miércoles, 30 de julio de 2025

Memoria y realidad. Los que sufren la violencia desde que nacen hasta que mueren

Este artículo ha sido tomado del espacio fronterad, con los debidos permisos y cuyo enlace-web para quien quiera acudir a la fuente original es el siguiente: https://www.fronterad.com/memoria-y-realidad-los-que-sufren-la-violencia-desde-que-nacen-hasta-que-mueren

Autor: Gervasio Sánchez 17/07/2025

Lo que ustedes ven aquí es una representación del dolor universal. Son los protagonistas de guerras y desastres que casi nunca saben explicar por qué sus vidas transcurren bajo las balas.


Los que están aquí son los que sufren la violencia desde que nacen hasta que mueren. Un ejemplo: estaba en segundo mes de primer curso de periodismo en 1979 cuando los soviéticos invadieron Afganistán. Desde entonces los afganos viven en guerra. Han pasado 45 años y siguen en guerra y hoy encontrar a personas que sepan describir la paz es muy difícil.


Otro ejemplo: en septiembre de 1982 visité siendo un estudiante universitario Israel, Gaza y Cisjordania. No existía Hamás ni Hezbola, pero Israel estimulaba matanzas como las de Sabra y Chatila. Lo único positivo entonces: el Tribunal Supremo de Israel investigaba la responsabilidad de sus soldados en las matanzas y obligó a Ariel Sharon, ministro de Defensa, a dimitir. Hoy ese Tribunal se oculta detrás de políticos y generales involucrados en crímenes contra la humanidad. Una gran vergüenza judicial, moral y ética. Una gran cobardía histórica.


Los responsables de tanto sufrimiento se esconden detrás de una nebulosa de intereses o siglas. La industria armamentística es cada día más poderosa e impenetrable a pesar de las leyes sobre control de armas que se aprueban en los parlamentos de los países democráticos y que casi siempre se convierten en papel mojado a la hora de realizar negocios de la muerte.


Una de las grandes especialidades de nuestros gobernantes, empresarios y banqueros es presentarse ante la sociedad como adalides del respeto a los valores universales y a la legalidad vigente mientras utilizan el secretismo y la impunidad para reescribir y violar las leyes y subordinarse al pragmatismo más obsceno. Los que más gritan en la oposición son lo que más rápido se acaban plegando al guion oficial en cuanto alcanzan los salones del poder.


En 2007, durante la presentación de Vidas minadas, 10 años, recordé que todos los gobiernos españoles desde el inicio de la Transición habían permitido la vergonzosa venta de armas, incluidas las minas antipersona, y planteé que todos los presidentes podrían ser encausados en un tribunal internacional por su permisividad y complacencia con los negocios armamentísticos.


Entonces, el primer gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero, el presidente que más instrumentalizó la palabra paz durante su mandato, había duplicado la venta de armas españolas en su primera legislatura. Cuando acabó la segunda legislatura se había convertido en el mejor traficante de armas de la historia española. Había batido las marcas de los anteriores gobernantes, Felipe González y José María Aznar.


En 2004, vendíamos 405 millones de euros en armas. A finales de 2011, habíamos conseguido llegar a los 2.431 millones de euros. Irónicamente siempre recomiendo aplicar la tabla del cuatro que aprendimos en la escuela para confirmar que multiplicar cuatro por seis significa sencillamente sextuplicar.


Además, el gobierno de Zapatero violó, como han hecho los gobiernos posteriores de manera regular, la Ley de Comercio Exterior de Material de Defensa y Doble Uso (ley 53/2007), aprobada por el Parlamento español en diciembre de 2007, que impide vender armas “cuando existan indicios racionales de que puedan ser empleadas en acciones que perturben la paz, puedan exacerbar tensiones o conflictos latentes, ser utilizadas de manera contraria al respeto debido y la dignidad inherente al ser humano, con fines de represión interna o en situaciones de violación de derechos humanos, tengan como destino países con evidencia de desvíos de materiales transferidos”.


Con la llegada del presidente conservador Mariano Rajoy todo continuó igual e, incluso se situó a Pedro Morenés, un conocido vendedor de armas, como ministro de Defensa. Desde el propio ministerio se potenciaron los negocios de armas sin importar a quién vendíamos y las leyes que violábamos. Fue como meter a la zorra en el gallinero. Se llegó a casi duplicar el listón dejado por su antecesor con el record de 4.347 millones de euros en 2017, más de diez veces lo que vendíamos en 2004.


El nuevo Tratado sobre el Comercio de Armas, aprobado por la ONU en 2014 y cuya regla de oro es “no autorizar armas para cometer atrocidades”, tampoco sirvió para mejorar la situación. Amnistía Internacional ha acusado a los distintos gobernantes españoles de los últimos años de “escasa transparencia”.


Con los gobiernos de Pedro Sánchez, incluido el segundo con el apoyo de la izquierdista Podemos, las ventas de armas han proseguido al mismo ritmo que durante los gobiernos anteriores. En 2019, el negocio creció un 8,6% con relación al año anterior y España recuperó el sexto puesto en la Champions League de los países que más venden en todo el mundo. Entre el 2019 y el 2024 hemos vendido un 29% más de armas en relación a los años 2015 a 2019.


En 2020 se produjo un récord de autorizaciones de ventas de armas con 22.545 millones en el primer semestre, el doble que en los dos años anteriores juntos, aunque la pandemia de la Covid 19 impidió el cumplimiento de algunos contratos.


En junio de 2021, Amnistía Internacional “pidió la suspensión de la transferencia de armas españolas a Arabia Saudí, Colombia, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Irak, Israel y Turquía, ante el riesgo de que se usen para cometer atrocidades, entre otros territorios, en Yemen, Libia o los Territorios Palestinos Ocupados”.


En 2022, Ucrania se convirtió en uno de los principales destinatarios de armas españolas y Arabia Saudí, una dictadura teocrática que viola sistemáticamente los derechos humanos, especialmente los de las mujeres, y que está implicada directamente en la terrible guerra de Yemen, continúo copando el primer puesto de nuestras exportaciones.


El 10% de nuestras armas se las vendemos a la dictadura de los jeques y nos hemos convertido en el segundo país del mundo después en Estados Unidos en hacer tratos con ese régimen repugnante.


Gobiernos de todos los colores se han mostrado satisfechos con los negocios armamentísticos con esta dictadura y otros países del Golfo Pérsico, que también pisotean los derechos humanos.


Entre octubre de 2023 (fecha del inicio de la última fase de la guerra en Gaza, convertida en una masacre diaria), y abril de 2025 (el mes pasado), España ha firmado 46 contratos adjudicados a empresas israelíes por un valor de 1.044 millones de euros.


En las últimas semanas el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, se ha convertido en un abanderado de la causa palestina a nivel europeo y ha denunciado sin fisuras lo que va camino de ser considerados crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad y genocidio, según las investigaciones del Tribunal Internacional Penal.


Aplaudo públicamente su valentía porque un líder político tiene que estar a la altura de las circunstancias históricas y debe dejar a un lado la diplomacia de salón.


Pero al mismo tiempo me sorprende su silencio permanente sobre otra causa olvidada, la de los saharauis cuando en noviembre de este año se van a cumplir 50 años de los acuerdos tripartitos que dio inició a la descolonización del Sáhara Occidental que ha impedido el reino de Marruecos persiguiendo a su población, haciendo desaparecer a ciudadanos o minando un amplio territorio con el resultado de centenares de víctimas civiles.


Me sorprende la valentía de Sánchez ante Israel y la cobardía de Sánchez ante Marruecos. ¿Se puede ser solidario y humanista ante una causa mediática y cínico e hipócrita ante otra causa olvidada? Parece ser que sí.


En definitiva, si queremos un mundo más pacífico no nos podemos conformar con enfurecernos ante el televisor. Hay que pedir y exigir explicaciones a nuestros gobernantes. Hay que llamar a las cosas por su nombre, aunque entren en contradicción con nuestras opiniones políticas. No es lógico que sólo protestemos contra la corrupción gubernamental y el secretismo en los negocios de la muerte cuando nuestro partido favorito está en la oposición.


Una sociedad crítica, moral y ética tiene siempre que ser exigente con sus gobernantes si queremos mejorar este mundo violento en el que vivimos. Háganlo por todas las víctimas de más de 25 guerras que podrán ver con calma en las paredes del Centro de Arte de Alcobendas.


Este texto fue leído el pasado 21 de mayo en la inauguración de la exposición Memoria y realidadcomisariada por José María Maroto en el Centro de Arte de Alcobendas, que estará abierta hasta el 7 de septiembre.


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