miércoles, 3 de enero de 2018

Empezamos con buenas noticias

Hace unas semanas publicábamos en este blog un mensaje firmado por Faustino Vilabrille y Esther López en el que solicitaban apoyo para unos proyectos en Ruanda y también en Centroamérica.
A fecha de hoy aquella ayuda solidaria solicitada ha llegado y con creces. Ambos amigos nuestros corresponden a la respuesta generosa de todos quienes consideraron esa llamada y contribuyeron generosamente.

INMENSA GRATITUD.
Agradecimiento a todos los colaboradores.

Querid@s amig@s colaboradores: El próximo 12 de enero nos desplazaremos a Ruanda para poner en marcha del desarrollo de un importante proyecto de agua para 1155 familias de la región de Nkumba, promovido por las Misioneras de los Sagrados Corazones.
Es uno de los cuatro proyectos de cooperación que nos propusimos apoyar para 2018: tres en Ruanda y uno en Guatemala.

Os escribimos llenos de satisfacción porque este año, por primera vez, hemos tenido la gran alegría, gracias a la colaboración de todos vosotros, de cubrir muy ampliamente el presupuesto de los cuatro proyectos programados para este próximo año 2018: el de agua en Nkumba, el Educativo en Kigali, el Socio-Sanitario en Biryogo (los tres en Ruanda), y uno de rehabilitación de viviendas en Guatemala.

El presupuesto total era de 36.745 euros, y entre todos hemos aportado 41.942. Por tanto tenemos un superávit de 5197 euros.

Hemos decidido distribuir proporcionalmente el superávit obtenido entre los cuatro proyectos porque las tres organizaciones con las que venimos colaborando desde hace años (Dominicas, Vida y Paz y Misioneras de los SS. Corazones) tienen otras muchas necesidades, con frecuencia graves y urgentes, a las que atender. Hicimos las transferencias para los cuatro proyectos el día 26 de diciembre, y ya nos han hecho llegar su enorme satisfacción y gratitud “por haber recibido aún  más de lo esperado”.

En este viaje intentaremos dejar un hueco para conocer en vivo los muchos proyectos que tienen las Dominicas, las Misioneras y Vida y Paz en Ruanda, y sobre todo mostrarles nuestra cercanía, afecto y solidaridad, tanto a cada uno de sus miembros, como a todas las personas con las que trabajan, y agradecerles la extraordinaria oportunidad que nos dan de poder colaborar, año tras año, con toda confianza con sus proyectos como algo nuestro.

Las personas que están al frente de los cuatro proyectos llevan ya años trabajando con y al lado mismo de los más empobrecidos, no sólo para resolver urgencias de alimentación, educación y salud, que no admiten espera, sino también, a través de la ejecución de los proyectos, promocionarlos, personal y colectivamente, para que sean protagonistas de su propio desarrollo, descubran sus derechos como personas humanas, se ayuden mutuamente, y fomenten progresivamente la solidaridad entre ellos, con los demás y con la Madre Tierra, la Casa Común de todos, como la llama el Hermano Papa Francisco, conscientes al mismo tiempo de que el problema de la injusticia y desigualdad que hay en el mundo, con los sufrimientos enormes e incalculables que producen en muchos millones de personas, no es solo un problema económico, sino un clarísimo problema político de falta de voluntad política y de compromiso de gobernantes e instituciones públicas y privadas, por resolver los grandes males que aquejan a la humanidad actual, y que, más allá de las ayudas imprescindibles para necesidades urgentes, tenemos que luchar por un cambio radical del sistema económico-político, generador de empobrecidos, que rige el mundo actual para que los bienes de este planeta que produce de sobra para todos, lleguen a todos, y no sean solo patrimonio de una minoría de la humanidad. Conseguir que todo ser humano pueda vivir dignamente será la mayor garantía de paz, de armonía, y de equilibrio mundial, para el presente y el futuro de la humanidad.

Entre tanto hagamos nuestro el deseo de la Biblia cuando exclama: “Que no quede olvidado el pobre eternamente, que no se pierda por siempre la esperanza de los desdichados” (Salmo 9) y también cuando expresa que la Tierra sea el jardín del sueño de Dios para el hombre, al decir: “destilan vida los pastos del desierto, las colinas se ciñen de alegría, las praderas se visten de rebaños, los valles se cubren de trigo y todos cantan y saltan de júbilo” (Salmo 65), sintiéndonos todos “dichosos de  sentir hambre y sed de justicia” como la sintió Jesucristo.

Mil gracias, pues, por vuestra magnífica colaboración, y que el poder seguir haciéndolo nos llene a todos de satisfacción y a los colaboradores dignos de la mayor gratitud.

Por nuestra parte, un abrazo muy cordial, sumamente agradecido, con el mayor deseo de un muy feliz año nuevo.

Esther López López

Faustino Vilabrille Linares

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