viernes, 15 de agosto de 2014

El capitalismo a los ojos de los papas Benedicto XVI y Francisco

Autor: Alejandro Córdoba.

Benedicto XVI, en la encíclica Caritas in Veritate, denunció la corrupción y cuestionó el capitalismo sin alma. También Francisco, en la Evangelii Gaudium, habla del capitalismo sin alma y dedica un capítulo muy duro a cuestionar nuestro modelo económico. ¿Dónde nos llevarán esas propuestas?.
Caritas in Veritate propuso que la práctica del amor fuera la guía para la acción. Y no sólo en el ámbito de la vida privada, sino también del orden jurídico, político y económico. Sacar la caridad del ámbito de los sentimientos y convertirla en fundamento de la construcción del orden social.
En nuestra sociedad, basada en la lógica del contrato, esa era una propuesta revolucionaria. ¿Será por eso que dicha encíclica ni hizo ruido ni dio nueces?.
La Evangelii Gaudium vaticina que "Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema. La inequidad es raíz de los males sociales".
En ese contexto el Papa actual apuesta, como alternativa, por una Iglesia que diga un triple no:
Ø A la economía de la exclusión
Ø A la nueva idolatría del dinero
Ø A las disparidades que engendra la violencia sistémica del capitalismo sin alma.
Ambos documentos son para leer, releer y rumiar. No porque sean difíciles de entender sino porque hay que digerirlos, interiorizarlos y, sobre todo, reflexionar sobre cómo aplicarlos.
Sí. El reto actual está en aplicar la Evangelii Gaudium. En evitar que no vuelva a ocurrir como con la encíclica mencionada de Benedicto XVI, que pasó sin pena ni gloria.

Espero y deseo que en esta ocasión se genere un profundo debate. Y ojalá la luz que emerja aborde en profundidad las causas de los problemas, tal y como Francisco propone que hagamos.

Para entrar con amplitud y todo detalle en ambas encíclicas:

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