martes, 28 de mayo de 2013

Seguir a Jesús, la norma de todo cristiano

BENJAMÍN FORCANO, teólogo, bforcanoc@gmail.com
MADRID.

ECLESALIA, 27/05/13.- La lectura directa del Evangelio es interpelante y cuestiona muchas de nuestras formas de entender la vida cristiana. Nuestro tiempo es un tiempo de grandes transformaciones y, en el aspecto religioso, se las quiere también asegurar mediante un retorno radical a Jesús. Ha habido de por medio muchas cosas que nos lo han alejado, oscurecido e incluso secuestrado.
Los evangelistas no pueden ser más claros: hablan de quienes quieran seguir a Jesús y explican qué deben hacer para ello.
  1. Primero, que nadie pretenda asociarse a la ligera sin saber a qué se compromete. El proyecto de Jesús no coincide con otros de la sociedad. Se trata de un proyecto que incluye principios, valores y compromisos bien concretos.
  2. Segundo, abrazar su proyecto equivale a colocar en el centro de la vida los valores por los que Él ha luchado y vivido y que, inevitablemente, entrarán en conflicto con los valores de otros proyectos, que supondrán afrontar la incomprensión, la malquerencia, la calumnia, la persecución e incluso la muerte. A Él, esto le supuso la desaprobación y rechazo de los poderes establecidos de su tiempo, civiles y religiosos, de la Sinagoga y del Imperio. Su talante y doctrina ponían en peligro los privilegios y el dominio que esos poderes ejercían sobre el pueblo. Ante ellos, Jesús no fue neutral, hizo públicas sus denuncias, sin miedo, avergonzándoles y reclamándoles un cambio radical. Pero, el poder es impenitente, y se encontró con que su suerte estaba echada: decidieron eliminarle.
  3. Tercero, Jesús sabe que a sus seguidores les va tocar actuar en circunstancias parecidas, y se lo deja dicho: Quien no lleve su cruz detrás de mí, no puede ser discípulo mío”. ¡Cuántas veces hemos malinterpretado estas palabras! Llevar la cruz de Jesús no sobreviene porque Dios exija que le agrademos espiando nuestros pecados con cilicios, maceraciones y sacrificios; ni porque con eso aplaquemos su ira y acumulemos méritos; ni castiguemos y tengamos a raya nuestras pasiones. El Dios de Jesús no es un Dios que habría pedido la inmolación de su Hijo para reparar nuestros pecados y que se recrea con nuestro dolor y sufrimiento. Ese Dios es un Dios sádico, contrapuesto al Dios Amor que nos revela Jesús. La cruz de sus seguidores no son cruces materiales, que tienen que buscar y con ellas soportar e imitar su dolor. Dios no quiere el dolor por el dolor ni el sufrimiento por el sufrimiento. Jamás. Se trata de otra cosa: la cruz, de Él y nuestras, vienen por seguirle, por adoptar su estilo de vida, por luchar y vivir por lo que Él luchó y vivió. No hay que buscarlas, vendrán como una consecuencia impuesta por otros, “a causa de su hipocresía, que les lleva a honrar a Dios con los labios y tener su corazón lejos de Él” (Mr 7, 6), a “mostrar una virtud aparente y albergar dentro maldades que manchan al hombre (Mc 7,22-23). “Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os expulsen y os insulten y propalen mala fama de vosotros por causa de este Hombre. Alegraos ese día” (Lc 6, 22-23).
  4. Cuarto, el seguimiento de Jesús, con la consecuencia inevitable de tener que asumir la cruz que los fariseos, la gente hipócrita y mentirosa, nos impongan, no tiene sentido sino es porque anunciamos y practicamos un proyecto de convivencia distintos, unos valores que ellos repudian. Valores que están a la vista en las páginas de su Evangelio: Tratad a los demás como queréis que ellos os traten, tened en dicha a los pobres y no los ricos, amad no sólo a los que os quieren sino a vuestros enemigos, no juzguéis ni condenéis, antes de sacar la mota del ojo ajeno sacad la viga del propio, el más pequeño entre vosotros ese es el más grande, amad a Dios con todo el corazón y al prójimo como a uno mismo, atended a cualquier prójimo necesitado con misericordia, dichoso quien escucha el mensaje de Dios y lo cumple, tened limpio todo no sólo lo de fuera, no paséis por alto lo más insignificante y os olvidéis de la justicia y del amor, rehuid el honor y las reverencias, no abruméis a los demás con cargas que vosotros no rozáis ni con un dedo,…
Dicho de otra manera:
- Todos vosotros sois hermanos y, si hermanos, iguales; y, si iguales, merecedores del mismo trato y amor.
- El que aspire a ser el mayor, que sea servidor de todos. Que nadie se tenga en más que nadie; La soberanía de quien me sigue está en servir, no en mandar.
- Los últimos son los primeros. Debéis tener como predilectos a los últimos, a los que no cuentan en la política y en la sociedad. Ellos son los preferidos de Dios y, para Él, serán los primeros.
- Hacer un bien a los más pequeños, es como hacerlo a mí mismo. Los pobres son mis vicarios: los que me representan y hacen mis veces. Y la sentencia última de la vida se hará en base a cómo os habéis portado con mis hermanos los más pequeños.

El porqué de este artículo.
Fue publicado en ECCLESALIA: http://eclesalia.wordpress.com/2013/05/27/seguir-a-jesus-la-norma-de-todo-cristiano/ ayer lunes y nos viene como anillo al dedo para plantear lo esencial en nuestro compromiso eclesial: el seguimiento de Jesús, el Maestro de Nazaret, muerto y resucitado.
El 19 de junio celebramos esta pequeña comunidad de "Justicia y Paz Tenerife" nuestra fecha de nacimiento en el seno de esta Iglesia Nivariense.
Queremos ofrecer durante este mes una serie de reflexiones a partir de la D.S.I. y de nuestra propia vida que nos sirvan para conocerla más ampliamente y sobre todo más en profundidad, sus fuentes, sus implicaciones, su trascendencia en nuestro modo de ESTAR en el mundo.
Lo ofreceremos también como instrumento para la PARTICIPACIÓN, de manera que todos nos sintamos invitados a compartir nuestras opiniones, reflexiones, experiencias,... y así enriquecer este diálogo. No nos planteamos este medio cybernético sólo como simple exposición de artículos -no quisiéramos que sólo fuera eso-  sino también y sobre todo una manera de entablar diálogo, reflexión y crecimiento personal y comunitario, un trabajo colaborativo.
Entra, pasa,... la puerta está abierta.

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