lunes, 7 de agosto de 2017

Desidia, reflexión y compromiso

Fuimos a la playa, a Las Teresitas concretamente. Una playa emblemática no exenta de líos, problemas, intereses políticos y sobre todo económicos. Mas… no es este artículo para hablar de ésas y otras cuestiones relacionadas sino para comentar algo tan de andar por casa…, o por la arena de la playa, como la contaminación de un espacio tan hermoso, tan del pueblo, tan idílico como la Playa de Las Teresitas.
Aún es relativamente fácil llegar, hallar aparcamiento y depositar las toallas sobre la arena para luego –cada cual en el momento elegido- meterse en el agua o sencillamente quedarse tumbados sobre una tumbona o sobre la misma toalla en el suelo, siempre y cuando el vientito que a veces sopla en dicho lugar no acribille la piel con sus granos de arena amarillenta.
Lo que ya es mucho más fácil es hallar colillas en el suelo,… y al entrar dentro del agua ver plásticos, papeles,… y otras basurillas pululando un poco aquí… otro más allá. ¿Angelotes, medusas,… algas?, mire no, eso habrá pero para toparse con estos seres es una probabilidad de 1 a 100 comparado con esto otro.

Desidia.

No es nada difícil comprobar de dónde viene todo esto.
¿Colillas?. Haberlas haylas, sobre la arena y semienterradas. ¿Plásticos también hay?... pues sí, tapones de botellas de plástico, trozos de bolsa de plástico,… y bolsas medianas que mientras no toquen el agua van de acá para allá… pero en cuanto tocan el agua del mar… allí se quedan, ya no vuelven a tierra. ¿Y qué más?... pues papeles (servilletas de papel), alguna hoja de periódico o de folleto publicitario. Hasta alguna compresa te puedes encontrar (pañales de bebé no, de eso aún no encontré nunca, al menos en esta playa).
Es muy fácil acabarse un cigarrillo y, por no cargar con la colilla y para evitar que pueda quemar a algún bañista muy cortésmente la apagan frotándola sobre la arena… para dejarla luego allí de simiente.
Es muy sencillo desenvolver un bocadillo y por simple descuido comprobar cómo el vientito se lleva la servilleta de papel o la hoja de periódico que lo cubría… pero sin hacer nada por ir a recuperar “lo que el viento se llevó”.
Y si te ven coger un vaso de plástico (de ésos de usar y tirar) que estaba flotando en el agua de la playa o bien semienterrado en la arena… hay quien te lo echa en cara por “huarro”, como le pasó a un buen señor quien vio cómo una bolsa de plástico blanca fue llevada dando vueltas por la arena hasta que el agua del mar la retuvo. Varios bañistas la vieron mas nadie extendió su mano para llevarla a alguna papelera; sólo un hombre mayor que antes pasó de largo volvió sobre sus pasos, la tomó y escuchó lo mismo que yo de parte de la persona que le acompañaba:
- “¿Esa bolsa es tuya?”.
- “No, pero está ensuciando la playa”.
- “Pues si no es tuya no seas gediondo cogiendo porquerías de nadie”.
El hombre no hizo caso, caminó unas decenas de metros, la depositó dentro de una papelera y volvió donde su compañía.

Reflexión.

Son minucias, es verdad. Pero muchas minucias.
Mas uno se pregunta: ¿Por qué sucede esto?. ¿Qué pretendemos con estas actitudes?.
Nadie desea que se contamine el mundo, ni siquiera las petroleras (ellas sólo quieren dinero), tampoco nosotros cuando venimos a una playa como ésta. Nadie desea encontrar la playa sucia con papeles, plásticos, colillas,… y no pocas veces se oye murmurar la expresión: “Qué gedionda que es la gente, mira cómo han dejado esto”.
Soy docente y en los colegios los docentes insistimos mucho en potenciar actitudes de respeto y cuidado por el Medio Ambiente, aprovechamos cualquier celebración del año que hable de nuestra casa común para inculcar valores que… a menudo tropiezan con la siguiente frase: “Todo el mundo lo hace, profe, además ¿qué importa que se te caiga un papel al suelo?, ¡hay ya un montón!, total… por uno más no pasa nada”.
Los patios de recreo cuentan con papeleras incluso destinadas para diferentes usos: papel/cartón, plásticos/tetrabrick y material orgánico; aún así… por los suelos después del recreo se puede ver de todo; pedirles a algunos niños que recojan lo que acaban de botar al suelo es exponerse a recibir miradas de fastidio cuando no alguna contestación poco agradable… mas, todo hay que decirlo, también los hay (y muchos) que piden disculpas por su descuido, recogen al instante lo que botaron e incluso, si ven que tú, al pasear por los patios, te agachas a recoger un papel, un bote de tetrabrick y lo botas a un contenedor de basura adecuado… hay algunos niños que imitan la acción y se ponen a hacer lo mismo… aunque esa basura no la hayan echado ellos al suelo.
¿Por qué lo que para los niños es tan sencillo de entender y practicar sin embargo para los adultos es tan difícil?. Doy por seguro que no es por problemas de artrosis.

Compromiso.

Si de verdad pensáramos en lo que estamos haciendo y en sus consecuencias… quizás aún cometiéramos algunos errores… pero corregiríamos muchos otros.
Imaginemos que todo aquello que en un momento dado botamos al suelo o dejamos ir al mar… lo halláramos en nuestra cama cada noche al acostarnos… ¡qué impacto!, ¿verdad?. Bien cuidaríamos de no cometer ningún descuido.
Imaginemos que nadie dejara rodar bolsa de plástico alguna para que el viento la lleve hasta el mar o enganchada quede entre algunos matojos,… que nadie utilizara la arena de la playa como simple cenicero,… que al caer al suelo un trocito –por pequeño que sea- de papel de aluminio o una servilleta de papel u hoja de periódico, lo recogiera enseguida,… etc… ¿cómo encontraríamos la playa todos cada día?.
Imaginemos que en lugar de “echar la culpa a la gente y tacharla de gedionda” por la imagen que tenga el lugar al que llegamos nos ponemos a limpiar ese espacio sin más,… y que en lugar de “recriminar” a alguien que hace ese gesto de recoger una basura que no es suya… le felicitamos o imitamos su acción,… etc… ¿qué sucedería?.

Desde estas líneas aplaudo la acción del hombre mayor que recogió la bolsa de plástico y la sacó del agua a pesar del reproche recibido.
Aplaudo a esos padres y madres que educan a sus hijos en el cuidado de nuestra casa común y no pasan por alto ni el más mínimo detalle corrigiendo errores y felicitando acciones positivas.
Aplaudo la labor de los trabajadores a quienes les pagan el trabajo de limpiar las playas porque lo hacen muy bien. También y sobre todo a quienes organizan campañas de limpieza como gesto generoso gratuito al planeta, a la sociedad y también como muestra de denuncia por nuestra desidia y falta de sensibilidad.
Aplaudo todo esto porque aunque son acciones muy simples que no resuelven el problema de fondo… por lo menos generan un ambiente mejor.
Tangamos todos, los humanos pero también la naturaleza,… unos buenos días de verano.

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