquí para arrebatar al pueblo saharaui sus propiedades. Con el aumento de población marroquí en el Sahara Occidental se va garantizando un referendum favorable a Marruecos y se va alejando cada vez más la posibilidad de que el pueblo saharaui pueda recuperar su país y vivir en él con dignidad. Aún así Marruecos va retrasando constantemente la fecha para ese referendum que debiera haberse celebrado ya hace tiempo con la intención de asegurarse su total dominio sobre este territorio.
Un poco de Historia, tras la "espantá" española.
Pocas son las noticias que se le dedican al problema del Sáhara
Occidental, un territorio que quedó bajo el poder de ejércitos invasores y
sobre el que la ONU ,
en 1965, proclamó su derecho a la autodeterminación, instando a España a que
aplicara su descolonización. En 1975, tras la Marcha Verde de
Marruecos y los ataques por el Sur de Mauritania, se llegaba a los acuerdos
Tripartitos de Madrid, por los que la colonia se entregó sin contar con el
pueblo saharaui.
Para los medios las noticias sobre esta antigua provincia
española venden poco, sobre todo desde que se la abandonara a su suerte, no
deseándose molestar a nuestro vecino del Sur peninsular. Pocos son los que en
profundidad conocen bien el problema y la precaria situación en la que viven
sus habitantes, quienes subsisten con la ayuda internacional, ya que sus
principales materias primas, como la arena del desierto, los fosfatos u otros
minerales más, el petróleo o la pesca son esquilmadas por la codicia de quienes
no son sus propietarios legítimos.
Ni tan siquiera se sabrá que en la Cárcel Negra del
Aaiún se incumplen los derechos humanos, al denunciarse la tortura propinada
allí a los presos políticos, por las condiciones en las que malviven, sacadas a
la luz pública por los propios internos, o bien por la detención de medio centenar de estudiantes en Casablanca, o en Agadir donde en un choque
con las fuerzas de orden público murieron dos jóvenes universitarios saharauis en 2008 (ante cuyos hechos el gobierno de ZP guardó un vergonzoso silencio y falsa neutralidad).
Marruecos abortó cualquier intento de negociación, incluso la iniciada en abril de 2007, después de que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas hubiera instado
a iniciarla en Manaste, sin condiciones y de buena fe, bajo los auspicios de su
secretario general Ban Ki Moon; si bien, en el mes de noviembre de 2008,
Mohamed VI anunció que deseaba aplicar en su territorio una regionalización
gradual, que en principio podría comenzar por la autonomía de la antigua
provincia española, ya que la independencia era inalcanzable.
Lo que se debiera haber hecho.
En todo este proceso España debiera haber tomado la iniciativa diplomática, con el fin de intermediar en
un conflicto enquistado desde hace ya demasiados años. Solucionarlo en teoría no
debería ser un gran problema, ya que se trataría tan sólo de organizar un
referéndum libre de autodeterminación, sobre un territorio ocupado
ilegítimamente por los marroquíes.
Somos responsables de aquella tragedia
humana y conocemos bien la forma o las circunstancias excepcionales que se
dieron cuando el Sahara Occidental fue abandonado a su suerte o más bien entregado al gobierno marroquí. El Estado español y la UE por ello, deberían
contribuir más a una solución eficaz del problema, en lugar de tanto marear la
perdiz o de estar continuamente echando balones fuera. No debería olvidarse en
ningún momento que el legítimo propietario de aquellos territorios es el pueblo
saharaui, quien ahora se halla bajo el yugo de la monarquía alauita, la cual ha
desplegado en el Sáhara sus fuerzas de ocupación con el fin de reprimir el
derecho legítimo a su autodeterminación. Circunstancia que, como bien conocemos,
provocó entre otros el grave problema humanitario de Tinduf. España y su
Gobierno pues, como antigua potencia colonial y actual administradora del
territorio saharaui, tal y como se nos designa por la propia Organización de
las Naciones Unidas, es la que tendría que mover ficha para solucionar el
problema, por ser la verdadera responsable de que la actual República Arabe
Saharaui Democrática, proclamada el 27 de febrero de 1976 por el Frente
Polisario, se encuentre tal y como está, tras no haber sabido descolonizarse
aquel antiguo territorio.
Nuestro Gobierno saludó aquella resolución de las Naciones Unidas, al considerarla muy coincidente con su
posición, viendo entonces un avance en aquellas negociaciones que se
emprendieran en un suburbio de Nueva York.
Aún se puede hacer algo.
El Gobierno español tiene
la obligación de ayudar al Sáhara
Occidental, que desde hace cuatro décadas resiste y lucha mientras
demuestra la inequívoca voluntad para decidir sobre su propio futuro y, cómo
no, para ser protagonista de su historia, enseñándonos a todos, como bien
señalara el presidente de la coordinadora estatal de asociaciones
solidarias con el Sáhara, José Taboada Valdés, que "la libertad no sólo se
conquista, sino que por ella también se sufre y se lucha, pero que no hay
liberación alguna sin la dignidad del pueblo".
Ésta y no otra podría ser la
lección que hoy nos da ahora este pueblo milenario, cuya identidad le ha
llevado a configurar un nivel nacional más que tribal, y el cual merece todo el respeto y reconocimiento del mundo entero. Nadie que lo conozca puede dejar de expresar su rechazo a la
violación de sus derechos y al que la propia comunidad internacional ha
ofrecido su protección, si bien con un retraso un tanto irritante y además con tanta ineficiencia.
Todo lo que dices en tu artículo,amigo Santi lo corroboro,como así mismo lo acabo de subir a mi Web.de www.solidariosmayores.es
ResponderEliminarEs muy dolorosa esa situación y a muchos nos duele en el alma ese trato tan inmisericorde hacia nuestros hermanos saharahuis que hasta no hace muchos años disfrutaban de nuestro mismo DNI.Yo mismo,a no ser porque se me declaró antes una enfermedad infecciosa,estuve como destino del servicio militar,el Grupo de Sanidad Militar del Sahara en El Ayuun ( Villa Cisneros),o sea,que habría hecho allí mi servicio a la Patria...aunque la Patria les haya olvidado por otros intereses más "rastreros ".